La coyuntura que registra el mundo mueve nuestras preocupaciones e inquietudes respecto al presente y futuro de la economía colombiana. Impedir que se sigan agudizando las inequidades que históricamente han existido en nuestro país, en cuanto a pobreza, es uno de los grandes retos y principales promesas que tiene por cumplir el gobierno del presidente Gustavo Petro.
En materia económica hemos sobresalido por encima de los indicadores en picada de la región. De acuerdo con el informe anual conjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), CE y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) sobre las perspectivas económicas para Latinoamérica, en el 2020 en Colombia la pobreza aumentó a un 39,8%, más de 13 puntos arriba del promedio de América Latina y el Caribe. También, se señala que la pobreza extrema se situó en 19,2%, muy por encima de la media latinoamericana, que fue del 8,7%.
Una inflación anual que supera el 12%, un precio del dólar rozando los $5.000, unas tasas de interés del Banco de la República en 11%, un gigantesco hueco en el fondo de estabilización de precios de los combustibles y la amenaza de una recesión global juegan en contra de Colombia. Los pronósticos indican que en el año 2023 el PIB de Colombia va a vivir una fuerte desaceleración, es decir, que tendremos un año difícil en términos económicos. Una previsión preocupante para el país, donde según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) hay 19,6 millones de colombianos que no tienen suficientes ingresos para suplir sus necesidades básicas.
Adicionalmente, la variabilidad climática está contribuyendo a escalar la abrumadora pobreza en los sectores menos favorecidos, incluido el campo colombiano. Debido a las fuertes lluvias, se reportan más de 488 mil damnificados en el país y afectaciones en más de 2 millones de hectáreas de cultivos. El complejo horizonte amenaza con golpear con mayor fuerza a los hogares más vulnerables, por lo que se hace apremiante atender con efectivos programas a la población de escasos recursos del país para transformar esta situación de crisis en una oportunidad de crecimiento.
La reforma tributaria, con la que el presidente Gustavo Petro ha prometido combatir el hambre, reducir la pobreza, así como buscar la igualdad y la justicia social, jugará un papel clave en el rescate de la economía de los colombianos. Las políticas públicas que se implementen serán determinantes para el futuro del país. No será suficiente que se entregue un volumen de subsidios a madres cabeza de hogar, jóvenes estudiantes, adultos mayores y familias vulnerables para reducir la pobreza, se requiere más dinamismo en las políticas de Estado para llegar verdaderamente a quienes menos tienen.
Nos hemos situado frente a una coyuntura preocupante y delicada. Se nos impone gran dosis de creatividad, consenso y liderazgo para cruzar la raya de la inestabilidad y mantener la senda del crecimiento.
El momento actual requiere más que nunca unidad de todos los sectores. Necesitamos profundizar la lucha contra la pobreza, innovar en el campo empresarial, acelerar los emprendimientos, persistir en la austeridad inteligente del Estado, promover y hacer realidad el progreso de nuestras regiones, así como sellar la paz y reconciliación entre los colombianos. Solo unidos podremos despejar las preocupaciones e inquietudes que hoy rodean el presente y el futuro social y económico del país.