Si pasas por mi tierra, aprende a apreciar sus colores bonitos y a escuchar con oídos atentos, su ruido alegre y fiestero.
Guarda en tus bolsillos los prejuicios y etiquetas y déjate atender por la hospitalidad generosa y espontánea de su gente.
Sumérgete en el bullicio de la romería de paisanos que transitan sus callecitas, empujando con tesón la vida, pese a la constante sed y el calor inclemente, pero siempre con una sonrisa.
Cuando llegues a mi pueblo recuerda que lo sencillo es lo más bello y es lo mejor y solo las almas sensibles saben distinguirlo y apreciarlo.
No olvides que una mochila, aunque esté tirada en el piso y tal vez mojosas por la arena del desierto y el salitre de la brisa marina, porta consigo la riqueza ancestral de artesanas milenarias, de tradición y de mitos: llévala contigo con orgullo para que nos recuerdes y cuentes de tu increíble aventura en un paraíso exótico y misterioso, donde sol, sal, desierto y mar se funden en una sola imagen que jamás podrás olvidar.
Con pocos pesos podrás saborear una arepa de pilanderas de maíz cariaco y no le temas al color porque el sabor la supera y es ambrosía y manjar que ningún restaurante fino podrá jamás brindarte.
Cuando pases por mi tierra, no dejes a mis paisanos con las manos extendidas y acepta todo lo que te brinden… créeme, que será todo exquisito, porque el café a veces suele exaltar su sabor con una astilla de canela, el jugo de mango es de la cosecha sabrosa del palo del vecino y están acabaditos de recoger… y sea de azúcar, de hilacha o hasta de chancleta, las manos de la abuela que durante años cuidaron del frondoso árbol, lleva la bendición de la ‘Vieja Mello’ y todas sus oraciones y por ende a ti esa protección también te cobijará, si le pones fe.
Si al finalizar una tarde estás en mi pueblo, es inútil que parpadees pretendiendo aclarar tu visión, pues no es una ilusión óptica, tampoco es un juego de tu imaginación, esa imagen que supera un cuadro de cualquier artista impresionista, es real… los atardeceres más hermosos del planeta nacen por estos lados y es todo un romance ver al sol seducir a la luna, que coqueta se asoma y lo despide, mientras el astro rey desvanece de amor y se retira a reposar en el mar, regalándote un cielo colorado de ensueños que inspiran a nuestros poetas y entibian corazones.
Si caminas por mi tierra quizás te encontrarás en el medio de una plaza siempre viva, de cara al norte, gira tu mirada a la derecha y contempla el nicho de nuestra fe: La Catedral.
Si un día viniste a mi tierra y si tal vez aún conservas esa vela, búscala, no hay un tiempo más oportuno que el hoy para encenderla: pide por ti, por mi y por nosotros… que la luz de la ‘Vieja Mello’ ilumine y proteja nuestro camino en esta extraña navidad.
Que tengan un riohacherísimo día: alegre y cálido.