El ser humano en su complejidad fisiológica, en esa esfera híbrida biopsicosocial, tiene millares de formas para apreciar su entorno. Además, es sociable por naturaleza y en cuanto al proceso comunicativo, está presente desde el nacimiento, en una manera no verbal, pero comunicación, al fin y al cabo; esta es una condición básica.
Siempre en interacción, utilizando diversas herramientas, la ciencia y el arte, veremos, se conjugan en la humanidad. Por otra parte, la academia en Comunicación Social en reiteradas ocasiones y casi en una consigna convierte, el afirmar que, las historias están al alcance de todos para ser contadas, puede tratarse del mismo tema, pero cada comunicador la contará diferente y ello tiene base científica, cada quien, en su cognición, experiencias, en su genética y epigenética tendrá un lente para ver la vida, y así relatará sus realidades.
El campo de la Neurociencias ha aportado en las últimas décadas tantos estudios alrededor del cerebro creativo, millares de sinapsis neuronales, apuntando a circuitos específicos, se realizan ante la construcción de un elemento novedoso; evocando que todos poseemos creatividad, utilizada en la cotidianidad. No obstante, la creación de una pieza científica o artística, ya cuenta con apoyos imagenológicos realizados por los investigadores de la materia, que vienen desenmascarando las rutas neuronales interconectadas ante un propósito determinado, inclusive revelan el cerebro del poeta. En el escribir poesía no solamente, es destacar las áreas de Wernicke y de Broca, nuerufisiológicamente implicadas en la decodificación lingüística, aunque no las únicas.
Es resaltar una serie de estructuras establecidas en varias áreas: corteza prefrontal, parietal, occipital, todas se integran, inclusive el sistema límbico ejerce su injerencia, siendo este un complejo neuronal que aporta la impronta emotiva, memoria y aprendizaje a todo este andamiaje creativo; todo ello en una compleja asociación, quedando derribado el mito de ser un momento mágico o de meros sentimientos, lo responsable de realizar un poema o una canción; el sistema nervioso central, va más allá. Cabe anotar, que el cerebro goza de una gran plasticidad, fenómeno que permite compensar neuronalmente las situaciones adversas, genera mecanismos compensatorios, el cerebro no se cansa de crear, y claro; el abono a este acto lo da la persona con todo ese universo en el que ha estado sumergida. Por ello, escuchamos poemas, canciones que, aunque utilicen los mismos elementos en sus contenidos, su forma de tocar al público es peculiar, cada producto viene con un sello sensorial e intelectual, propio. Inclusive, un mismo autor, se puede sentar a realizar una pieza en diferentes tiempos, sobre el mismo objetivo y el producto sencillamente no será igual al otro. Ahora bien, tomemos un pasaje artístico en torno a dos personajes recordados en el campo de la música:
El maestro Leandro Díaz, juglar vallenato y el médico y compositor Jorge Villamil, en momentos de su trayectoria artística, hacen una personificación a los árboles con el acto de llorar. Nótese los mismos elementos envueltos en igual aflicción. Unos lloran por el calor incesante del verano y los otros por el estremecer del viento:
Vengo a decirles compañeros míos…
¡Llegó el verano!…
¡Llegó el verano!
Luego verán los árboles llorando, viendo rodar sus vestidos.
Los que han tendido con tanto placer, porque el invierno con gusto les da.
Uno por uno se ven decaer…
¡Ahora a los campos les toca llorar!
(Fragmento de la canción, El verano, Leandro Díaz)
Lloran, lloran los guaduales,
porque también tienen alma.
Y los he visto llorando.
Y los he visto llorando.
Cuando en las tardes,
los estremece el viento en los valles.
(Fragmento de la canción: Los guaduales, Jorge Villamil, 1965)
Vale decir, estos maestros de maestros, con vidas distintas en todos los aspectos, dejaron un legado inconmensurable y al espectador podría surgirle inquietudes en giro al proceso de sus creaciones. Entonces, guardando las proporciones de los acontecimientos, meses atrás en el Taller Literario Radio Revista Cultural Carruseles, su director, escritor y poeta, Guillermo Luis Nieto Molina, lanzó una propuesta literaria, escribir frente a tres poderosas palabras con olor a desafío: Si fueras capaz…
Posiblemente, alguien frente a un libro que reúne a cincuenta y cinco escritores en las siguientes latitudes: Argentina, Chile, Colombia, España, Perú, Polonia, República Dominicana, Suecia, Uruguay y México, llegando con el mismo tema, podría realizarse este cuestionamiento:
¿Leer la misma temática?
Pues, con los argumentos analizados, podemos decir que, al leer, esta antología internacional denominada: Si fueras capaz, hallará un espectro sensorial, el concepto de la igualdad dio diversidad de estilos. Se topará de entrada con una verdadera sinapsis poética, una respuesta contundente a un reto. Iniciará el desarrollo de la trama, con unas letras que hacen una bella comparación de los años guardados, esos sueños aplazados, con unos tarros colocados en la alacena.
Continuará su viaje placentero, cabalgando entre vocales y consonantes con sensibilidad propia, topándose con llamados de atención al orgullo, caballeros cortejando a sus amadas, a mujeres reclamando por errores cometidos en un pasado. Hallará a un hombre enamorado de Gina, otros pidiendo cercanía a Dios. Un poemario entre ayes y suspiros, no falta el texto que enreda un collar de verdades en el cuello para vencer la incredulidad; en la página 20, número que recuerda los dorados veinte años que tuvimos. Algunos hablan de consuelo, de una invitación al bosque de la alegría, de autoestima, de la nación cruel, también del desvestir del paso del tiempo.