“El problema nuestro es el tiempo porque siempre va a toda prisa, y a lo largo de nuestras vidas, solo van quedando recuerdos”
El aparte transcrito preliminarmente, corresponde a la canción titulada ‘Los cambios del tiempo’ de la autoría de Calixto Ochoa que ‘Poncho’ y ‘Emilianito’ incluyeron en el LP que titularon ‘Mañanitas de invierno’ cuyo lanzamiento se hizo el 29 de febrero de 1993, vino a mi mente a propósito de un acontecimiento que lamento y me duele.
Obediente a la voluntad del altísimo, se marchó para siempre ‘La Negra’ Peralta, una prima de mi madre que era su hermana, a quien vi en mi casa desde cuando mis ojos vieron por primera vez la luz, en las buenas y en las malas, en nuestras subidas y en nuestras bajadas.
Era esa mujer, que vivía contenta y siempre paciente, un ser humano excepcional, cálida, solidaria, bondadosa y atenta, de esas personas que quisieron a mi vieja y que nunca cambiaron conmigo, fue especialmente deferente con ‘El Nene’ de su madre, cada navidad cuando yo estaba niño y venía de Venezuela el regalo para mi, era ineludible, por eso, desde que comenzaba el mes de diciembre esperaba ansioso su retorno al pueblo con sus hermanas, su llegada era un acontecimiento de gran significación en aquel pueblito polvoriento donde todos nos queríamos y éramos felices.
La verdad, no pensé jamás en un desenlace fatal pronto e inmerecido para ella, la última vez que la vi, cuatro días antes, tuve la impresión que nos acompañaría durante unos años más, no imaginé que estaba en las postrimerías de su presencia entre nosotros, Dios tenía otros planes para ella, no será posible un nuevo encuentro el 17 de noviembre para su cumpleaños, ahora, será póstumo y de celebración celestial, allá donde todo es amor y la luz es infinita.
No volveré a ver su rostro sonriente al recibir el pollo que en cada visita le llevaba, no nos acompañará más la noche del 31 de diciembre en nuestra casa en Monguí para despedir el año viejo y recibir el nuevo compartiendo los pasteles que tanto le gustaban, la Divina Providencia fue con ella especialmente generosa al regalarle 15 años más que a mi vieja en su periplo vital, le quedaron a las dos muchas cosas por conversar y por compartir.
Hizo parte ‘La Negra’, de una generación de gente valiente y trabajadora que asumiendo los riesgos que siempre han existido en la frontera se desplazaban en el mes de enero a la vecina República Pre Bolivariana de Venezuela para entregar su fuerza de trabajo a cambio del pago con bolívares, moneda fuerte, y de gran importancia para nuestra gente, ella, con sus hermanas Carmen, Bersabeth, Yolanda y su hermano Luis Alberto permanecían por allá hasta el mes de diciembre cuando regresaban en camionetas bulliciosas, fletadas desde Maicao, que entraban pitando al pueblo para que todos estuviéramos enterados que las fiestas navideñas comenzaban oficialmente.
Le sobreviven a quien hemos despedido como prolongación de su existencia sus dos hijos, Nurys y ‘Toño’, ella afectada desde la plenitud de su primavera por una violenta isquemia cerebral que le afectó funcionalmente para continuar en su actividad como ingeniosa confeccionista de prendas para vestir nuestras mujeres, y cuando ya su fama por el buen gusto en los diseños era conocida en toda la región, sin duda, me lo dijo una vez, que la preocupaba, que la muerte llegara y tuviera que dejar a su hija con esas limitaciones físicas; ‘Toño’, por su parte, quien compartió pupitre conmigo en mis primíparos años de educación, se entregó de vida, alma y corazón a las actividades del campo, en ‘El Tropezón’, el lugar escogido por su abuelo ‘Papa Crispín’ para la cría de sus animales y los cultivos de pancoger, quien se está recuperando de la herida de bala recibida cuando encontró a algunos delincuentes que pretendían llevarse lo que no han trabajado, para ellos, sus vástagos, pido a Dios fortaleza para sobrellevar el dolor lacerante y brutal de ese viaje a la posteridad, porque sé que la resignación cuando la madre se va es imposible, quien quiera saber cuánta falta hace la madre cuando se va, que me pregunte a mí, ese dolor se alivia , pero es incurable.
‘La Negra’ vino, estuvo con nosotros, nos regaló un caudal infinito de cariño, trabajó bastante y se partió, deja su huella indeleble en el corazón de todos, no me volverá a preguntar por ‘Las reinas de mamaita’, no escucharé su voz, siempre optimista preguntándome cómo estoy y cómo están mis hermanos, sobraban las razones para que nuestro pueblo estuviera tan triste el día que se llevó a su última morada, el vacío ya se sentía, es inocultable que nos estamos quedando sin la gente que nos dio el ejemplo, y ante la durísima realidad que ese legado le ha quedado grande a las nuevas generaciones, se perdió el respeto, y cada vez hay menos consideraciones.
Siguiendo el pasaje de las santas escrituras te pedimos, ‘Negra’ nunca te vamos a olvidar, acuérdese de nosotros ahora que estás en tu reino.