Sin garantías de los derechos, las comunidades se instalan en la supervivencia y no en la vida con calidad, mientras existan muertes por desnutrición o falta de agua se generarán situaciones de conflictos; considero que cuando una persona y especialmente los niños y las niñas mueren por causa de la falta de comida, agua o de calidad en los servicios públicos y de salud se debe considerar una muerte violenta, producto del olvido histórico, de la corrupción ‘normalizada’ y de la incomprensión absoluta de las cosmovisiones indígenas que generan equivocaciones en las formas de intervenirlas y muchas veces las intenciones de ‘ayudas y soluciones’ en lugar de solucionar empeoran las problemáticas.
La cosmogonía indígena, su universo, su historia, su relación con la naturaleza y su comprensión del mundo tiene que ser respetada y no vulnerada; el racismo estructural que vive Colombia es generador de diferentes violencias y en ese sentido, la tan anhelada paz no se logrará porque no vivimos desde una visión multicultural y de respeto por las diferencias como lo establece la Constitución de 1991, sino de una manera lineal, cargada de juzgamientos y considerando solo criterios propios, cuando el ecosistema socio cultural es de esencia compleja y dinámica, no tiene verdades absolutas.
Mientras territorios como La Guajira, que es cabeza de Colombia y rico en recursos naturales, siga instalado en grandes brechas sociales donde la pobreza extrema se despliega a grandes velocidades y la riqueza y el poder se hiperconcentra en unos pocos, seguirán muriendo niños y niñas esperando un mejor panorama, seguirán alimentándose con lo que les toca y no con lo que les hace bien, tomando agua no apta para la vida humana que se convierte en el boleto de enfermedades y muertes periódicas; aclaro que esto no es un asunto de cifras, sino del valor de cada vida humana, con una sola muerte ya es una estadística desbordada y de alerta extrema, y sabemos que cada año en La Guajira hay muchísimas muertes por causa de la ausencia de todo tipo de garantías para la vida, muertes que solo ingresan a ser parte de un informe pero no de una apuesta conjunta entre muchos sectores para generar soluciones sostenibles y lograr que quienes siguen con vida no sean los próximos en ocupar números de certificados de defunción.
La paz no se logrará sin calidad de vida, el hambre, la sed, la pobreza extrema son generadores de diversos conflictos y en especial de desigualdades que amparan violencias, por ello, el olvido y el utilitarismo (extractivista) hacia los pueblos indígenas no pueden seguir siendo ‘normalizados’, es momento de construir una paz con garantía, con salud y educación para todos y todas.
La Guajira y sus comunidades necesitan tener agua potable y servicios, porque no se puede hablar de un país en paz si las brechas sociales son tan amplias como las que vivimos. Colombia es un país plural que necesita y merece vivir dignamente.
Comunidades indígenas como #Yotojorotshi y muchas más, necesitan agua, vida, protección, equidad e igualdad, porque la falta de acceso al agua potable es un problema significativo y la situación en La Guajira es particularmente delicada.
Cada día, niños y niñas en La Guajira realizan largas caminatas para recolectar agua contaminada. Esto aumenta el riesgo de contraer enfermedades gastrointestinales, infecciones de la piel, entre otras.
Para ayudar a resolver este problema se necesita el concurso de los sectores públicos, privados, cooperación internacional, organizaciones sociales y participación ciudadana para lograr ayudas adecuadas y no aquellas que agudicen los problemas, que se logren soluciones sostenibles generadoras de nuevas dinámicas sociales pacificas; el conflicto armado no es el único factor que impide la paz, si una comunidad ve morir a sus integrantes por falta de seguridad alimentaria, saneamiento básico y especialmente de agua potable, no podremos hablar de paz y menos de un país incluyente y consciente de la pluralidad territorial que tiene.
Es momento de lograr Territorios de Equidad con nuevos aires, energías y empatía porque la paz no se construye desde retóricas, sino desde acciones transformadoras y transparentes.
Paz y Agua para La Guajira, YA.