Esta reflexión que escribo, redundo, es mía, y se origina como consecuencia de las conversaciones político-electorales que tengo, a veces varias en el día pero con seguridad varias en la semana, donde se analiza lo divino y lo humano de esta actividad pero principalmente lo conveniente e inconveniente de las decisiones que en esta materia hemos tomado y que estamos por tomar.
Es cierto y lo re-afirmo con vehemencia que en el próximo proceso electoral al Congreso, sin duda y con urgencia La Guajira y los guajiros necesitamos representatividad en el Senado de la República y no solo representación, y debe ser hecha por un guajiro con sangre en las venas, y sangre guajira; con amor por esta tierra pero amor por todo el territorio sin regionalizar o miramientos provinciales; que al hablar, proponer, defender, reclamar y al hacer sentir la voz de La Guajira y los guajiros, sea con la palabra guajira, con acento norte-sur, y el temple que da esta tierra desde La Macuira arriba hasta el río Pereira, y desde la serranía del Perijá a la Sierra Nevada, y reitero, con todos estos atributos, necesitamos la mejor representatividad.
¿Por qué insisto en el término? porque en el Senado, hasta ahora a pesar de votar por la representatividad, lo que ha llegado en nombre de los guajiros es representación, es decir, un senador elegido con votos guajiros, que nos engolosinó, abusó de nuestra buena fe y confianza y porque hemos hecho gala siempre de aquello que decía Laureano Gómez, “a la gente hay que creerle, hasta que demuestre lo contrario”, y aquí, demostraciones en contrario es lo que hemos tenido, incluso con los nuestros.
Por eso insisto, representatividad, en términos nuestros y para mejor comprensión: es el ser humano que representa el alma, el espíritu, pensamiento y sentimientos, usos y costumbres de nosotros, de este pueblo; que siente la tierra, siente el dolor nuestro y se conmueve y se atreve a proponer, a defender y luchar por los intereses de los guajiros y por La Guajira.
Representación: es la presencia solo del cuerpo ungido por nuestros votos, “ya veces en cuerpo ajeno”, en nombre de los guajiros, pero no tiene alma guajira, no siente a La Guajira porque su pensamiento, su amor y su defensa y búsqueda de beneficios están orientado para otra región; porque está es defendiendo otros intereses, y es el que solo regresa a La Guajira a fiestas, celebraciones o acompañando al presidente de la República en sus visitas y quiere “ese cuerpo” hacernos creer que “él es el precursor de esa visita”, el gestor de la dádiva que a veces nos trae el presidente, y sin falta, se toma la foto con sus amigos promotores, “esos que recibieron los recursos para hacerle la campaña”. Amigo lector, si usted no está ahí, entre esos promotores que recibieron recursos, quédese tranquilo y duerma con su conciencia golpeada pero tranquila.
Con esta reflexión, que no es una conclusión, ni tampoco plantea una contradicción con mi convicción, es necesario que busquemos de primero entre los guajiros ese ser humano con competencias, capacidad y alma para que lleve nuestra representatividad y nuestra representación. Y es necesario que de segundo y tercero busquemos también entre guajiros ese ser humano.
Ahora, en esa búsqueda interna, en esa insistente búsqueda interna, también deben estar unos filtros porque no nos merecemos “salir de guatemala para entrar en guatapeor”. No, no solo no nos lo merecemos, sino, que necesitamos un guajiro sin vicios, sin compromisos políticos inamovibles de esos que han convertido la pluralidad en un fundo o limitados círculos personales, ¡y fuera!
Necesitamos un guajiro con casta pero sin cesta y que entre su cerebro y su corazón sumen los 20.848 kilómetros cuadrados de territorio, de historia buena, de necesidades insatisfechas; y entren ahí las equivocaciones que hemos tenido pero también los deseos infinitos de revertir los fracasos, y convertir esa parte de nuestra historia mala en oda de victoria y reivindicaciones.
Entonces pensemos: no más un malo conocido para que también vuelva hacer representación. Necesitamos un senador que nos garantice representatividad, o sea que en su alma, su corazón y en su cerebro esté totalmente La Guajira; que su grupo sanguíneo sea G de Guajira; que transpire guajira pura, no guajira de fachada, o peor, guajira para unos cuantos.
¡Vamos guajiros, que pa’ representación hay muchos, pero necesitamos es representatividad!