Un documental publicado por el canal Caracol Televisión, relacionado con la crisis y los problemas que aquejan y se originan en los habitantes de la Alta Guajira, por causa de la ausencia de agua, donde se llega al extremo deprimente de tener que utilizar y compartir el consumo de agua de jagüeyes con animales domésticos, caprinos y vacunos. Ver en el documental a algunos niños mostrando en las cámaras cuando cogen un vaso de agua del jagüey, turbia, barrosa, putrefactas, para tomárselo, parte el alma, por exposición de salud que puede afectar la vida y el desarrollo de esos niños a futuro, pero es una realidad que no podemos esconder.
Lamentable que en La Guajira, un departamento minero energético, único en Colombia, sus hijos nativos, indígenas, viven en precariedad y miserias por factores dicientes en responsabilidades compartidas. El Departamento peninsular no justifica vivir esta necesidad desgraciada, cuando del mismo se han extraído grandes riquezas en Carbón y Gas. También se emprenden múltiples proyectos de energías alternativas, solar y eólica, pero no ha habido forma que los gobiernos, nacional, departamental y municipal, logren resolver el problema eterno del agua, de la cual padecen los 15 municipios del Departamento.
La Guajira parece que no tuviera dolientes entre quienes la representan y gobiernan, por estar pringado o contaminado de corrupción. No les interesa definir soluciones definitivas, sobre el problema que nos atañe. De nada ha servido botar tanta plata solventando y mitigando a media parte de las necesidades vitales, si las graves situaciones siguen siendo críticas.
De nada ha servido hacer obras relacionadas con la extracción de aguas subterráneas o mediante desalinización, si no las concluyen y las abandonan, perdiéndose recursos económicos invertidos, por negligencia y desatención de las autoridades. Las obras no solo deben construirse, sino que también deben entrar en operación, direccionada por una administración que cumpla el objetivo del servicio previsto de funcionamiento garantizando cuidados, conservación, mantenimiento, reparaciones y reposiciones, cuando los elementos integrales los requieran.
En el citado documental de Caracol televisión, denunciaron que el alcalde actual, con el mandatario antecesor, negociaron votos por tanques para depósitos de agua entregados en rancherías, que provenían de la Ungrd, a través de un parlamentario que gozaba de influencias en la referenciada unidad, que deben destinarse y entregarse, de manera indiscriminada y en forma incluyentes.
También denunciaron el suministro de agua recogida en jagüeyes, vendidas con facturación superior a los cien mil pesos, por carrotanques pequeños, contratados por la administración municipal para distribuir líquido inservible y dañino al consumo humano. Ni los alcaldes, pasado, ni presente, ni mucho menos el senador y representante a la Cámara que entramaron las negociaciones en compras y trueques de votos no dieron la cara para que respondieran por sus acciones de corrupción.
La Guajira, necesita una gran inversión para acondicionarla y adecuarla, en explotación de turismo, siendo lo primordial el agua, segundo lugar, seguridad y complementaria, transportes de diferentes modalidades; para lo cual se necesitaría un presupuesto de U$D 1.500 millones de dólares, destinados a las construcciones de obras relacionadas para operación de la represa del Ranchería, implementar el servicio de 4 grandes plantas desalinadoras, para abastecer los municipios de Manaure, Uribia y parte de Maicao; en conexiones globales de redes, originada de distintas fuentes proveedoras de agua, para distribuciones domiciliarias en Alta Guajira, corregimientos y comunidades rurales y demás obras necesarias.
Acondicionamientos y aperturas de vías, puertos y terminales, que conecten los distintos destinos para facilitar el tránsito en vías terciarias, en zonas agrícolas y desérticas. Por último implementar planes de seguridad con cámaras aéreas, drones y servicios de personal mixto, compartidos con la policía nacional y vehículos, entre otros, para ofrecer seguridad en la explotación económica de La Guajira.
Inversiones en la Alta Guajira inferiores a cien mil millones de pesos es plata perdida, en tanque sin fondo. La propuesta puede materializarse entre 4 a 6 años, sin riesgo en recuperación de la inversión, en término inferior de 10 años. Se requiere terminar con los pañitos de agua tibia y emprender en grande, para crecer y no continuar atrofiado, pasmado y frustrado. Para responder por compromiso financiero sobra con disponer, si no seguimos gobernados y representados por politiqueros corruptos. No venda el voto para que gobiernen los mejores en calidad, competitiva, comparativa.
De no resolverse el problema de fondo, seguiremos en las mismas, pasivos, indiferentes e indolentes con la muerte de niños y adultos mayores relacionadas con la desatención en salud y consumo de agua contaminadas. ¿De qué sirve tener obras inconclusas e inoperantes o terminadas y abandonadas? De nosotros depende cómo resolver nuestras afectaciones críticas, sobre todo, de quienes gobiernan y nos representan de manera popular, que asuman la responsabilidad que les asiste para accionar, gestionar, operar y defender derechos, bienes e intereses.
Es una fatalidad no tener quién vele por las necesidades y problemas inocultables, pero peor aún, que aprovechen las tragedias para apropiarse de los recursos destinados a soluciones humanitarias como venía ocurriendo sigilosamente con la Ungrd, de donde usufructuaron beneficiándose senadores y representantes a la Cámara; como pudo demostrarse con los robos con prácticas de corrupción, que tuvieron lugar en La Guajira, con compras de carrotanques, ollas comunitarias y otras ilicitudes que los comprometen, recibiendo leves castigos por perversidades para echar por tierra abusos aberrantes, que ya ni avergüenzan a la hipócrita delincuencia de cuello blanco, que gobiernan, legislan, judicializan, disciplinan y penalizan repartiéndose los recursos económicos, que se apropian en corrupción, de manera ilícita o más claro, se la roban sin ningún pudor, gozando de complicidad y apremio de autoridades competentes que participan del sucio negocio retributivo.