“Ya no se escuchan trapiches, ni caballos, ni acordeones; ya no cantan sus mujeres en noches plenilunares. Ya no canta Raúl Parodi, ni Vásquez, ni ‘Chema’ Gómez; que cantaron la belleza de esa tierra inolvidable”.
El aparte transcrito corresponde a la canción ‘Hermosos tiempos’, de la inspiración de Carlos Huertas Gómez, en la cual hace remembranzas de mejores tiempos en Fonseca cuando un acordeón anunciaba la salida de la luna, la cual fue incluida por Jorge Oñate con Los Hermanos López en el LP ‘El Cantor de Fonseca’, que salió en el mes de octubre de 1973, la cual hemos recordado en virtud de las múltiples efemérides que se cumplen durante el presente mes.
Después de hacer un análisis retrospectivo de las casualidades y fatales coincidencias que se han presentado en el mes de septiembre y que de alguna manera han impactado para bien unas veces y otras para mal a la música vallenata, hemos considerado conveniente llamar la atención al respecto y será objeto de una próxima crónica, pero es imposible referenciarlos sin recordar que se cumplen el próximo 18, los primeros 24 años desde cuando ‘El Cantor de Fonseca’ iniciò su viaje a la inmortalidad
Tuvo Carlos Huertas la gracia de nacer un 21 de octubre, Dia de Santa Úrsula, vino a este mundo para inmortalizar con toda gratitud el nombre de Dibulla, el lugar donde vio por primera vez la luz y también a toda La Guajira, que como trashumante desde chiquito se hizo libre y se consagró como ‘El Cantor de Fonseca’.
Fue un compositor de inteligencia natural, sus canciones y su destreza para tocar la guitarra lo hacían diferente, el hijo de ‘Lola, la blanca’, fue un guitarrista hábil y melodioso y letrista insuperable en sus canciones de amor o de complacencia a sus amigos.
Difícil escoger entre sus canciones la mejor, pero su canción autobiográfica y emblemática fue y sigue siendo ‘El Cantor de Fonseca’, grabada por Luis Enrique Martínez, Los Hermanos López con Jorge Oñate, y por Carlos Vives, entre otros, con la cual se internacionalizó esa canción y otras de similar calidad, como hermosos tiempos a lo cual nos referimos inicialmente, que visibilizaron poéticamente la belleza y las añoranzas de su pueblo en donde muchos juglares dejaron su huella indeleble de doble vía desde la Sierra de los Brito, también nos dejó obras que le cantan al desamor y el despecho como ‘La Casa’, inspirada en la soledad en que se encontraba en aquel momento y la visita de su amigo Grismaldo Varela, presa de un desencanto amoroso.
‘Qué vaina las mujeres’, en la que confiesa que ellas son las que estaban acabando con su vida; también las que hizo para complacencia de sus amigos como ‘Cerro Peralta’, a su amigo Gilberto Florentino Iguarán, el marido de Georgina Gámez; que todavía está viva en Cotoprix. ‘Tierras del Sinú’, con la cual alaga a ‘Nabo’ Cogollo y le recuerda a ‘Nando’ Otero la novilla que le ofreció. ‘Al compás de una guitarra’, una elegía cálida para sus amigos Julio Vásquez y Leandro Díaz.
‘Lola, la negra’, un homenaje a Barrancas y a Lola Redondo, gran amiga de su madre ‘Lola, la blanca’ y a la familia Berardinelly. Por último, ‘Buena parranda’, un testimonio de gratitud de ‘Chijo’ López para su amigo ‘Luki’ Cotes, encargo nada difícil para quien la amistad era tan importante.
Igual, dejó a la luz de todo el amor por su tierra y que se sentía grande por haber nacido en La Guajira, con ‘orgullo guajiro’, por ejemplo; tampoco guardó silencio cuando tocaba cantarle hermoso para cautivar a la mujer, de ellas son botones para mostrar: ‘Del tamaño de la Luna’, que le grabaron ‘Juancho’ Rois y Elías Rosado; ‘Después de pascuas’, ‘Poncho’ y Emiliano; ‘Ay mamá’ y ‘¿Por qué?’, Silvio y ‘Pangue’.
Hizo también en ritmo de pasaje una canción al amor filial para Amílcar, su hermano, la cual tituló ‘Mi hermano y yo’, y dejó para la posteridad también otra de sus obras festivaleras, merecen mencionarse ‘Tierra de cantores’ y ‘Abrazo guajiro’, entre otras, todas recurrentes en la radio colombiana.
Siempre he sostenido que, de sus canciones románticas, lo dejó todo extendido cuando escribió y colocó rima y melodía a su obra musical titulada ‘¿Por qué?’, que Silvio y ‘El Pangue’ incluyeron en 1980 en el LP ‘Esto se respeta’. Dice así: “Quien pintaría tus labios rojos color jazmín, quien robaría al azul cielo su inmensidad; para poner en tus lindos ojos el verde mar, esa mirada que me asesina y me hace feliz. Porque tus ojos, porque tus labios, porque tu boca; porque tus manos, porque tu voz. juran enojos, gritan agravios y mi alma loca; para ti canta esta canción”. Si se comparan con cosas que están grabando por ahí dan ganas de llorar.
La gran injusticia se cometió al descalificar en el Festival Vallenato en 1976 su canción ‘Abrazo guajiro’, eso en la tierra no se perdona, lo perdonará Dios, y pensar que detrás de su participación había un drama que el 21 de agosto reciente pasado nos relató Lira, su hija, en el programa ‘Tributo al Vallenato’ que dirige desde Miami Alfonso Quintero por ‘Super U.S.A.
Tv’, en el cual participé. Resulta que la situación económica en la casa era muy difícil y los hijos pequeños y su señora le sugirió que hiciera la canción para que participara en el festival, para ver si lograba ganarse un premio que aliviara la economía familiar, pero la mezquindad del jurado los revictimizó, regresó con las manos vacías, gracias a Dios a Jorge Oñate sí le gusto y en el LP ‘Únicos’, no solo le grabó esa sino ‘Qué vaina, las mujeres’.
El público sí lo premió porque las dos son recurrentes y en todos los festivales se recuerda el ‘Abrazo guajiro’. Aquella vez, desilusionado decidió no volver a participar y así nació ‘Documental guajiro’, que le grabó Alfredo Gutiérrez en 1979, proponiendo realizar en Riohacha un gran festival para destacar el nombre de Francisco El Hombre.
Desde luego, no propuso exaltar nuevas olas, sino en vallenato tradicional. ‘Abrazo guajiro’ dice así: “Buenos días festival, fiesta tradicional, folclórico concurso; te vengo a visitar viejo Valledupar, te saludo con gusto.
Desde mi tierra vengo yo con mis cantares, con alegría a la tierra de Chipaco; de La Guajira le traigo un abrazo al valle en especial para mi compadre ‘Turco’”, eso no lo escribió con las manos ni lo rasgó con su guitarra, lo hizo con el corazón y con hambre de triunfo.
A La Guajira Carlos Huertas, como sucedió con Luis Enrique Martínez y Romualdo Brito y otros, le quedaron grandes los reconocimientos, se los están haciendo después de su partida.
Carlos inició su inmortalidad, próxima a cumplir los 65 años de existencia terrenal.