Es pertinente hablar de las mujeres en plural y no en singular, de las mujeres porque no somos una sola; somos afros, indígenas, rurales, urbanas, amas de casa, políticas, deportistas, artistas, adultas, niñas, entre muchas otras maneras de ser mujeres; somos seres dinámicos y cambiantes, capaces de transformar realidades y reinventarnos.
Hoy escribo con el dolor de una despedida más, del asesinato de una mujer que a la vez somos todas, cuando una mujer es asesinada, no solo la matan a ella sino que se altera la vida de todas, sabemos que no estamos seguras y libres porque como humanidad no hemos logrado superar estereotipos de género y urge desarraigar el machismo para que las mujeres logremos vivir sin el miedo a ser violadas o asesinadas, también a conquistar espacios de poder y autonomía en el ámbito político, económico y social.
Las violencias, problema: más allá de las cifras
Una sola asesinada es demasiado, rompe el récord de violencia y en lo corrido del año van muchas, las cifras las podemos ver en todas partes, por ello no es esta la columna para hablar de dichas cifras, como lo he hecho en muchas otras publicaciones, en este espacio quiero proponer la reflexión de que ser mujer en el mundo, en Colombia, en La Guajira y seguir vivas, es un milagro y es como practicar – polígonos – siendo el blanco de ellos; los delitos contra las mujeres se amparan en imaginarios sociales, que no deberían existir como:
“Las violan por mostronas”.
“Les pegan por jodonas”.
“Las matan por bonitas, feas, lesbianas, putas, políticas, libres, etc.”.
Con dolor profundo afirmo, que NO estamos completas faltan muchas, la más reciente víctima fatal es Inés Rafaela, que estoy segura que salió de su casa con la clara convicción que regresaría a estar con su hija, a descansar o publicar en redes el momento de parranda, en todo caso a continuar con su vida; como tenía el derecho a continuarla, pero no, resulta que la violaron y la mataron y ahora está en la lista larga de mujeres asesinadas, esto no puede hacer parte del paisaje o de un show mediático, la vida es sagrada y se debe respetar.
Ni Inés, ni ninguna mujer asesinada tiene la culpa de su muerte, nadie provoca a alguien para que le mate, porque ellas tienen ganas de vivir y no van por la vida diciendo “oye, puedes matarme por favor, pero antes me violas y me torturas para que sea más impactante”, no, ellas no piden eso.
La culpa de los feminicidios y todo tipo de violencia es del patriarcado, del sistema desigual y machista que “supone” que el cuerpo de las mujeres les pertenece y pueden hacer con él lo que se les antojo, mil veces no, no y no, basta de violencias contra las mujeres, de estereotipos de género y de cinismo absurdo de culpar a las víctimas y con ello, “amparar a los victimarios”
Te pido perdón Inés Rafaela porque ni el Estado, ni la sociedad, ni tus supuestos amigos de parranda impidieron tu muerte, todos y todas les fallamos a las mujeres que son asesinadas, les fallamos cada vez que decimos “ella por qué no estaba en su casa, para qué salió a tomar, se lo buscó”. Repito, ni ella ni ninguna mujer asesinada por el hecho de ser mujer pidió eso, así que perdón a todas por fallarles como humanidad machista, indiferente y muchas veces indolente.
Adiós Inés, seguiremos trabajando por un mundo no machista y no violento.