Leer cada capítulo de la historia es importante, pues permite reconocer los orígenes, lo que somos, lo que tenemos y lo que se ha hecho para mantenerlo o dejarlo en el olvido, en esta ocasión haremos, desde la tinta espesa de la pluma dorada, un recorrido histórico desde esta parte norte de Colombia, donde se observa una dama reclinada que encabeza el mapa, el mar Caribe la viste de azul con encajes blancos, efecto de las espumosas olas de mar, lo que atrajo a su llegada a los españoles, por allá en 1498.
Según IGAC (2018) al navegar la costa guajira, Alonso de Ojeda se conectó con la belleza del Cabo de la Vela, con la magia y la riqueza natural de la que está dotada esta tierra con sus únicos y mágicos paisajes, donde la fauna y la flora varían según los contextos que las arropa.
Esa misma conexión que permitió al rey Felipe V de España, en 1739, llamar a uno de sus puntos estratégicos, la Provincia del Río del Hacha, o simplemente, Provincia del Hacha, también conocida como Provincia de los Indios Guajiros, constituida en ese entonces por los actuales departamento de La Guajira y del Cesar.
Todo aquello, con el fin de explorar y recorrer el cuerpo de una dama misteriosa, en la que pudo ver y detallar sus variados contextos, que la hacían irrepetible, ya que no solo se vestía de azul con encajes blancos, en este punto norte, al sur también estaba arropada por las altas y coposas montañas del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta, de las que descienden las melódicas corrientes del río Cesar, del río Barsino y del río Ranchería. Este último desemboca al mar Caribe, lo que crea un nexo misterioso, que solo la naturaleza puede explicar, lazo que se asemeja al profundo beso que los enamorados tienen al encontrar sus labios,un departamento místico, de enigmas, que atrae a propios y a extraños.
Varios años después, luego de que esta fuera recorrida y explorada por completo, cuando se reconoció sus múltiples riquezas, entre las que se destacan el carbón, la sal, el gas, su mar, sus ríos y los pueblos indígenas. Uno de estos, la población indígena más extensa que habitaba en ella, con una estructura definida, con costumbres y tradiciones establecidas, con lengua propia, con historia, a los que el mar alimenta y a los que juya (lluvia) hidrataba en tiempo de invierno, son ellos, los indígenas wayuú, quienes con danzas, artesanías propias y políticas nativas, le permitió ser recocida por acto legislativo Nº1 de diciembre 28 de 1964, consagrándola como el departamento de La Guajira, con vigencia a partir del 1º de julio de 1965 AGC (2018), nombre que se dio en honor a los hombres y mujeres nativos que la habitaban en su gran mayoría y a los que denominaron guajiros, lo que significaba gente o personas que respetan y siguen las normas sociales establecidas en este territorio (los wayuú). Aunque están también otros grupos indígenas importantes, los wiwas, arhuacos, entre otros en la Sierra Nevada.
En pleno siglo XXI, La Guajira sigue ahí, con casi 500 años de haber sido invadida por los españoles, quienes con astucia lograron detallar toda la riqueza de la que está dotado este departamento, su ventaja siempre fue el conocimiento y la experiencia que le fue dando el tiempo y los desafíos de sus viajes, todo esto les fue otorgando las riquezas que el contexto colombiano y guajiro les ofrecía.
Es claro, que en la actualidad, el país y el Departamento sigue con la influencia de los españoles, su lengua, su vestir, la mezcla de familias, apellidos, alimentación, religión, educación, sistemas políticos, sociales, en fin, han sido muchas las cosas que dejaron a su paso y las que se llevaron. Sin embargo, los propios del Departamento, aún no se descubren, aún no encuentran el valor y sentido de lo que son y lo tienen, por eso, aún siguen lejos de copiar la sabiduría de los españoles para administrar lo que por naturaleza ancestral les pertenece.
Se está en el año 2023, y los guajiros siguen caminando de Sol a Sol, en el atraso, el olvido, el hambre y la sed; pese a esta triste y real situación, todavía los ajenos continúan descubriendo nuevas riquezas. Ahora, el Sol y el viento, fuentes que les permiten multiplicar sus bienes, mientras que los propios, los nativos, aún siguen sin copiar las estrategias que usan en su contra, su ignorancia, el egoísmo y la trampa que se hacen así mismo, es precisamente, aquello que los aleja cada vez más, de poder disfrutar de la riqueza contextual que mareiwa (Dios) les dio a heredar.