Los Brito Díaz, de donde desciende Romualdo, son tradicionalmente reconocidos en la península colombiana como una familia de trovadores, que fueron juglares primitivos del acordeón, cantando fragmentos, décimas y versos por todo el norte del Magdalena Grande. Se distinguieron por la jurisdicción del sur de Riohacha por impulsar las cumbiambas y tamboras con acordeón y las colitas que tuvieron mucha aceptación en el sur del Departamento.
Romualdo nació en Tomarrazón y desde esa pequeña población se desplazó a Riohacha con el fin de terminar los estudios de primaria y bachillerato y fue en la capital de La Guajira en donde desarrolló las habilidades musicales de la dinastía de los Brito Díaz, familia que musicalmente predominó en el corredor Riohacha – Barrancas – Fonseca.
El intercambio ritual de las parrandas hechas individualmente por cada familia y grupos de
compadres en el sur de La Guajira, permitieron la unificación del verdadero sentido parrandero
conocido hoy como la parranda vallenata, especialmente el mismo guajiro machista, permitió que las damas que los acompañaban en sus rituales parranderos, se alejaran de la tertulia etílica, cambiándolas por tradicionales juegos de dominó y su especialidad en contar fábulas, cuentos e historias de la región y los constantes chistes burlescos de quienes pasaban por sus alrededores o el que se dormía o se alejaba de ellos.
Dentro de los Brito se destacaron personalidades con gusto hacia los instrumentos de viento y la guitarra que en algunas ocasiones lograron en parrandas insertarlos al folclor provinciano.
En Romualdo, su indeclinable vocación e innatos dotes para el arte de la música, son el resultado de la confluencia en él de unas corrientes ancestrales que forjaron sus aptitudes, personalidad y destino.
La música para los Brito López se convirtió en una tradición familiar asentada sobre varios amantes de este género artístico. Su abuelo paterno, Luis Guillermo Díaz, tocaba una especie de tambor y cultivó un ritmo anterior a la puya y otro que era un híbrido entre paseo y merengue.
La progenitora de Romualdo improvisaba décimas, lo mismo que su padre, quien alternaba el magisterio y las faenas agrícolas con la guitarra y la composición de otras melodías.
En este sentido sobresale un virtuoso guitarrista, llamado Eugenio Díaz, e intérpretes como Darío Díaz, Carlos Brito, ‘Monche’ Brito. Igualmente Adaníes Díaz, un excelente cantante que hizo unión con Ismael Rudas y luego con el acordeón de Héctor Zuleta Díaz conformaron los Sensacionales del Vallenato; Adaníes tocaba guacharaca, caja y otros instrumentos, y, como compañero ideal de Romualdo en sus años infantiles y juveniles, dejó una profunda huella en su vida artística.
Leandro Díaz, el hombre que ve con los ojos del alma, conocido por sus majestuosas composiciones vallenatas, reconocidas por los últimos presidentes de la República y por el escritor Gabriel García Márquez.
Estos personajes de la farándula vallenata y sus familiares fueron quienes más contribuyeron en el fortalecimiento musical de Romualdo.
Las visitas de Leandro Díaz, Carlos y ‘Monche’ Brito al caserío de Lagunita se prolongaban hasta por un mes, tiempo suficiente para que su pequeño familiar participara del jolgorio y penetraran por osmosis –valga decirlo así– a su espíritu, las excelentes melodías de los verseadores visitantes.
‘Monche’ Brito, fue considerado como un importante acordeonero, igual o superior a los otros de la región. Trataba el acordeón como lo más sagrado de su vida y es tal su virtuosismo, que su maestría lo convirtió en una leyenda viviente.
Extraía de ese artefacto de fuelle exquisitas notas, principalmente los bajos, provocando su asombrosa digitación la admiración general en todos los sitios que con frecuencia visitaba como Treinta, Riohacha, Lagunita, San Esteban, Valledupar y Santa Marta.
Su respeto, sentimiento y admiración por el acordeón es tan en serio, que lo cargaba
como a un recién nacido, y lo manejaba con tanta delicadeza que, al ejecutarlo, no se lo pegaba al pecho, mucho menos lo habría demasiado para no maltratarlo, porque, según él mismo, lo afirmaba, “el acordeón, como todo viejo y arrugado, merece consideración y respeto”.
Cabe señalar de igual manera que el influjo musical de los antepasados y colaterales de Romualdo Brito, no sólo canalizaron este caudal artístico a través de él; también Ricardo, Rafael, Rosmira, Rainer y otros hijos del matrimonio Brito López recibieron esa herencia, en atención a lo cual han compuesto canciones que han grabado Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta y Otto Serge.
La trascendencia lograda por su cuarto hermano estriba en que, mientras aquellos no pasaron de ser simples aficionados, para Romualdo, desde su infancia, la música fue y ha sido la razón de su pensar, vivir, trabajar e, incluso, de procrear.
Romualdo Brito López, nació el 17 de marzo de 1953 y falleció a los 67 años el 20 de noviembre de 2020, y durante 49 años compuso 1.512 canciones grabadas en diferentes géneros, especialmente la vallenata.