Por diversos factores, el momento que viven los ganaderos y agricultores en Colombia es muy complejo: el abigeato disparado, la inseguridad, el alto precio de los fertilizantes, la invasión de tierras, y para colmo, sin un liderazgo claro en el gremio para acordar soluciones con el Gobierno.
Una crisis que se debe aprovechar y convertirla en oportunidad, para lograr, por fin, soluciones de fondo entre todos los afectados y que la tierra en Colombia no sea más motivo de disputas y guerras.
Las invasiones de tierras, que ya se han presentado en 10 departamentos, por cuenta de diferentes grupos: actores ilegales, negritudes e indígenas, es un tema que merece ser abordado de forma diferencial, ejerciendo la autoridad que obliga la Constitución Nacional para proteger la propiedad privada. Pero es necesario clarificar que buscar vías violentas para defenderse y proteger la tierra, sería un error garrafal; los ganaderos y agricultores deben tener presente que el paramilitarismo fue de los peores inventos que surgió en Colombia. Nadie ganó, pero además fue una guerra sin sentido que solo dejó miseria, muerte y tantas víctimas inocentes; ya no habrán ni ‘Jorges 40’, ni Salvadores Mancuso que sirvan de carne de cañón, ellos son los principales arrepentidos. Intentar rearmar grupos de justicia privada no debía ser la opción a tener en cuenta, apostarle a ello es una quimera, hoy el Gobierno nacional está en otra dirección, como dijo el presidente Petro, “El paramilitarismo existió por la ayuda del Estado, especialmente de los militares. Además, la fuerza militar fue renovada y no creo que esté dispuesta a dejarse utilizar para fines siniestros”.
Todos los ganaderos que hoy están asustados necesitan cambiar el discurso frente al Gobierno entrante; no podemos olvidar que fueron muchos años de gobiernos de derecha los que acabaron el campo con la falta de inversión, los TLC y la corrupción que reinó; sin que el gremio dijera nada, ni levantara su voz, muy por el contrario, se le arrodillaban al ministro de turno. Es ahora, sin dejar de ser críticos, el momento de trabajar con el nuevo Gobierno para lograr un desarrollo del sector. Colombia requiere un gremio unido y fortalecido capaz de apostarle a proyectos serios, no como Agro Ingreso Seguro, plagados de corrupción; proyectos para todos, con un alto índice de inversión que verdaderamente transforme el campo. El presidente Petro está dispuesto a hacerlo con agroindustria, vías terciarias y tecnificación del campo, aprovechen. Las soluciones para enfrentar el problema no son caravanas, ni intimidaciones, ni grupos solidarios de reacción, esto solo deja dolor, sangre y desolación.
Hasta el mismo Álvaro Uribe está promulgando un discurso de unidad para que al país le vaya bien en el Gobierno Petro; esa es la manera adecuada, por la que el gremio de ganaderos y agricultores debe optar; olvidar el cuento de las expropiaciones y hacer parte de la política del Gobierno que quiere comprar 5 millones de hectáreas para generar igualdad con las minorías reclamantes. No seguirle el juego a José Félix Lafaurie, quien sigue demostrando una incapacidad absoluta para manejar un gremio que por años ha mantenido quebrado y sin opciones, atornillado al cargo, siempre con fines políticos; este señor debe renunciar y no ser un palo en la rueda para la dinámica de paz total trazada por el Gobierno y responder por los señalamientos de corrupción con el tema de los frigoríficos y paramilitarismo, denunciados por el exgerente del Fondo Ganadero de Córdoba, Benito Osorio.
Llegó la hora de que los empresarios del campo empiecen a construir país y a aportar, en algo, a la desactivación de esta bomba social, originada de la desigualdad histórica, con base en la tenencia de la tierra.