Bueno Paisanos, se acabó esta vaina y hay más de una razón pa’ celebrar; nunca se sabe con qué invento saldrá el 2023 y a estas altura del partido ya me lo espero todo: desde una invasión extraterrestre o hasta que «llueva café en el campo» y con un Putín loco suelto, cualquier cosa puede pasar.
Acuérdense bien de todos los rituales que hay que hacer y hoy me tomo el trabajo de recordárselos. Se les dice y advierte con antelación porque «guerra avisada, no mata soldado» y los ucranianos clarito lo tienen.
Ante todo, y bien temprano, a lavarse el pelo y según de cómo seas, las ñongas, a ponerse los rulos y las lacias, a hacerse la vuelta, porque si no apartaron su cupo en el salón, ya se jodió Pindanga, pues todo andará más lleno que una venta de arepuelas dulce, de esas de a mil barritas cada una.
A olvidarse, por hoy, de las dietas y las medicinas, ya está bueno de tanta represión ¡carajo!
Por eso hoy se vale hartarse de lechona, pernil, pastel, lasaña y a empujarse las 12 uvas con sus respectivos deseos, y beber ron, whisky, champaña y dejas las frías pa’ el primero y con sancocho.
En la pea, por favor, llama a tu familia lejana y dedícale canciones y, luego te dé papaya el amorcito oficial, llama al histórico «ex» y mándale besos y abrazos de feliz año en honor a los buenos tiempos.
Luego con cara de «yo no fui» acércate donde el propio, que aguanta tus cantaletas y berrinches todo el año y bésalo con pasión en la boca, mientras le pellizcas la nalga y le dices que está bueno, e ignora la pipa, papada, gorditos, giba y acuérdate de cuando te enamoraste y todo era bello: así debe seguir, «el amor es un embellecedor visual, más potente que cualquier filtro de instagram», así que ponte tu canción favorita y dedícasela desgargantado.
Deja la cujidera y regala plata a la lata a los pelaitos que te rodean, ellos son felices con billetes de baja denominación y sus sonrisas esdentá son como los billetes de «alta denominación”: ¡alegran la vida!
A la muchacha que te ayuda todo el largo año, dale su aguinaldito, así sea un shampoo glemo o una colonia «Arrurrú», ella te lo agradecerá y regresará después de fiestas a limpiar el zipote reguero.
Ponte el calzón amarillo, pa’ ver si millones de pantaletas «culo contento» «mata pasión» o hasta «guayucos», todas amarillas, por supuesto, espantan esa corona que nos tiene hasta la coronilla.
¿Y a los que estamos lejos qué? a nosotros mándennos felicitaciones sinceras, y acuérdense de lo bueno que la pasamos cuando estuvimos juntos, de lo mucho que nos reímos, de la mamadera de gallo infinita cuando regresamos al pueblo y de cuanto «tal vez» nos extrañan.
El combo de los ausentes, esparcidos por toda la bolita del mundo, esperan ser recordados en la lejanía, atendemos con ganas una video llamada que nos alegre el momento, ese mensaje en redes que nos sacará una sonrisa, un «cuanto haces falta» que nos habla de patria, amor y familia.
Y mientras eso sucede, entonamos las canciones de la tierra y con un «faltan cinco pa’ las doce», decimos en la intimidad de nuestros pensamientos: ¡feliz año amadísimos paisanos!