Desde hace más de cien años se conocía que en los municipios de Maicao, Albania, Hatonuevo, Barrancas y Fonseca, se localizaban los yacimientos carboníferos del Cerrejón. En esa área correspondiente a la cuenca media del río Ranchería, se concesionaron 69.000 hectáreas con cerca de 4.000 millones de toneladas métricas, que representan cerca del 56% del total de reservas del país. Las áreas de desarrollo minero se dividieron en Zona Norte, Centro y Sur.
En la Zona Norte la producción carbonífera inició mediante el contrato de Asociación Cerrejón Zona Norte, en donde participaron Carbocol – Intercor. La Zona Centro, fue explotada por Carbocol, que por las dificultades económicas y las complejidades encontradas en el proceso productivo, la transfirió mediante concesión al Consorcio Domi- Prodeco – Auxini. Después de varios años, Prodeco asumió su desarrollo minero y productivo. Al iniciar la década de los años 90 se abrió un frente minero liderado por Carbones del Caribe y Ecocarbón en el contorno rural del antiguo Oreganal, Barrancas. En 1995 estas empresas fueron reemplazadas por la Oreganal S.A.
Al final de los años 90 se da una reestructuración productiva en el sector. El acuerdo de explotación con el Gobierno nacional se pronosticaba hasta el 2008, pero se extendió hasta el 2034. Eso generó diversas operaciones comerciales que se concretaron con la venta del 50% que Carbocol mantenía en la Asociación Conjunta al Consorcio Carbones del Cerrejón S.A., integrada por la compañía subsidiaria de BHP Billiton PLC, Anglo American PLC y Glencore International AG. En febrero de 2002 este consorcio adquirió el 50% de Intercor, convirtiéndose en operador único de la Zona Norte, fortalecido aún más con la adjudicación de las áreas mineras de Patilla.
Lo que sucedió en el Zona Norte se replicó en la Zona Centro. Todo inició en 1995 cuando Glencore adquiere a Prodeco, creando Carbones del Cerrejón S.A. y atrayendo a la firma Anglo American en 1997. Esta sumó el yacimiento Oreganal que la firma Oreganal S.A. cedió en 1999. En 2000 BHP Billiton llegó a esta nueva alianza convirtiéndose en el tercer asociado extranjero consolidando sus activos y permitiendo la compra de las acciones a la estatal Carbocol S.A. en ese mismo año. Después Carbones del Cerrejón S.A absorbió todo lo que estaba en su entorno.
La compulsividad minera
En el manejo de los recursos hídricos la minería ha dejado muchas huellas. La Guajira cuenta con baja disponibilidad de agua superficial, por los efectos del cambio climático, las concesiones e intervenciones mineras se ha venido reduciendo sus pocos cuerpos de agua superficiales, donde la mayoría son de escorrentías, es decir, su carga de agua depende de los ciclos de lluvias.
Durante un poco más de 37 años se impactaron diferentes arroyos, algunos hasta su desaparición total, otros han sido alterados en su curso. En un análisis de contraste del área, se pudo identificar que en la zona de explotación minera aparecían 17 arroyos que bajaban de la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta, que desembocaban en el río Ranchería, cuyos cauces naturales originales desaparecieron a raíz de los grandes huecos propios de la minería a cielo abierto. Estos hechos parecen estar afectando los ciclos del agua y las dinámicas holísticas de las aguas subterráneas de la región que abastecen los pozos profundos de donde los wayuú toman el líquido en la parte norte de la península.
Los arroyos El Descanso, Palotal, La Trampa, Tinaja, Rachadero, Los Lazos, Maragua, Aguas Blancas, El Puisal, Arroyo de Luis, Cañada, Carretal, El Puente, La Puente, Maguey, Araña Gato y El Ronco han desaparecido. También corrieron con la misma suerte las lagunas continentales del Bruno, quizás las más grandes de La Guajira ubicadas en Barrancas y 5 lagunas naturales menores. De manera parcial se han afectados los cauces de los arroyos Tabaco, Río Palomino, Trupiogacho y Paladines. En la actualidad está en proceso de afectación el Arroyo Bruno al sur del municipio de Albania, situación que ya tiene un pronunciamiento por parte de la Corte Constitucional.
En las áreas en donde se encuentran otorgados los títulos para desarrollar nuevas actividades mineras hasta 2017, se pueden identificar 177 arroyos adicionales que podrían ser afectados por futuras actividades mineras en la Media y Baja Guajira.
Los efectos de cambio climático y una larga sequía que duró 5 años es la señal de que el agua debe ser evaluada y valorada en estas zonas de la Media Guajira, ya que se pueden afectar no solo las estructuras hídricas locales, sino también el sistema de seguridad alimentaria del Departamento, especialmente en la Alta Guajira a través de las aguas subterráneas, investigación ordenada por la Corte Constitucional en la Sentencia T-302 de 2017 bajo la responsabilidad de Corpoguajira y que aún no se cumple.
En este estudio se debe determinar si las fuentes de agua subterráneas de la Alta Guajira, se encuentran afectadas por la dinámica minera de la Media y Baja Guajira. Igualmente, se pide visibilizar a los actores empresariales involucrados en la historia de fusiones que ha operado en el sector carbonífero guajiro de existir una incidencia adversa en la seguridad hídrica del norte de la península.
Fuente Veeduría Ciudadana para la Implementación de la Sentencia T-302 de 2017