Hoy cuando veo cómo se extiende esta pandemia, afectando tantas familias, sometiendo a unas familias a no solo a tener un enfermo en casa, sino también a tener una familia afectada mentalmente, es un hecho que no es fácil, pero muchos los superan porque conocen verdaderamente a Dios y como lo conocen en verdad confían en él; saben que él está con ellos a sus lados, Dios es grande y maravillosas son sus obras.
Pero al ver esto que está sucediendo me remonto a hechos que ya sucedieron, ahora ya entiendo lo que sufrieron los egipcios cuando su faraón quería retener esclavizado al pueblo de Dios, Israel; su ceguera espiritual no lo dejaba ver lo que vio el rey Asirio de Ninive en los tiempos de Jonás; su ceguera espiritual terminó por condenar a su pueblo a muchas pestes y plagas, solo pensaba como muchos en nuestro tiempo en las riquezas de su reino y no en las palabras de Dios y así abundan los ejemplos en las historias bíblicas, no solo de aquellos pueblos que lucharon contra Israel, sino también cuando los hijos de Israel se apartaron y se alejaron de Dios.
El hecho de que el mundo esté así es porque el hombre se apartó de Dios; hoy el hombre al construir según ellos un mundo más laico, lo que ha hecho es alejarse del conocimiento de Dios y las consecuencias son estas; porque el hombre al hacer cualquier cosa a escondidas no tiene temor de nada y digo escondidas, porque siempre las mayoría de las cosas cuando se hacen así, es porque las cosas son malas y como no sienten que nadie lo está observando, crees que no tendrás consecuencias sus actos o acciones, hoy el hombre teme cuando hace estas cosas que lo vea otro hombre, pero no le teme a Dios y no le teme porque hoy muchos no lo conocen, ni saben quién es; como seres espirituales que somos lo imploramos por inercia cuando vemos un peligro, pero muchos no lo conocen y al no conocerlo, no le temen; lo ignoran cuando hacen esas clases de actos totalmente.
¿Por qué el mundo está así? ¿Por qué el hombre se apartó de Dios y casi la mayoría de las mayorías no lo conocen en verdad y en espíritu?
Nada funciona si no hay valores y principios fundamentado en el conocimiento de Dios; ese conocimiento es lo que fundamenta ese temor hacer las cosas malas porque sabe de que existe un Dios y que Dios todo lo observa y a lo malo lo corrige como buen padre que es; es por eso que la paga de la desobediencia es castigo; así como sucedió en Egipto, hoy Dios permite que suceda estás clases de tragedias como esta pandemia a unos para castigo por sus obras, para otros que reflexionen y vuelva por el camino correcto y otros es una prueba para su fe.
El temor a Dios fundamenta la obediencia a Dios y un hombre temeroso de Dios es un hombre que teme hacer mal, este solo o acompañado teme hacer lo malo porque sabe que Dios existe y lo está observando; pero un hombre que no le teme a Dios porque no lo conoce hace cualquier cosa porque su temor es a otro hombre, sin saber que existe un ser superior que todo lo observa y Él tarde o temprano hace que la verdad flote en la superficie y es cuando nosotros decimos: “existe un Dios allá arriba y la justicia tarda pero llega”.
Yo te invito en estos tiempos de pandemia a que busques la presencia en verdad y espíritu de Dios; porque en estos tiempos de angustia y zozobras es cuando más se necesita de la presencia de un Consolador y nuestro Señor Jesucristo no lo dejó, mientras él volvía y ese consolador es el Espíritu Santo de Dios, déjalo que llegue y entre a tu vida; esa es la mejor medicina para estos tiempos de enfermedad llena de angustia, de soledad y temor, él está dispuesto, tú eres el que tiene la decisión; es por eso que si quieres que llegue a tu vida, lo invite con estas palabras: “Señor Jesús, hoy estos momentos de angustia, mi Señor, momentos de temor, momentos de soledad, quiero que entres a ser parte de mi vida, de mi familia, de mi casa; hoy Señor Jesús te reconozco y acepto como mi único y verdadero salvador de mi vida, desde hoy escribe mi nombre en el libro de la vida y no lo borre jamás; mi Señor Jesús, Santo eres mi Señor, hijo del Altísimo, Padre Celestial, amén”.