El pasado 8 de agosto de los corrientes en Valledupar falleció a los 78 años la villanuevera Rosa Francisca ‘Kika’ Rodríguez Bolaño. Con el objeto de preservar su memoria, destaco lo que fue en vida como hija, hermana, esposa, madre, abuela, familiar y comadre.
Como hija de la visionaria mamá grande Julia María Bolaño y Julián Rodríguez dieron muestra permanente del comprometido amor filial por sus padres. Especialmente, para su progenitora a quien acompañó hasta el último momento de su existencia con ejemplarizante dedicación ayudando inclusive en la crianza de sus hermanos menores, especialmente, a José Leonardo.
Para sus hermanos Álvaro Enrique, María Teresa, Luisa Leonor, Ugalbis Enrique, Luz Marina, Iván Javier, Luis Ángel y José Leonardo fue la hermana que articulaba y encarnaba la unidad familiar. Sacrificó sus estudios y contribuyó decididamente para que sus hermanos se profesionalizaran y fueran el orgullo de Juliana y su descendencia
Contrajo matrimonio con el compadre Luis Emilio Giraldo, ya fallecido. Fue una abnegada esposa con una fidelidad a toda prueba en todos los tiempos a su marido y tuvo siempre claro el significado y los compromisos de una sociedad conyugal en todas sus dimensiones.
Fue, es y será madre consagrada a sus cinco hijos: Rosa Otilia, Jakselim, Evelin Carolina, Liliana y Luis Emilio (mi ahijado). Su responsabilidad y entrega en la crianza de los hijos que trajo al mundo fue de total compromiso. No escatimó sacrificio por el bienestar de todos ellos.
Al momento de partir dejó diez nietos: Rosa Juliana, Francisco Alberto, Julia María Rosa, Bernardo Luis, Samuel Camilo, Valeria Sofía, Valentina Sofía, Gigi Rosa, Leen Farah y Andrea Carolina. Prolongó en ellos su alargada maternidad y estuvieron bajo su alero protector hasta el final.
Como familiar fue solicitada y atenta en todo tiempo con su gente, sobre todo en los momentos más difíciles. Esa condición de solidaridad era extensiva al vecindario y a los paisanos que llegaban con apremio a sus negocios. Cuánta hambre no calmó en Villanueva, La Provincia, Riohacha y Valledupar sin miramiento de ninguna clase. Su generosidad no tenía límite. Era una mujer con un alma noble a toda prueba y sin mezquindades en su corazón.
La comadre Rosa Francisca me hizo parte de su familia al nombrarme padrino de su quinto hijo Luis Emilio. A partir de ese momento se consolidó una relación muy estrecha que se hizo extensiva a sus otras cuatro hijas. Ella siempre me prodigó hospitalidad, afecto, al punto que siempre me demostró con hechos que contaba con su apoyo incondicional para lo que se necesitara en las circunstancias que fueran. Su residencia fueron mi casa y mi mesa donde se compartían los logros y dificultades de su descendencia. Siempre me acogió con entusiasmo y alegría.
Todos, Juliana su mamá, sus hermanos, hijos, nietos, familiares debemos preservar su legado, honrar su memoria y seguir su ejemplo como hija, hermana, esposa, madre, abuela y comadre.
Paz en la tumba de la comadre ‘Kika’. Que brille para ella la luz perpetua para que siga iluminando el trasegar de su familia extensa y le dé la fuerza a Juliana para mitigar ese dolor por su pérdida que no tiene nombre.