Ya se nota en mi pueblo sanjuanero un ambiente de alegría y los compositores afinan sus guitarras, desempolvan sus poemas y acarician la musa de su inspiración.
Claro, si es que está la costumbre sanjuanera de entregar el corazón abriendo las puertas y las ventanas de este pueblo hermoso para recibir a propios y vecinos en la versión 46 del Festival Nacional de Compositores.
Con el eslogan: Dos voces, un mismo sentir, se le estará rindiendo homenaje en esta versión a los cantantes Nelson Velásquez y ‘Beto’ Zabaleta.
Se estará destacando su trayectoria artística de éxitos y el aporte que le han hecho al folclor vallenato y a la tierra de compositores, con la inclusión de lindas páginas en sus álbumes musicales.
Nuevamente, se viste de gala el estadio Enrique Brito, para darle paso del 7 al 9 de diciembre, al desarrollo de una versión estelar de este festival que congrega a los más destacados compositores y a los más brillantes repentistas del verso y la piquería de nuestro folclor vallenato.
Este es un festival que hay que vivirlo para contarlo, porque habrá espectáculos para todos los gustos.
De día se desarrollan las competencias por una premiación que atrae a los más fieles exponentes de la composición y la piquería y por la noche se adelantará la más atractiva velada musical con los artistas de actualidad quienes deleitarán a los asistentes con todo su repertorio.
Pero lo más importante son las particularidades territoriales y poblacionales de San Juan del Cesar como municipio que enamora del país.
La hospitalidad de su gente, su calidez humana, la gastronomía de la provincia, la infraestructura urbanística del pueblo, sus atractivos exóticos, las rutas turísticas para amainar el folclor, y sobre todo, el ensanchamiento que tiene San Juan por su envidiable posición geográfica entre los ecosistemas de la Sierra Nevada de Santa Marta y La Serranía del Perijá.
Es un paseo de fin de año que no debemos perdernos, venir a San Juan a recorrer sus calles llenas de poesías y de recuerdos.
A conocer el recién inaugurado museo del compositor y toda la historia que encierra, el museo de Dalia Zúñiga, madre de un coloso del acordeón como lo fue ‘Juancho’ Roís, nuestro eterno rey sin la corona del festival vallenato.
Recorrer la ‘Ruta del Cacique’ hacia la Junta y Carrizal y disfrutar del ‘Museo del Cacique’ y la ‘Ventana Marroncita’ hasta conocer los personajes que hacen parte de la vida y obra de Diomedes Díaz, como Patricia Acosta, su novia eterna y esposa, Rosa Elvira, su hija y el Gran Luis Alfredo Sierra, el hombre que soplaba las F-100.
Disfrutar de un paseo de olla después de una linda velada a orillas del valle hermoso del Río Cesar o el Ranchería, escuchando chistes, cuentos y anécdotas, al compás de guitarras y acordeones, es un momento inolvidable.
Compartir las canciones en la viva voz de sus autores como Deimer Marín, Marciano Martínez, Roberto Calderón, ‘Yeyo’ Núñez, Rafael Manjarrez, Rodrigo Celedón e Isaac Carrillo, entre otros, es vibrar en el natalicio de ricos momentos donde nacen las canciones.
Escuchar el anecdotario del ‘Triple A’, Álvaro Álvarez, el plenipotenciario y eterno presidente de nuestro festival, con sus displicencias e irreverencias, junto con su padre, el decano de los cantantes de la vieja guardia, eso es vivir el festival de compositores a plenitud.
Bañarse en el río Cesar, en el Balneario del Pozo del Totumo, el salto de la Junta, de La Peña y disfrutar de la belleza natural de la Reserva Forestal Protectora El Manantial de Cañaverales, dándole rienda suelta a la mente prodigiosa del perro sinvergüenza de Franklin Moya, al compás de las palmas y ese bailaito que alegra el alma, es sentir que estamos frente al paraíso donde se hace la repartición de los talentos artísticos y musicales.
Venga para que lo vea y lo disfrute y no deje que se lo cuenten, el festival de compositores de música vallenata hay que vivirlo para contarlo.
No hay como mi tierra, como mi tierra no hay otra igual, dijo una vez ‘Juancho’ Rois en una de sus memorables canciones.
Por eso, en esta temporada de las brisas de cometas y de los cañaguates florecidos, todos los caminos conducen a San Juan en el sur de La Guajira.
Allí donde se citaron la fascinación con la belleza natural de la mujer para inspirar a sus hombres para que hicieran de la vida una canción.