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En mi recorrido por el sur de La Guajira, pasé por Fonseca y me dio mucho guayabo cuando vi aquel cultivo de algodón, en ese campo verde con muchas matas de este cultivo cargado de mamón y de motas de algodón, recuerdo que en el centro poblado de Zambrano, cuando llegaban las vacaciones de fin de año en noviembre ya los campos de algodón se veían como copos de nieve vestido de blanco, en mi hogar en esos tiempos ‘La vieja Yiya’ nos levantaba a las tres de la mañana a moler el maíz para preparar el desayuno cuyo menú eran unos bollos limpio o arepas de queso con carne molida y café con leche, también llevábamos panela, pan, galletas o mogollas con queso y bocadillo como meriendas para el mediodía o la tarde.
A las 5 de la mañana nos embarcábamos en la 350 Ford del señor Miguel Cuello, con rumbo a Carujo, un paraje cercano al Tablazo, allí estaba un campo de algodón de 80 a 82 hectáreas, cada calle de algodón tenía un kilómetro, apenas llegábamos cada uno apartaba una o dos calles y empezábamos la faena, el capataz era la persona encargada de administrar todo el proceso de recolección del algodón, él se encargaba de entregarnos a cada recolector 4 sacos blancos de algodón vacíos y llevaba el registro en un libro de cada saco que entregaba a cada recolector.
Utilizábamos un campeón, que era una suela de llanta de carro que servía para sujetarnos la bolsa de algodón donde depositábamos el algodón que recolectábamos y las otras 3 bolsas las sujetábamos a nuestro cuerpo con un cordón, desde la mañana hasta la tarde cargamos un pucho colgado a nuestro cinto, el cual íbamos llenando con el algodón recolectado, cada vez que se llenaba un pucho lo atesábamos con las manos hasta que la lona estaba llena completamente, la dejábamos en el corte y nos colgábamos otra bolsa para seguir la recolección.
Para hacer más amena esta actividad conversábamos, contábamos chistes y anécdotas con algunos familiares y amigos como Aurelio Núñez, Alfredo ‘El Pale’, Federico, Dariel, Juan Daniel, José Elías, Afranio, Arnoldo, Ramiro, Armando, Guillermo, Dorismel, Rafael José, Algemiro, Hugues, Elver, Reginaldo, ‘El Negrito’, José María, Cristóbal, José Ramón, Rodrigo y Humberto, sobre las anécdotas, o historias, y otras veces cantábamos o tarareábamos las canciones de Diomedes Díaz como ‘El chanchullito’, ‘Teresita’, ‘La invitación’, ‘Cristina Isabel’ y ‘Tres canciones’; de los Hermanos Zuleta, ‘La cita’, ‘La polaca’, ‘Te sigo esperando’ y ‘Ojazos negros’.
De Jorge Oñate, ‘El jardincito’ ‘El cantor de Fonseca’ y ‘Las bodas de plata’; de Cornelio Reyna, ‘Me caí de la nube’, ‘Puro corazón’, ‘Nuestros corazones’; de Antonio Aguilar, ‘La martina, ‘Corrido de Lucio Vásquez’, ‘Juan charrasqueado’ y el ‘Corrido de Mauricio rosales’.
A las 4 de la tarde terminaba la jornada, habían algunos recolectores muy buenos que alcanzaban a recolectar de 100 a 120 kilos como ‘El Negrito’ de tía Cándida, Rodrigo Daza, Elver, Reginaldo mis hermanos Juan Daniel y José Elías, mientras tanto Aurelio, Hugues y yo, alcanzábamos a recolectar unos 60 a 70 kilos diarios.
También recuerdo que fuimos a otras haciendas ubicadas en San Juan del Cesar a recolectar algodón como en El Carmen, donde el señor ‘Jaimito’ Daza; en el Peaje donde Alfredo Ariza; en la Montaña donde el señor Cocuro.
Igualmente recolectamos en varias fincas en Zambrano en los ceibotes, en Buenos Aires, el Totumito, en los Trupios, el Cañito, los Jobitos, en el Cerro de Zambrano, Carmona, los Derramaderos, la Majagua, Carreto Cerrado, el Cadillal, Mokolú, Rastrojito, el Carbonal, la Majaguita, el Claro de los limpios, Cercadillo, los Fogones, los Pósitos y el Hatico de Genara entre otros.
Esta recolección del algodón era una actividad que representaba un ingreso familiar que era de mucha ayuda ya que con los recursos que obteníamos ‘La vieja Yiya’ y Juan Daniel lo invertían para surtir la tienda y para comprar vestidos para navidad y año nuevo, además para comprar los útiles escolares para el año siguiente.
El cultivo del algodón le trajo algunos beneficios a San Juan del Cesar ya que generaba mucha mano de obra, para los dueños del cultivo y de las máquinas (John Deere, Massey Ferguson y Ford 6600), maquinistas y auxiliares, para el capataz y obreros que realizaban todas las labores del cultivo.