El presidente Iván Duque ordenó levantar la cuarentena a partir del 1º de septiembre con la advertencia de “sálvese quien pueda”, frase interpretada como una esquivacion o “quite” de responsabilidad, sobre lo que pueda ocurrir de ahí en adelante, con la suerte de los habitantes que residen en Colombia.
Cada quien de manera particularizada debe asumir por su propia cuenta la prevención de contaminación y efectos fatales que puedan padecer, como consecuencia de las infecciones masivas del Covid-19. La expresión del presidente Duque, tiene diversas interpretaciones e interrogantes sobre la responsabilidad del mandatario, frente a los gobernados abandonados a la deriva, en circunstancias difíciles como las que estamos viviendo con la pandemia.
No están garantizado la protección de derechos a la salud y vida. Es comprensible que personas que no reciben salarios, honorarios, ni mucho menos ayudas del gobierno, se desesperen y alteren ánimos por la precaria situación personal y familiar en que viven. Padecen encerrados muchas necesidades sin solución de alimentos, aseo y pagos de servicios públicos, por eso se atreven a jugársela lanzándose al ruedo por sobrevivir, a sabiendas de que están expuestos a contagio, lo cual repercute en el núcleo familiar, generando tragedias. Tienen esperanza de salvarse quienes sean disciplinados y disponga de solvencias económicas. Los demás enfrentan el dilema sobre la supervivencia y la muerte, entre Covid y el hambre.
Que se liberen algunas medidas restrictivas en confinamientos con prevenciones y orientaciones precisas. Es deber y obligación del gobierno implementar planes de atención y seguridad en los manejos de salud, programados en diferentes etapas hasta que se declare fuera de peligro, después de haber descendido y aplanado el pico del coronavirus. La nación responderá por las muertes culposas y daños de salud que ocasione la imprevisión en lo previsto, coadyuvada con la frase pronunciada por el presidente Duque, “sálvese quien pueda”. Las personas sufren la situación y viven, incertidumbre, sosiego y trastornos mentales, originando estrés, ansiedad, impaciencia, desestimulo e insomnios. Los capitanes de naves son los últimos en retirarse y abandonarla, después que haya dirigido el salvamento de los tripulantes. En el caso particular de Colombia, el presidente como capitán de la nación, no puede dejar a sus gobernados que salven como puedan, cuando las personas necesitan de atención y readaptación después de más de 160 días encerrados y limitados, pasando necesidades.
La declaratoria de “sálvese quien pueda” impulsa las ruedas sueltas y el desorden descontrolado que, sin lugar a duda, causa violencia, alteraciones del orden público, desobediencia y acciones delictivas. Es de recordar que la Gripa española, que inició en 1918, similar al Covid de hoy, tuvo tres picos, siendo el segundo contagio el más severo que el primero y tercero, registrando la peor y mayor catástrofe de la humanidad en materia de salud.
En Colombia estamos a la espera de que la curva descienda, no obstante, registrar diariamente altos volumen de contagiados y muertos en el territorio nacional, aún cuando un 71% se hayan recuperado. También se esperan las vacunas que fabrican a toda carrera varios países de manera individual y asociada, para lograr ganar en la competencia de mercado y comercialización del producto entre las naciones del mundo, generando fabulosa rentabilidad económica en el suministro y consumo de vacunas anti-covid.
Dios quiera que la vacuna llegue antes que el segundo pico de la pandemia, para prevenir tenderetas, más de las registradas en la estadística nacional, departamental y local del primer pico que aún no termina.
Es necesario cuidarse, pero si algunos omiten practicar cuidados preventivos, comienza a generarse el peligro de ser víctima del descontrol popular y el gobierno indiferente que deja cada quien al arbitrio o libertinaje para que se la averigüen como puedan en las vías, espacios públicos y privados. La máquina aplanadora todavía no ha aplastado al Covid-19, que ronda por el ambiente y logra infiltrarse hasta por los tapabocas, como ha ocurrido con el personal destinado al servicio de salud.
El presidente Duque debe reflexionar y rectificar lo que dijo, escudándose en alusión folclórica al disco la ‘Cuchilla’, interpretada por ‘Poncho’ Zuleta, cuya melodía se constituyó en el himno de la campaña política a la Gobernación de La Guajira, de José Luis González Crespo.