Por Iliana Curiel Arismendy
Para hablar de los grandes desafíos que tenemos con la niñez indígena de La Guajira es importante mencionar que hoy se conmemora el Día de la Niñez Indígena Colombiana implementado según la Ley 2132 de 4 de agosto de 2021.
Si la pobreza está sobrerrepresentada en la infancia, más lo está entre niños y niñas indígenas en América Latina, producto de una larga historia de discriminación y exclusión. De este modo, los niveles de pobreza en la región, medidos sobre la base de la privación de derechos básicos de acceso al bienestar, alcanzan un 88% en indígenas menores de 18 años, frente al 63% de la población general del mismo grupo etario.
Esto expresa una violación de los derechos de la niñez, a la supervivencia y el desarrollo, e implica altos costos para la sociedad en capacidades productivas e inclusión social. Según la Cepal y Unicef, los datos muestran, además, un patrón de desigualdad en perjuicio de la niñez indígena, dado que son más acuciantes en la pobreza extrema: la privación severa en el acceso a la educación, al agua potable y a la vivienda es tres veces mayor que la del resto de los niños. En especial gravedad, reviste el hecho de en los países de la comunidad andina cinco de cada diez niños y niñas indígenas menores de 5 años tienen desnutrición crónica.
El objeto de la Ley es reivindicar los derechos de los niños y niñas en cuatro categorías de derechos de la niñez y adolescencia relacionadas con la existencia, el desarrollo, la participación y la ciudadanía, y la protección. Hoy hablaremos del derecho a la existencia. Y la dificultad radica en que nadie interviene lo que no conoce.
Las comunidades indígenas además del derecho a la existencia tienen derecho estar informados sobre su situación de bienestar y poder participar en la toma de decisiones sobre la misma. En la actualidad hay poca disponibilidad de información actualizada sobre la niñez y adolescencia indígena wayuú, wiwa o kogui de La Guajira y pobreza.
En los últimos años se han desplegado esfuerzos para definir y analizar la pobreza infantil desde una perspectiva de derechos humanos, identificando aquellos fundamentales de garantizar en función del bienestar de niñas y niños indígenas y La Guajira debería avanzar en hacerlo. Para cada uno han definido umbrales de privación que permiten la medición multidimensional y directa de la pobreza, al considerar siete dimensiones hoy desatendidas integralmente: privación de los derechos a la salud, educación, información, nutrición adecuada, agua, saneamiento y vivienda. Estos datos son poco analizados e intervenidos en La Guajira.
En relación a los derechos de la Existencia: Los niños indígenas tienen derecho a la vida, a vivir saludables, en familia y no padecer hambre ni desnutrición. En los últimos 6 años han muerto más de 5.000 niños y niñas wayuú menores de 5 años (Sentencia T302/2017).
Según la Semana epidemiológica 32, que corresponde del 7 al 13 de agosto de 2022 (Instituto Nacional de Salud), la mortalidad perinatal y neonatal tardía es de 293 casos, eso equivale a decir cada día del año 2022 se ha presentado un caso, una muerte en el rango de edad desde la semana 20 de embarazo hasta los 28 días después de haber nacido.
En La Guajira han muerto 15 niños por enfermedad diarreica aguda, 28 por infección respiratoria aguda y 43 niños menores de 5 años han muerto por desnutrición aguda en lo que va corrido del 2022 y se han notificado a las instituciones de salud 1105 casos de niños con desnutrición aguda (Aún vivos) que merecen seguimiento e intervención. Cifras alarmantes que según la tendencia a finales del 2022 podrían representar las peores cifras de mortandad en niños y niñas guajiros de los últimos 10 años.
¿Qué hacer? En diferentes ámbitos se menciona que La Guajira esta “multiestudiada” pero la niñez y adolescencia de La Guajira no lo está. Es necesario hacer un análisis de la niñez y adolescencia indígena de La Guajira desde un enfoque de derechos. Revisar a profundidad el derecho al bienestar, al buen vivir según la cosmogonía de los pueblos indígenas de La Guajira. Intervenir el hambre, la desnutrición desde un enfoque de inclusión social, soberanía alimentaria y pobreza, en donde el centro sean los niños y niñas y no intervenciones basadas únicamente desde el sector salud.
El derecho a la existencia incluye el derecho a nacer y no morir por falta de atención sanitaria, el derecho al desarrollo requiere un análisis profundo del alfabetismo de la población indígena. Es demostrado científicamente que una madre o un padre que sepan leer y escribir inciden directamente sobre el bienestar de sus hijos. Nuestra niñez indígena padeció las vulneraciones de barreras de la educación durante la pandemia, por falta de acceso a internet, por las medidas sanitarias durante el confinamiento, hoy deberíamos analizar los indicadores de asistencia escolar en los tres ciclos de vida: primera infancia (0-5 años), infancia (6-11 años) y adolescencia. Derechos relacionados con la participación y la ciudadanía.
Derechos a la participación: Es necesario analizar su competencia para hablar y entender tanto su lengua nativa –que indica su nivel de capacidad para participar en la vida comunitaria– como el español, que indica su capacidad para participar en la vida nacional y por otro lado los derechos a la ciudadanía: Uno de los indicadores es la proporción de niñas y niños menores de un año a quienes les ha sido expedido su registro civil de nacimiento.
Y por último, los derechos relacionados con la protección: La niñez y adolescencia indígena es tal vez el sector poblacional del país que ha sido más fuertemente afectado por el conflicto armado y sus consecuencias, como el desplazamiento forzado, el reclutamiento de adolescentes y niños, el retorno de familias indígenas de Venezuela y el impacto de la movilidad y la vulneración de la niñez wayuú migrante.
Es importante para proteger la niñez y adolescencia indígena ponen de presente las diferencias en la visión desde los derechos de la infancia y la visión indígena desde su derecho propio sobre conceptos de protección de la niñez y adolescencia.
Estos casos tienen que ver con las nociones de incesto, abuso sexual, retención forzosa, e inasistencia alimentaria.
Muchos desafíos tiene La Guajira para hacerse cargo de su niñez y adolescencia indígena.
Quiero terminar mencionando esto: Aún en la adversidad y desde la resiliencia, la vulneración sistemática de los derechos de los pueblos indígenas no ha podido ocultar que el pueblo wayuú ha generado una variedad de adaptaciones en nichos ecológicos distintos: sequia, violencia, desierto, hambre, carencias de alimentos, falta de agua potable, sincretismo cultural y religiones.
Aún en esta adversidad un niño wayuú: Domina más de una lengua en sus primeros años de vida, posee autonomía precoz en comparación con la niñez urbana. aprenden a caminar y a nadar en etapas tempranas (9 meses). Reman y pescan cerca de sus viviendas, con buena habilidad lo que desafía teorías del desarrollo psicomotor, tiene un aparato respiratorio y un desarrollo motor adaptado y avanzado para pesca artesanal a profundidades. Crecen en armonía con la naturaleza, con equilibro emocional y alegría. Entonces, ¿Que no estamos viendo de la grandeza de nuestra niñez indígena?