Gran consternación nos ha causado el sensible e inesperado fallecimiento de nuestra entrañable amiga y comadre Manuela Cotes Bravo el día de ayer en la ciudad de Bogotá.
Abogada de profesión, exfuncionaria de la Procuraduría General de la Nación siendo su titular Mario Aramburo Restrepo (1967 – 1970), quien tuvo en ella una persona de su entera confianza dada su probidad, idoneidad, transparencia y competencia.
Gracias a su buen desempeño siguió ejerciendo su cargo por muchos años más, hasta pensionarse en dicha entidad.
Mujer afable, servicial y de una generosidad proverbial para con todo guajiro que se asomara por Bogotá, en donde se radicó con su bella familia por luengos años, pero sin perder nunca su estrecho vínculo de afectos y querencias con su natal guajira.
Si algo caracterizaba a esta matrona guajira fue su don de gentes, su gran hospitalidad y gentileza. Cómo no recordar que siempre tenía a flor de labios la canción ‘Los cisnes’, de Garzón y Collazos, que ella entonaba para amenizar nuestras reuniones.
Nosotros, cuando arribamos por primera vez para establecernos en Bogotá hace décadas, llegamos a donde ella con la expresa recomendación de mi padre Evaristo, su gran amigo y fuimos acogidos por ella con los brazos abiertos y desde entonces trabamos una amistad sincera, franca y excepcional, que ni la muerte eclipsa.
Hasta de fiadora nos sirvió cuando arrendamos el apartamento que habitamos por muchos años en las Torres de San José, en las mismas en donde ella y su familia habitan, por eso podemos afirmar que convivimos con ella. Con Manuelita y el ex gobernador de La Guajira Francisco ‘’ Daza, conformamos una especie de cofradía, pues el trato entre nosotros siempre se dio como si fuéramos hermanos, porque además lo fuimos con ella.
Nada que tuviera que ver con La Guajira le era ajeno. Cuando uno hablaba con Manuelita de La Guajira, se percataba de sus valores, de su prístino e indeclinable compromiso con ella.
Todo evento que se realizara en la capital en el que tuviera participación La Guajira y/o los guajiros, era un llamado para ella y no se lo perdía. Sus frecuentes viajes a Riohacha, para reunirse con sus amistades y familiares, le servían de pretexto para renovar constantemente ese vínculo que nunca perdió con su terruño.
También viajaba a su natal Riohacha, inmancablemente, para renovar también su fervor y devoción por Nuestra Señora Virgen de los Remedios y por María Auxiliadora, para festejar su fiesta patronal, el 2 de febrero y el 24 de mayo, respectivamente.
Nos solidarizamos y les expresamos nuestras condolencias, en primer lugar a sus hijos Juan Carlos y su esposa Sonia y a nuestra ahijada Catalina; a sus nietas Valentina y Sofía, a todos sus hermanos Cotes y Zambrano Bravo, a sus primas Lucilita y Josefa Cotes y demás familiares ¡Paz en su tumba!