Estuvo de cumpleaños una gran señora, un ser humano excepcional, una grande amiga de mi mamá que ya no está en el mundo terrenal, pero nosotros sus hijos la queremos con el alma, ella es Socorro Morales Dangond, quien recibe miles de felicitaciones ,de su eterno amor Oscar Cortes, de sus hijos Carmen y Carlos Mario Cortes Morales, de sus nietos, de sus hermanos en especial de Margarita y Samuel Morales Dangond, de sus sobrinos y sobrinas que la quieren mucho, de todas sus amistades y sus vecinas que han sido como su familia como Olinda Daza Mojica, Elba Dolores Rodríguez, Leonor Gómez, entre tanta gente que la quiere. Para ella mis felicitaciones y Dios le siga dando buena salud y más vida, para que siga disfrutando de ella.
Existe una verdad de a puño, que los reconocimientos se deben hacer en vida y es una verdad que no necesita discusión. ¿Para qué después de muerto? ¿Para qué tantas coronas y tantas lágrimas?, si las flores se deben dar en vida y las lágrimas deben ser de alegría y de amor por los seres queridos. En Villanueva, la tierra de mis amores, una matrona singular y espectacular llamada Socorro Morales Dangond, se convirtió desde su juventud en una de las mejores amigas de mamá. Fueron condiscípulas en todo. Ambas laboraron en un almacén que los viejos siempre recuerdan cómo fue el de “Los Barranquilleros” de la familia Cortes Madrid y allí se contagiaron en la época no solo con la generosidad de esta familia antioqueña si no con los villanueveros que atendían de manera diaria y me atrevería a decir que en este almacén fueron muy felices.
El agradecimiento es el sentimiento más noble que debe salir de un ser humano. Agradecimiento en especial cuando se han tenido momentos difíciles en el diario transcurrir y es cuando una mano amiga, con esa generosidad y ese grado de amistad y de amor tiende la mano a la amiga y en especial a su madre y sus hijos. Ese es el recuerdo que siempre llega a mi memoria de la buena amiga Socorro, en especial cuando a mi madre le tocó irse a Venezuela, cuando el bolívar era una moneda fuerte para poder subsistir de la pobreza en que nos levantamos. Allí siempre estaba ella al lado de la abuelita querida ‘Carmita’ Bracho para darnos la mano y llegar en el momento oportuno esa misericordia que nos las daba con esa sonrisa y esa disposición como haciendo apología a lo que Cristo enseñó para que la humanidad se amaran unos a los otros.
Cuando mi madre regresó nuevamente a su pueblo, siempre en las mañanas a la primera persona que iba a visitar era a su buena y entrañable amiga Socorro. Allí tertuliaban de las cosas maravillosas por las cuales habían pasado desde su juventud, de sus luchas y de sus éxitos, en especial con sus hijos.
Socorro Morales Dangond, una mujer con carácter y firmeza pero ante todo con un corazón henchido de humildad y de buenos servicios.