El representante a la Cámara por Bogotá, Mauricio Toro, denunció este martes que fue recusado en el Congreso por su orientación sexual, en un aparente acto de discriminación.
Toro presentó al Congreso un proyecto de ley para acabar con las llamadas “terapias de conversión” sin embargo, le pidieron que se apartara del debate por un supuesto «conflicto de intereses».
La recusación fue presentada por un ciudadano contra Toro argumentando que la ley establece como conflicto de interés «una situación donde la discusión o votación de un proyecto de ley o acto legislativo pueda resultar en un beneficio particular, actual y directo a favor del congresista».
En la solicitud indican que el congresista Mauricio Toro habría incurrido en supuesto conflicto porque él, en su condición de hombre homosexual, presentó un proyecto de ley que busca prohibir las torturas que se cometen contra personas de la comunidad Lgbti, bajo la justificación de “terapias de reconversión”.
Señala Toro que los argumentos del particular que presentó la recusación son “homofóbicos y discriminatorios”, con los cuales busca dejarlo por fuera del debate del proyecto de ley, de su autoría, que se opone a “electrocutamientos, violaciones, mutilaciones y afectaciones con ácido” en contra de los miembros de la comunidad Lgbti, con falsas promesas de “reconversión”.
“Qué más que un acto de discriminación que yo no pueda debatir en el Congreso de la República por ser gay; que no pueda presentar un proyecto de ley que protege los derechos de la comunidad diversa que está siendo torturada por ser homosexual; que yo no pueda defender a la comunidad por la que me elegí en el Congreso, hace cuatro años, y que me recusen por ser quien soy”, aseveró.
Sostuvo que por recomendación de sus abogados, solicitó suspender el debate, debido a que participar de la discusión del proyecto, teniendo impedimentos, podría generar graves consecuencias jurídicas como la pérdida de la investidura, señalando que a pesar de que los argumentos que se utilizaron en la recusación son claramente homofóbicos, la Comisión Ética era la que debía decidirlo de fondo.