El turismo se está reactivando después del fuerte golpe que sufrió como consecuencia de la pandemia del Covid-19, que malogró la economía mundial paralizando actividades y operaciones, producciones y rentabilidad, desestabilizando establecimientos industriales, comerciales y de servicios múltiples, generando desempleos, desabastecimiento, especulaciones, carestía y multiplicó pobrezas llevando a la quiebra a personas y sociedades, cargados de obligaciones sin soluciones por carencia de disponibilidad económica.
El turismo es una de las grandes fuentes de rentabilidad económica que no ha sido bien aprovechado por falta de percepción y centralismo en el territorio nacional. Colombia, tiene diversidad geográfica, territoriales, que puede explotarse de manera ordenada y disciplinada respetando prohibiciones y limitaciones ambientales. Disponemos para recreaciones y turismo: ríos, mar, sabana, montañas, desiertos y derivaciones de estas para vender servicios como: hotelería y hospedaje, restaurantes, parques, centros de recreación y eventos, casinos, canchas deportivas, náuticas, mercaderías, manualidades de artesanías, entre otras.
Tenemos para disfrutar variedad de climas, biodiversidad, alimentos, bebidas, en especial, comidas tradicionales que ofrecen en diferentes lugares del territorio colombiano. Costas, Atlántica y Pacífica, altiplanos, llanos, sabanas, islas, ríos, lagunas, fuentes hídricas y selvas; entre otros, pueden acondicionarse para prestaciones de servicios de recreación y turismo equilibrado, alineado a la rentabilidad, cuyas operaciones requieren de muchos empleos directos e indirectos que con urgencia se necesitan enganchar para menguar pobreza y fomentar desarrollo.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro debe enfilar baterías para materializar la paz y garantizar seguridad, en primer lugar. Seguidamente, emprender y ejercer explotaciones agrícolas y de turismo, para lo cual se requiere acondicionar vías, además de principales, secundarias y terciarias veredales, velar por eficientes servicios públicos, tecnificar la tierra y cultivos, implementar centros de acopios e industrializaciones agrícolas; ambas actividades se complementarían, turismo-agricultura, en apoyos mutuos de manera económica, sirviendo de gran utilidad rentísticas para solventar y erradicar el desempleo y subempleos informal y temporal, bajando el índice de desempleo que actualmente sobrepasa los dos dígitos.
Es un buen consejo de sugerencia a nuestro presidente para mejorar produciendo la rentabilidad en personas y sociedades empresariales por ventas de servicios y empleos. De esta forma, antes de que la nación sufrague gastos por atenciones de salud en personas que padecen pobreza, se lo ahorra ofreciendo oportunidad laboral con seguridad social. Erradicar la pobreza no es nada del otro mundo, solo se necesita voluntad del mandatario y concertación de acuerdos, apoyados en planes y proyecciones de inversiones que se promuevan y estimulen para lograr éxito.
Las naciones que progresan son aquellas que direccionadas por gobierno ofrecen medios de trabajo indiscriminados para todos sus habitantes mayores de edad. El abandono y la inseguridad en las regiones y localidades es la causa de tener operando un turismo a media máquina y campos agrícolas deprimentes, descuidados y erosionados; pidiendo a gritos despegar, pero nada. Es la ocasión que debemos aprovechar con fe para lograr objetivos precisos que se programen. Dios quiera que así sea para el bien de todos.
En Colombia tenemos muchos profesionales y técnicos especiales de calidad, seriedad y experiencias en cultivos agrícolas y de especies marítimas. De igual forma, en ganadería, avicultura, pesca y otras actividades que no han sido bien utilizados para obtener buenos rendimientos. Algunos ostentosos políticos no aprecian a los distinguidos profesionales, otros desgraciadamente no ven oportunidades y el desempleo los arrastra hasta el anonimato desperdiciándose mucho valor humano por inconsecuencias, incoherencia, inconveniencias, ignorancias, politiquería y desapegos; en sentido de pertenencia. Mientras no se aprecie y valore la calidad de las personas estamos destinados al fracaso y al atraso, como lo estamos viviendo.
Admiro al columnista Indalecio Dangond Baquero, un profesional guajiro de altos quilates y larga trayectoria en el ramo agrícola. Especialista en producciones de gran experiencia que ilustra en sus artículos periodísticos, informaciones y opiniones conceptuales relacionadas con variedades de cultivos para diferentes lugares del territorio nacional, requiriendo de financiación y tecnología. El doctor Dangond debe agregar a la lista de variados cultivos, en diferentes localidades de Colombia, los cultivos de cannabis, que serían vitales para fortalecer la economía y generar empleos en esta crítica nación.
El cáñamo es la revolución de nuevas industrias, siglo XXI: medicinal, alimenticia, cosmética, textil, material de construcción, empaques, papelería, sustitución de maderas etc. Se necesitan grandes cantidades de cultivos del tallo fibroso (cáñamo) y se debería iniciar en terrenos adecuados, para sembrar por lo menos, 100 mil hectáreas, que generarían más de un millón de empleos directos, en solo cultivo. Súmele los indirectos en la cadena de servicios y labores, recolección, procesamientos, empaques, transportes y comercialización; que se necesita para cada uno de los productos industrializados con destino al consumo.
Al presidente Petro le serviría de mucha utilidad la participación en el Gobierno del referenciado profesional, Dangond Baquero para apoyar en la cartera agrícola a la ministra Cecilia López Montaño, indiferentemente que sea un miembro del Centro Democrático, pero está presto para contribuir a resolver problemas y necesidades relacionadas con alimentos y generar progreso rural, que no tiene color político.