Ha pasado poco más de un año cuando todo este caos de la pandemia llegó a nuestro país y con esto todo lo que implicó reinventarnos para hacerle frente a lo que el coronavirus conlleva. La incertidumbre era y sigue siendo la constante en este tema, nosotros al igual que el Gobierno nacional y el resto del mundo no sabíamos a qué nos enfrentábamos y el enemigo silencioso había empezado a cobrar vidas en Asia, Europa y la parte norte de América. En ese momento la presión al presidente Iván
Duque no se hizo esperar, cierres y una cuarentena estricta nos dio una gabela para adquirir insumos y empezar a organizar el sector salud para lo que se venía. El cierre fue inminente y la catástrofe económica aún se siente en todos los sectores, pero ¿qué vale más: la vida o la economía? Y el gobierno nuevamente apertura con protocolos poco a poco algunos sectores.
Con esta afirmación no quiero inclinar la balanza hacia la economía, pero sí quiero manifestar que aunque el Gobierno nacional establece políticas porque es su función y responsabilidad tal como lo consagra la Ley Estatutaria en salud 1751 de 2015, donde se establece que es deber del estado garantizar y proteger el debido cumplimiento del derecho a la salud de los colombianos, mediante la adopción de decisiones que no conlleven al deterioro de la salud de la población y de acciones que resulten un daño en la salud de los pacientes, las cifras hoy revelan un panorama muy triste, a la fecha han fallecido más de 70 mil personas en Colombia por coronavirus y la falta de conciencia frente a las medidas del uso correcto del tapabocas, distanciamiento y demás medidas de bioseguridad muchos las omiten y entonces me pregunto es qué los colombianos debemos tener un gobierno dictatorial para que este tercer pico que estamos viviendo se frene y no llegue un cuarto o un quinto o un sexto que sea más catastrófico, o es que tenemos que ver familiares cercanos muertos para entender que esto es una realidad y ser prudentes en nuestro diario vivir.
Es clave entender esto porque no hay decreto que valga o que se cumpla y la actitud de todo esto no es desde el interior y más aún, teniendo en cuenta que hay nueva variante circulando en nuestro país que es 70 veces más agresiva y contagiosa que la que inicialmente llegó el año pasado y es lo que tiene las entidades de salud en muchos departamentos al límite en la que unas camas de cuidado intensivo ya son escasas y marcan la diferencia entre la vida y la muerte.
El coronavirus es una triste realidad que la especie humana debe aprender a sortear y estos procesos que denotan evolución, cambios y adaptación llevan tiempo, el hombre a diferencia de otras especies es pensante, esto suma a su favor, aunque las cifras de muertes no lo parezca, como lo enunció Darwin en sus postulados los individuos menos adaptados al medio ambiente tienen menos probabilidades de sobrevivir y menos probabilidades de reproducirse; los individuos más aptos tienen más probabilidades de sobrevivir y más posibilidades de reproducirse y de dejar sus rasgos hereditarios a las generaciones futuras, lo que produce el proceso de selección natural, es decir, los que sobreviven y sobrevivirán al Covid y es bajo esto, la actitud es lo que marca la diferencia.