San Juan del Cesar, no solamente ha sido tierra de poetas, compositores, reinas de belleza, artistas y artesanos, distinguido por una lengua que ha hecho carrera en el argot popular y la farándula caribe. También es reconocido por sus serenatas con tres canciones bien sentidas y sus fiestas patronales de San Juan Bautista, todos los 24 de junio, lo mismo que, su Festival Nacional de Compositores en diciembre, en la víspera de las velitas y la navidad.
Pero igualmente, goza este municipio de una gran cultura religiosa, legado heredado de un siglo de su historia desde el natalicio del padre Manuel Antonio Dávila. Esta manifestación de rendirle culto a la amistad como a la familia, y de ser solidarios en la alegría y el dolor, fue más sublime en el año 2021, con la maravillosa idea de tributarle un homenaje póstumo a nuestros familiares y paisanos que murieron por efectos de la pandemia y otras enfermedades. El escenario propicio fue la Plaza Bolívar, donde se instalaron seis vallas con el patrocinio de Diario del Norte y Cardenal Estéreo, en asocio con la Alcaldía municipal y la Fundación Cultura y Desarrollo que organiza el Festival Nacional de Compositores. Fue un novenario conmovedor, allí permanecieron familiares y amigos durante nueve noches rezándoles el rosario y las personas que partieron de San Juan en 2020 y 2021 estaban plasmadas en una fotografía en una gigantesca valla publicitaria.
En ese recorrido, eran desgarradores los recuerdos, las lágrimas y los sollozos, al contemplar lo que parecía increíble e inaceptable. La partida de más de 150 sanjuaneros a la eternidad sin despedirse y sin un hasta luego, era el motivo del encuentro solidario. Busqué afanosamente en la visita que hice, la valla donde estaba mi madre, Rosa Isabel Mendoza, ‘La Cuio’, por allí inicié mi recorrido fúnebre, como llamando a lista. Ahí estaba mi viejita mirándome fijamente a los ojos, con su alegre sombrero festivo que lució en sus 98 años. En la parte superior, con su sonrisa optimista y la elegancia que siempre la distinguió posaba con soltura la seño Fabiola González, una amiga apreciada y respetable, de grata recordación.
Así mismo, contemplé la imagen del profesor de matemáticas Gustavo Gámez, mi primo hermano, y la foto de Rodrigo Cuello, amigo y maestro del Infotep. Me detuve igualmente, para contemplar en mi memoria la tristeza de una madre abnegada, como es María Telma Suárez, al mirar la sonrisa del joven Luise Urbina, su hijo, cuya prematura partida entristeció hasta el cielo sanjuanero. En la siguiente valla, me detuve a observar, la sonrisa tan juvenil de Huber Vergara, ese gran sanjuanero, que le apagaron la luz de la vida en extrañas circunstancias. Allí mismo, a su lado estaba, posando elegantemente como siempre, El Gran Joseíto Maestre, inspirando el respeto de siempre que se llevó a la eternidad con su emprendimiento sanjuanero.
Del mismo modo recordé a mi amigo, el Mono de Man, a Jaime Fuentes y a José María Díaz ‘Pumpo’, padre del destacado profesor Roberto Díaz, amigo de grata amistad. En la siguiente valla, estaba la imagen de ese gran patriarca sanjuanero, como lo fue el doctor Práxedes Bolaño, la señora Julieta Díaz, el médico del Pueblo, Leandrito, la profesora Marta Coronel, junto a Lourdes Mercedes Vega y mi apreciada prima Luz Ángela Mendoza de Los Pondores. Continué con mi recorrido, buscando muchas más caras conocidas y amigos de confianza que están ya en el cielo, y me encontré con el retrato de Nini Johana Mejía Soto, la desaparecida esposa de Armando Fuentes, mi sobrino, quien dejó a dos angelitos huérfanos. Junto a ella, una amiga de grata recordación como Blanca Estela Daza Pabón, la dinámica empresaria y exconcejal que también se nos fue a la eternidad.
Compartían la valla con Idalis Cujía González, la señora Aura vega, el periodista, Algemiro Acosta, el gran locutor y folclorista, además, y allí estaba también, ese gran sanjuanero, como lo fue Álvaro Daza Cuello, el recordado director del FER, padre de mis amigos, ‘Los mellos’ Álvaro y José Jaime. El último episodio de mi recorrido de esa visita con carácter funeral, fue la sonrisa de ‘Chelle’ Mejía y de Completo, no pude contener las lágrimas, porque me pareció escuchar sus carcajadas, y los vi allí, vivitos y sonriéndome, como siempre los traté. Al final, este abrazo de la tierra al cielo, sirvió no solo de homenaje póstumo sino para despedir a otros amigos que no sabíamos de su muerte.