La cada vez más compleja crisis lechera que se vive en el país reclama mayores esfuerzos encaminados a la protección de este sector que por generaciones ha sido un importante motor de desarrollo económico y social. Para que los productores lecheros puedan superar los enormes retos que se vislumbran en este 2022 es perentorio que el Gobierno nacional establezca nuevos mecanismos que eviten que el producto alcance mayores precios en el mercado.
Hechos coyunturales como los bloqueos registrados durante el paro nacional del año pasado, la actual crisis mundial de contenedores, así como los eventos climáticos extremos presentados en los últimos meses, han impactado negativamente la actividad láctea en Colombia, que con mayores costos en los insumos para la producción registra saldos en rojo. Problemática que para este año se amplía con el aumento del cupo de importación de leche desde Estados Unidos, con arancel cero que ahora será de 14.266 toneladas, debido a la desgravación progresiva establecida en el Tratado de Libre Comercio –TLC– con el país norteamericano.
Al tener un producto importado a precios más bajos por la ventaja arancelaria, las empresas procesadoras nacionales optan por la importación de leche, afectando la producción local. La Federación Colombiana de Ganaderos –Fedegán–, afirma que durante el 2021, el sector industrial importó 24.711 toneladas de leche en polvo descremada (46% de las importaciones lácteas), 11.668 toneladas de leche en polvo entera (28%) y 19 toneladas de leche líquida, cifras que equivalen a unos USD104,7 millones, que dejaron de recibir los ganaderos colombianos.
Con un alza del 10,22% en el 2021, según el informe del Departamento Nacional de Estadística –Dane–, casi el doble de la inflación anual que se ubicó en 5,62%, la leche se encuentra entre los productos que más han subido de precio durante los últimos meses. Sin embargo, los productores no perciben estos aumentos y, por el contrario, mantienen un margen de ganancia bajo, que los ubica como el actor más afectado de la cadena láctea.
En este escenario, preocupa una posible escasez del producto, que de acuerdo a la Asociación Colombiana de Procesadores de Leche –Asoleche– ya se presenta en el país, con un faltante que está por encima de los 1,6 millones de litros al día, es decir una disminución en la producción y el acopio cercana al 15%. Situación que podría derivar en alzas superiores a las registradas durante los últimos meses.
Estas afirmaciones las controvierte las cifras entregadas por el ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, quien señala que la producción del 2021 fue alrededor de 6.750 millones de litros, de los que la industria solo alcanzó a acopiar más de 3.200 millones de litros al año, por lo que hay 3.550 millones de litros restantes que no se procesaron. En el mismo sentido, Fedegán afirma que: “En Colombia hay abundante leche fresca, suficiente para que (los industriales) puedan abastecerse, transformar y, por supuesto, atender el mercado interno”.
Con un gran manto de dudas ceñido alrededor de la realidad y el futuro del sector, lo único que está claro es que en este momento hay que concentrarse en trabajar unidos por la recuperación de la actividad lechera colombiana y evitar un mayor incremento en los precios.
Mejorar las condiciones de la producción nacional, ajustar los precios, y estimular una competitividad justa que permita incrementar la comercialización de la leche en el mercado local y extranjero es clave para evitar el escalamiento de la crisis del sector lácteo. Hay que garantizarle a los colombianos el abastecimiento de este producto esencial en la canasta familiar, sin que se les siga causando una mayor afectación al bolsillo.