Cuál es la desazón o repulsa de José Félix Lafaurie contra el gobierno Santos? Al hacer esta pregunta sé que me remitirán a todas las columnas de opinión escritas por él, a las declaraciones puntuales y entrevistas que ha dado en muchos medios digitales, redes, y medios de comunicaciones audiovisuales.
El punto es que ahí están las consecuencias o efectos de esa desazón o repulsa, pero en realidad, los sentimientos y emociones que lo han llevado a esa visceral posición de confrontación y reprobación de todo lo que hizo o se hizo en ese gobierno, en diferentes planos y dimensiones, lo debe llevar bien escondido, además de su brillante mente, también en su alma y su corazón. Conocer eso es lo que me ha hecho hacer esta pregunta, y no es por satisfacer curiosidades, sino porque creo conocer al ser humano, y para conocer si eso es de origen político, partidista, o de índole ideológica ¿o será por su particular espíritu contencioso?
Confirmo que lo sigo, lo leo, lo escucho y lo veo; lo que me ha permitido ir discerniendo sutil y metódicamente esa producción dialéctica y llegar así a mi pregunta.
Así como tiene hoy esa inquina contra el gobierno Santos, así vivía de beligerante contra las manifestaciones, pronunciamientos y acciones de la izquierda en Colombia, en especial contra Gustavo Petro, y si éste se refería a Venezuela, no bajaba su comentario denominándolo de manera peyorativa, de castro-chavismo; también, a todo lo que se diera o dijera en Colombia bajo el patrocinio o apoyo de la izquierda, con incumbencia en la propiedad privada o libre mercado, llamándolo progresismo; actualizó el término ‘mamertos’ para referirse a quienes hoy están en el poder; los culpaba en pasado, presente y futuro del desastre de Colombia.
Es decir, siempre lo vimos, lo leímos y sentimos con una pugnacidad que llegamos a pensar muchos colombianos que eso sería por sécula seculorum y que se iría con él hasta su última morada.
Por ejemplo, no sé si todavía hoy culpa a la izquierda o a Gustavo Petro del desastre de Colombia. Y no lo sé, aun cuando lo sigo, porqué siento, y por eso mi pegunta, que el enfoque analítico, crítico y de opinión que hoy plasma en sus columnas está suavizado, y hay cierto zigzagueo en su posición dura y enrostradora, dejando de referirse a las varias situaciones “doble versiones” que ha tenido el gobierno, y, a los “reverazos” que ha tenido que dar por lo que ha recibido “palo duro y parejo” de los compañeros de partido de José Félix, de miembros de su gremio y de otros gremios con o sin igual afinidad política o ideológica a la de él; parece, ante esta actitud, que ha migrado a una opinión reflexiva y de oposición subliminal; hoy ve con una sanidad y casi actitud redentora el encuentro entre el Presidente Petro y el ex presidente Uribe y fue más de una vez que se le escuchó amplificar el concepto “que no se debía negociar con guerrilleros o ex-guerrilleros con pasado y prontuario”; hoy, y como debió ser hace años, parece que tiene actitud de conciliación y si de paso se da la reconciliación, ¡bienvenida!
Presentaba y presenta aun José Félix los desastres nacionales, desde el punto de vista social, de derechos humanos, políticos-electorales y humanitarios, sin faltar el económico, como generados en el gobierno Santos, pero sin reconocer, adrede o estratégicamente, que esos son males de muchas décadas, y como dicen los activistas de izquierda,” de muchos gobiernos pasados de la derecha”.
Pepe Félix describe muy bien los que son, según sus criterios, los desaciertos y desafueros, violaciones o desconocimientos del gobierno Santos y los consideraba causantes o acrecentadores de la llamada polarización. Él nunca vio la polarización como una oportunidad sino como una agresiva posición de desencuentros, amenazas y origen de todas las intolerancias, matanzas, asesinatos de líderes sociales, pobreza y muerte de los que disentían. Hoy afortunadamente la ve como el punto de partida para que el último encuentro Petro-Uribe permita consolidar una nueva estrategia “de complementación y enriquecimiento político”.
Yo particularmente ahora y hace tiempo he visto que la polarización mientras estuviera alimentada por análisis singulares, de un solo polo, carboneada por odios o malquerencias, no podría ser tomada por ningún candidato, por ningún programa de gobierno, ni por ningún gobierno como un punto que podía prosperar hacía la paz porque era más productiva tenerla como bandera para dividir y ganar elecciones con la producción de miedo, que con los planteamientos de reconciliación y entendimiento. No estaba en el radar de muchos. No era rentable.
En aras de lo mejor para Colombia, bienvenida esa designación de José Félix Lafaurie en el equipo negociador de paz con el ELN, su otro enemigo acérrimo; y digo bienvenida porque parece que hizo esa designación el milagro de permitirle ver las ideologías como letras muertas en antiguos documentos que privilegiaban antiguas posturas políticas. José Félix está mostrando pragmatismo político.
Como esta circunstancia política-personal de Pepe es tema de conversación pública en diferentes escenarios y tertuliaderos, voy a traer a colación lo que me dijo un amigo: “estoy gratamente extrañado con el cambio de Pepe Félix que pasó de oposición sin cuartel contra Petro a “posición encuartelada” desde el día siguiente que lo designaron” ¿es eso lo que necesitaba, una designación o un nombramiento? También expresó: “bueno si la reconciliación nacional requiere actitudes superlativas por el bien superior de la patria, como dice el ex-presidente Uribe, entonces queda la esperanza que haya encuentro de conciliación entre Pepe Félix y Santos, que supongo era menos enemigo que Petro”. Esta conciliación para mostrarla al país como otro ejemplo de desarmes de los espíritus.
A estas expresiones de mi amigo le doy la siguiente lectura: es lo mejor para el país que se desarmen mentes y espíritus para acabar con la perversa polarización (bien por José Félix Lafaurie) para que entendamos que no hay posiciones irreconciliables, y se cimienten los principios que respetándonos y respetando las leyes podemos transitar por Colombia todos, sin el aforismo de que solo podemos andar unos y otros no. Y también, que solo así con el respeto de las leyes que ponen orden y preservan los derechos humanos, se podrá lograr la Paz Total, es decir, sin transgredir las leyes o imponer caprichos. ¿Cierto Pepe?