Venezuela es epicentro de guerra, no tan fría, como la congelada en el pasado entre socialistas y comunistas, con los capitalistas, representado este último por Estados Unidos, con naciones aliadas de Europa Occidental, conformando por la Otan, frente a los contrarios, liderados por Rusia y China, hasta cuando el expresidente de Rusia, Mijaíl Gorbachov, desarticuló el socialismo, abriendo espacio a la apertura económica, ordenando derribar el muro de Berlín, que dividía Alemania en dos Estados, Oriental y Occidental.
De ahí en adelante comenzaron a desmontarse los regímenes socialistas y comunistas con resurgimientos de modelos económicos, de mucha utilidad tanto para Rusia como para China, convertida hoy en día en dragón gigante del capitalismo mundial, el cual se inició con el apoyo de los Estados Unidos; en contradicción con el régimen comunista, que todavía utilizan para controlar y castigar en orden conservador.
Los sistemas socialistas y comunistas sepultaron el régimen en lo relativo a la producción y sistema económico, para renacer en capitalistas, con nuevos estilos de vida, a gusto y disfrutes de pretensiones y deseos. Las potencias imperiales encabezadas por EE.UU. con los aliados, incluyendo a Colombia, buscan destronar y sustituir, el gobierno de Nicolás Maduro. En el otro frente, de contra choque, están están conformados por: Rusia, China, Irán y Turquía; países acreedores de Venezuela, que apoyan al presidente Nicolás Maduro, defendiendo los créditos a su favor. El presidente venezolano heredero poder del finado expresidente Hugo Chávez. Quien deliró por revivir el sueño de un difunto socialismo, comprometiendo países de América Latina, a cambio de petróleo que exporta reglado, en procura de reinar con las doctrinas socialistas, expropiando en su territorio las fuentes laborales y económicas, lanzando millones de venezolanos en el desempleo, causando masivas emigraciones a países vecinos e incrementando el alto grado de inflación, que asfixió el valor adquisitivo de la moneda (Bolívar) que está por el suelo.
Venezuela tiene la mayor reserva certificada de oro en el mundo. Está entre los 10 países más grandes productores de petróleo, con reservas de gas, 20 veces más que Colombia, sin explotar. Los EE.UU perdiguen los hidrocarburos, pero también le interesa el oro, para fortalecer el dólar, frente a la competencia de las criptomonedas comerciales, que le restan dominio preferencial en el uso comercial internacional. El oro vuelve a brillar dorado en las operaciones financieras de estados y naciones. La contraparte de los americanos también les interesa el oro y petróleo, ya han anticipado préstamos en monedas cambiarias, amparados en las riquezas naturales, que van a defender con tropas y batallones armados. Porque antes de enfrentarse en guerra, no se ponen de acuerdo, para efecto de una transición no violenta, ni trágica, en Venezuela, que no dejen tantas víctimas, si no mediante mecanismo democrático, a través de elección popular libre y transparente, sin injerencia externa, sin vetos ni limitaciones internas a los electores; organizadas por las Naciones Unidas con la de todos los países interesados en Venezuela. Quien resulte elegido presidente se comprometa con el cumplimiento de las obligaciones, con los acreedores y restablecer el orden institucional, que no será tan fácil resolver de la noche a la mañana. Las heridas son profundas y están infectadas de corrupción.
La caída de Nicolás Maduro no es para glorificar victoria con eco emocional y pasional de triunfalismo. Maduro debe salir pero zanjando las diferencias de una y otra parte, que ambicionan acaparar oro y petróleo venezolano. Sin lugar a duda el negocio de armas el más beneficiado, por las acciones horrorosas y criminales que se ejecuten contra la humanidad, justificada en una guerra de intereses mezquinos. Si maduro no se cae, ni se rinde o lo destronan este año, terminará el mandato en medio de una guerra fría. ¿Por qué de la misma forma no se pelean a Haití, para que lo adopten y mejoren las condiciones de sus habitantes sumidos en la miseria? El costo de las guerras en Venezuela se pagará con el oro y el petróleo pirateado. ¿Cuántos millones de dólares se invierten en gastos, en los enfrentamientos bélicos para matar personas y destruir bienes, todo por apropiarse de las riquezas naturales?
En los combates de guerras no hay ganadores, pero si muchos perdedores y víctimas en disputas temerarias, sectarias y caprichosas, que bien pueden evitarse, pero no resulta fácil con individuos, tales como: Donald Trump, Vladimir Putín y Nicolás Maduro, presidentes de Estados Unidos, Rusia y Venezuela; que tienen sed de sangre y consideran que las guerras son el camino para dominar sus intereses y negociar armas letales para los derechos humanos. ¿Por qué no siguen el mismo ejemplo de Gorbachov?