“Que fuiste tú para mí: Un grito que se ahogó en la distancia, un sol que murió con la tarde; un cielo colmado de estrellas, en noches veraneras fuiste tú para mí. Tú fuiste el ave de paso que vino a posar en mi vida; hoy solo eres sombra perdida, vagando en recuerdos de ayer”. Fragmento de la canción ´Sombra perdida’, cantada por Rafael Orozco.
‘Sombra perdida’ es el título de una de las obras musicales más representativas del folclor vallenato. Es un universo de pinceladas perfectas hechas narrativas poéticas, la catarsis del amor y el dolor sin marchitar la dignidad de nadie, una obra digna de un espíritu femenino repleto de sabiduría, empoderamiento, sutileza y contundencia.
Una autora que inmortalizó una historia en la voz de Rafael Orozco y luego en las múltiples voces que han decidido grabarla, ella es la maestra Rita Fernández.
Es importante visibilizar a las autoras, porque ellas merecen el reconocimiento de sus aportes musicales y eso implica que dejemos de masculinizar el vallenato y no se olvide el aporte poderoso que hacen las mujeres a él, repito, el vallenato no es machista ni excluyente, son machistas quienes lo enmarquen en estereotipos de género, llenándolo de etiquetas innecesarias.
La maestra Rita Fernández nos entrega en su canción ´Sombra perdida’, una luz de cómo hacer música respetuosa, que se aleja en absoluto del estilo de canciones que animalizan, cosifican y denigran a las mujeres, al amor, a las formas armónicas de relacionarse la humanidad, canciones que lapidan el respeto por las diferencias y las emociones de otros/otras.
‘Sombra perdida’, muchos piensan que es de autoría de algún juglar (hombre) como se acostumbra en la música vallenata, pero es una oda a la grandeza femenina y a la virtud de ejercer la resistencia creativa combinada con resiliencia natural. Esta composición, nacida de un vientre fructífero musical que ha parido melodías poderosas en diferentes géneros musicales, e incluso, es la autora del himno de Valledupar, todo ello la convierte en una juglaresa vigente y admirable.
La maestra Rita Fernández es y será por siempre un referente para todas las generaciones, una mujer que ha transitado por rutas desafiantes por causa del machismo vertical y absurdo desde todo punto de vista, en tiempos donde no se hablaba de equidad e igualdad, ella con acciones contundentes aportó a la inclusión femenina.
Solo puedo decir gracias, porque si bien son muchas las canciones que convocan a seguir replicando conductas machistas, racistas, misóginas y excluyentes, las composiciones de la maestra Fernández son poesía empoderada y con esencia de fuerza, estética y ética femenina, que para nada es símbolo de fragilidad, sino de talento tejedor de amor, paz y transformación.
Una sombra perdida que nos orienta a encontrarnos con la libertad de expresar emociones, de proyectarnos vulnerables y reales, creativos y sentipensantes, eso es la música. un universo de libertades con responsabilidad afectiva – honestidad empática, porque si bien tenemos derecho a decir lo que sentimos, también nos compete el compromiso de no ser generadores de violencias, porque el arte es una herramienta de alianzas, amores, construcción y eterna empatía rehumanizadora.
Gracias maestra Rita por enseñarnos la potestad del vallenato pulcro, elegante e integrador, el sello de mujer Caribe, poseedor de poderes infinitos que engalanan el realismo mágico de nuestras provincias a orillas de mares, ríos, sierras y desierto. Somos eso, un caribe inmenso con fuentes inagotables de poesías, relatos y canciones que deberían siempre fluir hacia el respeto por todos y todas y jamás a su cosificación o denigración. Ahí están las huellas como las de la maestra que deben ser faro para las nuevas generaciones, porque la buena música es el acto político de mayor poder… hago una plegaria por más composiciones con responsabilidades afectivas.