“Que linda la fiesta es en un ocho de diciembre, al sonar del triquitraqui, que sabroso amanecer, con el ambiente prendido, me dan ganas de beber, la Pascua que se avecina, anuncia la Navidad, un año nuevo que espera, me dan ganas de tomar”.
Imposible iniciar nuestra crónica sin invocar la letra y la melodía de la canción ‘Las cuatro fiestas’, emblemática de la denominada ‘Fiesta de las Velitas’, la obra cumbre de Adolfo Echeverría, quien grabó su versión original en 1964 con el Cuarteto del Mónaco y el canto inconfundible de Nury Borrás, una barranquillera de voz suave, melodiosa y afinada que cuando la escuchamos nos arruga el corazón.
Después de la versión mencionada, esa canción ha sido llevada a los estudios de grabación entre otros por Pedro Ramayá Beltrán con la misma Nury Borrás, el mismo Adolfo Echeverria la invitó y grabaron una versión remozada. Después lo hizo su hija con ‘Las superestrellas de Venezuela’, Lisandro Meza también la grabó, Los Melódicos la llevaron al disco con la voz de Manolo Monterrey, Zoila Nieto también hizo una grabación. El cantante panameño Gabino Pampini también la cantó en uno de sus trabajos discográficos en ritmo de salsa. La más afortunada de las nuevas versiones es la adaptación que de esa cumbia hizo Diomedes Díaz con Juancho Rois, pero la original es insustituible.
No fue fácil para el malogrado músico y compositor visibilizar su canción. Cuando la hizo, a ninguna casa disquera le interesó grabarla. Por eso le tocó por su cuenta y riesgo y con las uñas, inclusive sin tener orquesta para hacerlo, tuvo que acudir a los servicios de un cuarteto de planta sin nombre que hacía sus presentaciones en el ‘Bar Mónaco’, integrado por Ángel Monsalvo, un músico de Campo de La Cruz, de quien se dice hizo un aporte trascendental para afinar el ritmo de la canción; ‘El Ñeñe’ García, guitarrista y el percusionista; Carlos Guardo, para la grabación del disco se buscó el refuerzo musical de Álex Acosta, conocido como ‘El Muñecón’, saxofonista de la Orquesta de Pacho Galán, y la fresa del postre fue la chica que hacÍa un famoso comercial para la radio que se había popularizado diciendo: “Con Top el detergente, su ropa dura más …maravilloso en el hogar, Top para la ropa y Top para lavar…”. Para darle caché al tema le colocaron: “Adolfo Echeverría con Nury Borrás y El Cuarteto del Mónaco, agrupación que como tal no existía. Mónaco era el sitio donde los encontró el famoso compositor de ‘Inmaculada’, ‘La paloma’, ‘Gloria Peña’ y otras canciones emblemáticas.
Se escucha ya con más intensidad en la radio colombiana esa canción himno de la fiesta esperada, porque en obediencia al calendario santoral faltan pocas horas para la celebración de la ‘Noche de Velitas’ y el ‘Día de la Inmaculada Concepción’, fiesta en la actualidad menos santificada que antes, pero que no deja de ser importante para compartir en familia y encender la velita de la esperanza en un futuro mejor.
Es un día de aquellos en los cuales llegan a la mente sublimes recuerdos, echamos de menos a quienes no están, nuestro estado emocional tiene un comportamiento oscilante entre la sensación de alegría que por sÍ sola transmite la Navidad, y un halo de tristeza porque se siente que algo falta en nuestro corazón, pregunta uno porque no están nuestros familiares que han partido para presenciar esas manifestaciones de regocijo colectivo.
Es el 8 de diciembre una fecha trascendental para los fieles católicos. He escuchado decir a los representantes de Pedro en la Tierra, que se conmemora el momento en que el Arcángel Gabriel anunció a María que fue la elegida, desde antes de su nacimiento, para ser la madre de Jesús, el Mesías. Es de las más hermosas tradiciones que la virtualidad no ha podido acabar. Hay familias que durante dicha celebración rezan el Rosario, preparan una comida especial para compartir, y en general le confieren una connotación espiritual. Los jóvenes de ahora, generalmente aprovechan para armar su recocha, muy poco les interesa la parte espiritual de esa fecha de guardar.
La verdad, cuando estaba muchacho recuerdo que hacían fiestas durante la noche del 7 de diciembre para amanecer el 8, pero las velitas no se encendían como ahora desde la primera noche, sino en horas de la madrugada. Uno de los recuerdos más gratos que tengo de ese día fue cuando Ángel, mi hermano, vino de vacaciones y me trajo un casco de pasta de color amarillo que tenía encima un faro rojo que tenía un bombillo que prendía y apagaba. Ese fue un espectáculo nunca visto. Eso no se veía ni por televisión, porque nadie en el pueblo tenía televisor. Se regó entre mis amigos la noticia que yo tenía un gorro con foquito. Fue de impacto, no le dejaba poner la mano de nadie, andaba más orgulloso que corocito palmaritero en el mes de marzo.
El otro recuerdo imperecedero que guardo en mi mente fue de una Noche de Velitas cuando oficié como edecán del reinado que hubo en el colegio. Se debía escoger la reina entre dos de mis primas más queridas, Dolis Medina Brito y Melis Daza Medina, reciente fallecida, y la muchachera que estaba alrededor del trono donde nos encontrábamos los tres me metieron una levantada por el vestuario que tenía, pues no era normal que un muchacho vistiera ‘Vestido entero’; además de paño, saco azul turquí y pantalón gris. Fue el vestido que me trajo mi padre, con el cual hice la Primera Comunión. Todos me gritaban todo el tiempo “Padre Pío, Padre Pío”.
Y mientras el jurado deliberaba para saber quién era la ganadora, para sobrellevar la tensión de la espera se escuchaban una y otra vez por el parlante del picó ‘El Inquieto’, de Joaquín Muñiz; ‘Las cuatro fiestas’ y una canción de Gilberto Torres titulada ‘Llegó la Navidad’, que decía: “Ya llegó diciembre, ya llegó la Navidad, en el Año Nuevo te deseo felicidad”. Esa vaina no se olvida.
¡Son nuestros pueblos fuente inagotable de recordaciones, anécdotas y asertos campechanos!