Como todo ser humano que desde el nacimiento ha vivido sus etapas biológicas, emocionales, sentimentales y sociales, ahora en este momento de mi recorrido vital me he dado el gusto de identificar y relacionar los episodios de mi vida, como si fuera una película, con los relatos parcial o total de muchas canciones, principalmente piezas del cancionero vallenato, y algunas de otros géneros.
Confieso que, al hacer este ejercicio me invadió la nostalgia, me abrumaron los recuerdos, me lleve sorpresas de mi propia existencia por los contenidos tan idénticos de algunas inspiraciones, definiciones y descripciones de situaciones tan similar a lo que he vivido, gracias a Dios. Pueda ser que no se vaya a configurar “plagio” de la vida de muchos poetas y compositores que narran en sus obras etapas y escenas de lo que ellos vivieron, o sintieron o supusieron y crearon y que, al sobreponer muchas de ellas sobre el formato de mi vida, son muy similares.
Sé que es casi imposible para los que me den el privilegio de leer estas columnas, porque a lo mejor no me conocen todos, que pudiesen relacionar mi vida con cada segmento de las canciones que a lo largo de las etapas de mi existencia se han ido consolidando como la descripción de ella, y plasmo aquí parte de ellas porque siento que me identifican y por eso sus contenidos y melodías hacen parte de la banda sonora de la película de mi vida.
Quiero complementar este comentario inicial definiendo coloquialmente Banda Sonora Musical en el cine: es la musicalización de las escenas de una película con unas piezas de acuerdo con las circunstancias escenográficas o acontecimientos en secuencias.
Inicia la banda sonora de mi vida con apartes de la canción ‘Recordando Mi Niñez’ del compositor Camilo Namén. Refieren esos versos unas vivencias muy a lugar y que Dios me premió al vivirlas, por eso también puedo decir: “bonita es la vida cuando uno está muchacho, nada le preocupa y no tiene que pensar”. Y fue así esa parte de mi vida porque tuve unos padres y una familia que llenaron mi infancia de amor, y hoy valoro todos sus esfuerzos para darme lo que me hacía feliz o me mantenía alegre.
‘Mi niño se creció’, composición de Gustavo Gutiérrez, exalta la fortuna que tuve de ser complementada mi crianza bajo la tutela de mi abuela María de Jesús Cárdenas; mujer sabia y de rectos principios con sentimientos inigualables. Ella fue testigo de mi crecimiento y desarrollo y cuando me iba a estudiar mi carrera, en su despedida me dijo “te creciste, ya vas hecho un hombre”. Esas palabras fue la primera inscripción que se tatúo en mi alma y hasta el día de hoy, su esencia y significado están conmigo.
‘Las canas de mi vieja’, de Camilo Namén. Es la página musical más emblemática de la banda sonora de mi vida. Mi mamá era de pocos cabellos plateados, pero los que tenía simbolizaban la majestad de su existencia bajo la egida de principios inquebrantables, dedicación impoluta a la crianza de sus hijos, y al trabajo honesto como cuidadora y como emprendedora. De ella asimilé bondad y mesura y la sagrada consigna de: “ayude y sírvale a todo el que pueda”.
Esa canción, lo comento como anécdota, se la cantó Rafael Orozco y la tocó Isra en la puerta de mi casa como serenata un día de las madres. La sorpresa mayúscula de Juanfe mi hermano cuando sale y ve a ese ídolo a capela en ese plan familiar.
‘Los maestros’, esta inspiración de Hernando Marín es pieza fundamental del segmento de mi vida más representativo por su connotación humana y social: época de mi formación académica básica y media, y porque recuerdo con especial afecto y aprecio a mis profesoras Celina Vanegas y Mariela Sierra. Aprendí con ellas el valor de estudiar. Como ellas, una pléyade de aguerridos maestros aun contra el desagradecimiento y mal trato del gobierno nos enseñaron las obligadas asignaturas oficiales, pero también a como ser grandes seres humanos. Viví épocas inspiradoras e inolvidables y formativas en la Escuelita Amarilla, después ‘Divino Niño’, con la “Morena” Orozco; y en la Parroquial, donde en verdad recibí, como en el Colegio Liceo Colombia, el Santo Tomas y el Roque de Alba, acertada educación curricular y complementaria a la que me dieron mis padres y mis vecinos.
‘El Hachero’ composición de Nicolás Maestre, fue una canción que me sensibilizó mucho en una etapa de mi vida influenciada por la rebeldía juvenil pero que conociendo la realidad de nuestros campesinos y trabajadores del campo me embebí de la dura vida del símbolo de la canción, Rafael Barrera; lo comparé con mi abuelo de crianza Daniel Jiménez, un molinero “de hacha y machete y expedito para el trabajo siempre”. Me marcó el aparte de la canción con su referencia que “llegaba Rafael Barrera a su casa en la tarde después de una larga jornada de duro trabajo y lo único que tenía para brindarle su mujer era una taza de café caliente para que con eso calmara también el hambre”.
Ese escenario, común y real llenó mi alma de sentimientos encontrados. Esa canción fue para mí en 1973, una antorcha motivacional durante una protesta que lideramos con otros compañeros en el Colegio Roque de Alba porque además de las reivindicaciones estudiantiles de ese momento, tenía en mi mente esas vivencias diarias de ese pobre hachero. Me hice contencioso con causa y con respeto, inspirado en Rafael Barrera.
Me fui a tierras lejanas –como dicen los poetas cuando están fuera de su casa– a estudiar mi carrera; encontré otras costumbres, otro ambiente; nada de música vallenata. Eso me generó mucha nostalgia por la lejanía de mi familia que me había confiado una misión para mi vida: hacerme un profesional. Ahí comenzó una composición musical a adornar la banda sonora de mi vida, a hacer parte de mi cotidianidad sin olvidárseme jamás su mensaje: la canción ‘Mis Viejos’, de Poncho Zuleta. La asumí como himno.
‘Momentos de amor’, más allá de la romántica letra que concibió Fernando Meneses, marca un momento especial en mi vida cuando me fui a Guayaquil a estudiar mi carrera. Se me convirtió en un reto para regresar a cantarla como profesional, porque fue de manera espontánea la solicitud que mis amigos Chiche Ovalle, Israel Romero y Rafael Orozco me hicieron antes de irme. La escuchaba y era música para mi alma y me refrendaba el compromiso hecho por la solicitud de mis amigos. Esta canción es pieza rutilante de la banda sonora de la película de mi vida.
Hasta ahora la musicalización de la banda sonora de mi vida queda resumida en apartes de la canción ‘La vida de Poncho’, composición de Poncho Zuleta. Se refiere así: “por eso es que soy un hombre bueno, muy complaciente con todo el mundo, lo poco que yo tengo no es mío, nunca he conocido el egoísmo y como todo villanuevero que se comporta bien donde vive, bastante que me quiere la gente y eso es lo que me tiene engreío”. Espere la parte II de este relato.