Para haber compuesto más de mil canciones se necesita haber nacido con un talento especial, pero si además la mayoría de esas canciones fueron éxitos musicales en la voz de los más connotados intérpretes del vallenato, para eso hay que ser un genio y eso fue Romualdo Brito López –el cantor campesino– un genio de la música popular, quien acaba de partir de este mundo a la eternidad dejándonos un legado musical que trascenderá en el tiempo en el historial de la música vallenata, como Bach o Beethoven con sus obras en la música clásica.
Los más grandes cantores de nuestro folclor vallenato pusieron su voz para convertir en hermosas canciones las letras escritas por el maestro Romualdo. ‘Poncho’ Zuleta, Jorge Oñate, ‘Beto’ Zabaleta, Diomedes, solo para mencionar algunos artistas de la vieja guardia y de la nueva ola Silvestre Dangond.
Su talento natural para componer acompañado de su sensibilidad social lo convirtieron en el compositor más prolífico de la música vallenata, pues bien podía cantarle al amor, a la mujer, a su tierra, a la amistad, pero también a la inconformidad ante la realidad social de su gente como en ‘Yo soy el Indio’, o con la alegría y jocosidad de “cabecita loca” o “la falda” típico del hombre costeño, alegre y dicharachero, que nunca abandonó sus raíces campesinas ni renunció a su cultura pueblerina.
Romualdo, un hombre auténtico, sencillo, carismático, con una capacidad y creatividad para componer que siempre se sintió orgulloso de su origen humilde y de su pueblo Treinta Tomarrazón, tierra que lo vio nacer y que lo volvió a acoger como su última morada el pasado 21 de noviembre, luego de haber recibido los honores del pueblo guajiro que salió a la carretera a saludarlo con aplausos y pañuelos blancos durante el recorrido del féretro y la caravana que lo acompañó desde Valledupar hasta Riohacha, aquí fue colocado en cámara ardiente en el aula múltiple del Liceo Almirante Padilla, Institución de la que fuera su alumno en su juventud, y en la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios se le ofició la misa de despedida.
En una tierra como La Guajira, donde los compositores nacen silvestres como el cardón, Romualdo destacaba entre los mejores, su fama era tan grande que los cantantes lo buscaban para que les diera a grabar sus canciones porque el éxito económico estaba asegurado con que solo apareciera en el álbum un tema de Romualdo.
La naturalidad con la que fluían sus canciones cuando llegaba la musa de la inspiración, su prolijidad para componer, la sabrosura de sus canciones, su estilo alegre y parrandero lo hacía único y más grande su talento.
Se fue uno de los grandes con el respeto, cariño y admiración de su pueblo que se sentía identificado con sus canciones; ahora hará parte del conjunto de los que cantan junto a los ángeles celestiales y al lado de Diomedes, ‘Alejo’, ‘Juancho’ Rois, Rafael Orozco, ‘Juancho’ Polo y otros grandes como él.