En cualquier rincón de la bolita del mundo donde viva un riohachero, sea el culo de la mula, la China o la Cochinchina, siempre, en un 2 de febrero, recordará a la Vieja Mello con melancolía y buscará la manera de honrarla en su día, mientras retrocede el casete de la memoria a esa última vez en la plaza, viéndole la cara a la virgen y, por supuesto, anhelará estar ahí.
Si bien la Catedral es, por excelencia, el santuario de Nuestra Señora de Los Remedios, donde nos encontramos frente a frente con la antiquísima imagen que la representa, custodiada en el Altar Mayor, la fe que los riohacheros le profesamos rebasa los límites del nicho de nuestra devoción, porque no conoce frontera y nos acompaña durante toda la vida.
De generación en generación, habita justo en nuestros corazones y mientras él palpite y nuestra razón y entendimiento acompañe cada latido, inmancablemente, la honraremos.
La Patrona nos cuida, asiste, protege y guía a lo largo de nuestra existencia. A ellas nos encomendamos llenos de esperanza y, cada vez que podemos, acudimos a la cita, para venerarla en Riohacha, allá en su propia casa.
La vida nos conduce por caminos inciertos, muchos un día, por diferentes razones, nos separamos de nuestro terruño, junto a nuestro bagaje cultural, ancestral y espiritual, y lo que adentro quedó y germinó sabrá dar sus frutos aun lejos de casa.
En la distancia, un riohachero tal vez hablará a otros de su fe y descubrirá que, bajo otro nombre, en esas lejanías también hay espacio para ella, porque lo que el mundo católico celebra con gozo, como el cuarto misterio que lo anuncia, es la presentación del Niño Jesús en el templo y purificación de su Santísima Madre y ello viene recordado de Iglesia e Iglesia, aun cuando la fastuosidad y esplendor con que lo hace el pueblo riohachero no tiene par.
Algún día volveré, con tu divina intercesión y mi corazón se alegrará y en jubileo te celebrará, junto a ellos, mis paisanos, que como yo, te saben amar.
En la cuenca de tu mano yacen todas nuestras cuitas y en la luz de tu candela brilla, encendida, nuestra fe, Oh Virgen de los Remedios, que no nos falte tu guía Oh Madrecita amada. Aun desde lejos te honraré. Virgen de los Remedios, ruega por mis paisanos.