Nada ha sosegado la dura crisis que en los últimos años viene padeciendo el sector lácteo del país. Por el contrario, cada día los desafíos son más complejos debido al constante descenso del consumo de leche, la disminución de la producción diaria, el alza en los precios, el aumento de los inventarios y los fenómenos climáticos.
En definitiva, una coyuntura crítica que agudiza la incertidumbre sobre el futuro de uno de los sectores que por generaciones ha sido un importante motor de desarrollo económico y social en Colombia.
La tendencia a un consumo menor de leche entre los colombianos, así como los fenómenos inflacionarios que han aumentado su costo, están golpeando de manera dramática a los lecheros.
En las cifras informadas por la Asociación Colombiana de Procesadores de la Leche (Asoleche), que muestran la caída del consumo de un 9% en el año 2022 y de un 6% en 2023, se imprime la fotografía de lo que viene sucediendo desde hace más de 2 años. Situación que afecta seriamente la sostenibilidad de la cadena productiva, la economía y la seguridad alimentaria del país.
En estos momentos, la industria tiene más de 250 millones de litros de leche en stock, que con la llegada de las lluvias y el fenómeno de La Niña, se multiplicarán. Como consecuencia de las bodegas llenas, las grandes compañías han reducido el volumen de leche comprado a los pequeños productores en hasta un 15%, afectando al actor más vulnerable de la cadena láctea: los campesinos productores, quienes no han percibido en sus ingresos, los altos aumentos que ha tenido el producto y, por el contrario, mantienen un margen de ganancia bajo.
A lo anterior hay que sumarle la imposibilidad que tienen los productores locales de competir con los bajos costos de la leche y los productos lácteos que se importan en Colombia. Con un producto importado a precios muy bajos por la ventaja arancelaria y los subsidios que reciben de sus gobiernos, las empresas procesadoras optan por comprar la leche a otros países, afectando la producción local. Sin duda, uno de los eslabones más golpeados en la cadena, al que el Gobierno le debe prestar especial atención.
Otras problemáticas que amenazan a los pequeños y medianos lecheros como los altos costos de los insumos y el aumento en la productividad del ganado en las temporadas de invierno, también deben ser atendidas para desarrollar al máximo el gran potencial que tiene el sector. Las acciones para mitigar la crisis y evitar su escalamiento no dan espera.
Con un gran manto de dudas ceñido alrededor de la realidad y el futuro del sector, lo único que está claro es que en este momento hay que concentrarse en trabajar unidos por la recuperación de la actividad lechera colombiana. La transformación productiva de la actividad depende de todos los actores del mercado, entre ellos; la industria, los importadores, los comercializadores y el Gobierno, por lo que como primera medida es urgente la construcción conjunta de una estrategia dirigida a fortalecer la producción nacional, realizar campañas masivas de consumo de leche y elevar su participación en el mercado exportador.