La encuesta Ensin 2015 señaló que La Guajira tenía una inseguridad alimentaria del 67%, pero en los pueblos indígenas a nivel nacional superaba el 77%, siendo por supuesto mucho más alto en el pueblo wayuú.
Para los efectos de este artículo, una persona padece inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable.
Es claro que una persona y en especial un niño que no accede a los alimentos y nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo crecerá en condiciones paupérrimas, su cuerpo no se desarrollará normalmente, perjudica su desarrollo cerebral, interfiere con su aprendizaje, debilita su sistema inmunológico, aumenta el riesgo de infecciones o el desarrollo de otras enfermedades, y en muchos casos, puede generar su muerte, como ya es recurrente en La Guajira.
Para entender el tema de inseguridad alimentaria debemos abordarlo desde dos enfoques, el primero sobre la capacidad de un territorio para generar alimentos, y el segundo desde el enfoque de la pobreza monetaria.
En el primer caso, el Censo Nacional Agropecuario 2014 revelo lo siguiente:
Para 2014 el departamento de La Guajira destinaba el 33% de su territorio a bosques naturales, de los cuales el 88,3% se localizaban en Uribia y Manaure, Riohacha apenas aportó el 2,2%. El 58% restante estaba destinado a actividades agropecuarias, el 5% a actividades no agropecuarias, el restante 5% a otros usos.
Del 58% destinado a actividades agropecuarias, el 27% estaba destinado a pastos, el 61% estaba en rastrojo y apenas el 11% estaba destinado a actividades agrícolas.
Del 11% destinado a activadas agrícolas, apenas el 44% tenía cultivos, el 47% estaba en descanso y el 9% en barbecho.
Esto quiere decir que según el Censo Nacional Agropecuario 2014 del Dane, en 2014 apenas el 2,7% del territorio tenía efectivamente cultivos, (producción de alimentos), lo que ayuda a explicar la inseguridad alimentaria del Departamento.
El censo también reveló que en 2014 había 41.500 unidades productivas agropecuarias (UPA), de las cuales el 29% estaba e Uribía, el 17% en Manaure, el 15% en Maicao y el 8% en Riohacha.
El censo reveló sobre la tenencia de la tierra que el 47% eran propias, apenas el 2% estaba en arriendo, el 25% era propiedad colectiva y el restante otras formas de tenencia.
De los 31.744 productores agropecuarios residentes en área rural dispersa censada, el 86,1% estaba en territorios étnicos y apenas el 13,9% en territorios no étnicos.
Del total productores, el 51% no sabía leer y escribir y el 99% eran personas naturales y apenas 27 empresas jurídicas.
También reveló que del total productores residentes, jefes de hogar, el 44% eran mujeres.
De las 9.995 hectáreas destinadas a actividad agroindustrial, el 47% producía café, el 18% palma de aceite y el 10% caña panelera.
De las 16.279 hectáreas dedicadas a la producción de plátano y tubérculos, el 36% se destinó a cultivo de plátano, el 53% a cultivo de yuca y el restante 10% a otros tubérculos.
De las 12.373 hectáreas dedicada a la producción de frutales, el 13% se destinó a cultivo banano tipo exportación, el 8% a banano común, el 21% a cítricos, el 3% a piña, el 9% a aguacate, el 3% a papaya y el restante 44% a otras frutas.
Es importante resaltar que en 2016 el ICA declaró la cuarentena en La Guajira para los cultivos de la familia Rutaceae que incluye limón, naranja, mandarina y zapote, entre otros (Resolución 4713 de 2016), es decir, no se pueden cultivar ni comercializar estas frutas.
Igualmente, hay una vigilancia y manejo especial desde 2019 para el banano y plátano ante la presencia del hongo causante del Fusarium Raza 4.
Como se observa, hay una muy baja producción agrícola en La Guajira que permita garantizar la propia seguridad alimentaria, por lo cual se depende en gran medida de productos agrícolas traídos de otros departamentos, lo que encarece sus costos y que nos lleva a la segunda causa, la pobreza monetaria.
La pobreza monetaria alcanzó en 2021 el 67,4% y la pobreza monetaria extrema superó el 56%, lo que aunado a que la tasa de ocupación (empleo) apenas llega al 51,7% y donde la tasa de desempleo se ubicó en el 15,2%, variables estas que ayudan a entender aún más las profundas crisis del Departamento.
Sumémosle a esto la crisis financiera mundial y el crecimiento del costo de vida acelerado en todo el mundo, donde en Colombia a julio de 2022 el IPC alcanzó el 10,21%, donde el rubro alimentos y bebidas es el que más incremento ha tenido este año calculado en el 37,74%, siendo Riohacha la segunda ciudad con mayor incremento en el costo de vida luego de Cúcuta.
Esta situación amerita acciones inmediatas desde todos los órdenes, tanto públicos como privado, y del orden nacional como territorial, estamos frente a una crisis muy profunda, por eso vemos con esperanza que el nuevo gobierno de Gustavo Petro ataque los problemas estructurales del país generadores de la pobreza y la inseguridad alimentaria y se apoye con fuerza las regiones, especialmente las más marginadas del desarrollo, entre ellas La Guajira.