Más de 200 mil galleros del país están preocupados por el golpe económico que les generará un proyecto de ley presentado por la senadora Esmeralda Hernández, que busca prohibir las peleas de gallos, sin establecerse una ruta de acompañamiento para el cambio de actividad económica o la viabilidad fiscal de un programa de subvenciones que mitigue el impacto de quienes viven del deporte gallístico.
“El mayor porcentaje de las personas que trabajan en esto de la gallística, son personas de estrato 1 y 2, que tienen más de 40 años. La vida laboral en Colombia es muy difícil, ¿quién los va a contratar?”, explica Campo Elías Manotas, presidente de la Federación Nacional de la Gallística en Colombia, Fenagaco.
En consecuencia, los galleros piden una revisión a la afectación económica que esto generará para cerca de 2 millones de personas que dependen de manera directa e indirecta de esta actividad, quienes se verían expuestas a trabajar en la clandestinidad ante las nulas posibilidades de reubicación laboral; pues se trata en su mayoría de adultos mayores, mujeres cabezas de hogar desescolarizadas, víctimas del conflicto, campesinos y personas de escasos recursos las que subsisten con los ingresos que consiguen a partir de esta práctica.
Tal es el caso de Julio Díaz, campesino oriundo del Magdalena, quien, tras ser desplazado por la violencia, encontró en las galleras una fuente de trabajo. A pesar de que con este ingreso pudo sacar adelante a sus tres hijos, ahora la sostenibilidad financiera de su familia se mueve hacia la incertidumbre.
“Por la violencia yo tuve que vender la casita que tenía y llegué desplazado a Malambo, Atlántico, y en lo único que pude trabajar fue en ser gallero, nadie me daba trabajo y yo traía mi arte porque crecí en el campo. Lo que he conseguido en mi vida ha sido por los gallos. Quieren prohibir las peleas de gallos, pero no dicen cómo me van a solucionar de qué voy a vivir”, dice Julio.
Y es que no es la primera vez que el destino de Julio y su familia queda en manos de quienes nunca han dedicado sus días a entrenar gallos sobre cuerdas. Ya en el 2010, la Corte Constitucional tuvo que aclarar a través de la sentencia C-666 que las peleas de gallo son de arraigo cultural y, por lo tanto, no corresponden a maltrato animal. Por eventuales demandas en 2019, el alto tribunal tuvo que ratificar su fallo, pues las críticas siguieron cayendo sobre esta práctica como el ataque de un gallo fino que no cesa en su pelea.
“Nosotros, en aras de que nuestra actividad siga, estamos dispuestos regular muchos aspectos, pero es necesario conversar”, puntualiza Manotas, para quien la última palabra sobre el destino de él y más de 200 mil galleros debería ir más allá de la propuesta que actualmente cursa.
Ante la situación, los galleros del país estarían tomándose las calles de la capital del país el próximo 10 de octubre, para protestar ante el proyecto que los dejaría “damnificados”.
Cabe destacar que, en el departamento de La Guajira, los galleros estarán apoyando la protesta que se estará realizando en la capital del país.
En el departamento la pelea de gallos es una actividad que se realiza especialmente en las fiestas patronales de los diferentes municipios, además los galleros participan de las actividades que se realizan en otras ciudades del país.
En Colombia las peleas de gallo se consideran como una tradición, especialmente en la Costa Caribe y en algunas zonas del interior andino.
El proyecto
La senadora del Pacto Histórico, Esmeralda Hernández, radicó ante el Congreso de la República, un proyecto que busca prohibir las peleas de gallo en todo el territorio colombiano por considerarla una práctica de crueldad y maltrato animal.
En el proyecto se contempla eliminar los elementos que corten, mutiles, quemen o hieran a los animales utilizados en dichos eventos.
Además se busca que los organizadores eviten usas sustancias tóxicas o anestésicas que influyan en el resultado de los encuentros, además se establece un tiempo de duración de no más de 10 minutos en la confrontación de los gallos.
La historia
Una pelea de gallo es un combate que se realiza entre dos gallos de un mismo género o raza de aves denominada “aves finas de combate, que se organizan para disfrutar y apostar.
De acuerdo con Wikipedia, las peleas más antiguas de las que se tienen noticia ocurrían en Asia. En China ya se celebraban hace dos mil quinientos años y es posible que mil años antes se hicieran en la India. En la antigua Roma, eran usadas para adquirir valentía. Las peleas de gallos ya estaban floreciendo en la Filipina precolonial, según lo registrado por Antonio Pigaffeta, el cronista italiano a bordo de expedición de Fernando Magallanes en 1.521, donde dicha práctica fue presenciada por primera vez. La práctica en dichas islas deriva del hecho de que comparten elementos de las culturas indígenas del sureste asiático y otros, donde las aves de la selva y del tipo oriental de pollo son endémicas. Posteriormente, esta práctica fue llevada a América por los españoles.
Al final del siglo XVIII, en su tratado de historia natural Buffon, relata varias tradiciones de peleas con gallos y otras aves.