Maicao estrena por estos días nueva representación de Simón Bolívar. Su autor, Vespasiano Ruiz Pichón, artista plástico radicado en Maicao desde hace muchos años. Esta estatua reemplaza una que se destruyó por falta de mantenimiento. Se halla en la plaza mayor de la villa comercial. Entre las preocupaciones de Vespasiano estuvo con qué rostro presentar a su Bolívar.
Sobre el tema no hay unanimidad, pues la sociedad blanca colombiana lo ha presumido ario, ignorando que el caraqueño portaba hasta un octavo de sangre mestiza. La discusión se ha centrado más en prejuicios raciales que en una real investigación del árbol genealógico de El Libertador. Una sustentación precaria es que Bolívar se parece al retrato pintado por el peruano José Gil de Castro. El mejor aporte en la aclaración de cómo era el rostro de El Libertador lo hizo Hugo Rafael Chávez Frías. El dirigente venezolano ordenó la exhumación de los restos de Simón Bolívar y crear un rostro con base en el cráneo de su paisano.
La reconstrucción del rostro del venezolano se hizo mediante técnicas de antropología forense, una mezcla certera entre lo artístico y lo científico. Esta técnica se usa en las investigaciones policiales para reconocera quién puede corresponder un cráneo sin identificar. El pintor francés Philippe Froesch tuvo a su cargo traer al presente cómo se veía el caraqueño.
La tarea se hizo mediante ecuaciones de regresión usadas por el FBI en su unidad de contraterrorismo y apoyadas por la Universidad de Manchester. Pero oh sorpresa, el resultado no fue el esperado por el bolivarianismo de oficio. Porque el divino rostro era mestizo con pómulos pronunciados, cejas tupidas y labios menos delineados de los que corresponderían a un centroeuropeo. Sin embargo, la técnica forense usada fue implacable, acercándose en el 90% a la realidad; quedó el diez por ciento a interpretación del color exacto de los ojos y de la piel o de las arrugas que ya presentara el Libertador a los 47 años de edad cuando murió.
Martín López González con rotunda jocosidad señala que el Simón Bolívar maicaero parece tener una erección. Le comenté que precisamente, el escultor en una presentación en privado de su obra nos hizo notar esa característica. Dijo que en escultórica se suele representar a los esculpidos como eunucos, cuando no criptorquídicos (cojones no descendidos) por puro pudor. Recalqué que Simón Bolívar fue hombre de catre caliente.
Sin embargo, la historiografía prefiere un Bolívar asexuado e impoluto de carnes, como trinaron cuando Rodrigo Arenas Betancourt develó su Bolívar desnudo en Pereira. Gritaron a voz en cuello como lo hicieron algunos eruditos de Bizancio al discutir sobre el sexo de los ángeles, que vistiera las supuestas vergüenzas de don Simón. Menos mal que el escultor antioqueño ni Vespasiano Ruiz les pararon bolas a los pudibundos críticos de un Bolívar en ejercicio de su poder y faena militar y de un momento de salud, que no siempre le acompañó.