En un mes el sacudón político-administrativo que ha tenido La Guajira, causa desconsuelo, desazón y aún cuando se sabe cuál es el mensaje que se le está mandando a la población, no precisamos qué conclusión puedan estar sacando ellos.
Destituyen al gobernador, anulan por inhabilidad la elección del alcalde que había sido electo en Manaure, está en litigio aún la elección del alcalde de Fonseca impactando las elecciones atípicas después de 55 días de campaña, y se inicia la revocatoria del alcalde de Villanueva.
El 20% de las alcaldías están en conflicto; esto lleva inevitablemente a que la gestión administrativa en esas alcaldías esté centrada su atención en solucionar lo urgente y apuesten escaso empeño en la solución de tantos problemas de fondo, carencias y dificultades en sus municipios.
Todo esto unido a la salida del gobernador, hace que tengamos más encima los ojos del país político porque nos convertimos en tierra abonada y en banquete servido para mercaderes electorales y políticos oportunistas; además, también convierte a la dirigencia política guajira en carnada por la aproximación de unas elecciones; la ven “esos caimanes de aguja” como sujeto débil, frágil, en posición de indefensión y “sin peso político en la cola para pararnos en raya”. Incluso, el Gobierno nacional también sacará tajada o pondrá por encima sus intereses de partido de gobierno.
Que una quinta parte de la gobernabilidad territorial esté en riesgo y como el cien por ciento de la gobernabilidad departamental se averió, eso nos hace en estos momentos el departamento de Colombia más vulnerable política y administrativamente. Mérito nada honorífico.
En otras partes del país el análisis es: primero, que desconocemos, no estudiamos, o no nos informamos ni adquirimos conocimientos sobre las normas electorales, “tropezamos con la misma piedra varias veces”, y segundo, que por encima de esas normas nuestra práctica político-electoral es vetusta, errada, de corte folclórico y temeraria. Como dice ‘Poncho’ Zuleta, “les están diciendo que no, y no entienden”.
Esto lo infieren los demás colombianos por los elegidos que les han anulado su elección por delitos electorales e inhabilidades legales por desatenciones y actuaciones sin filtros de los asesores o jefes políticos y de campañas; y por otro lado, porque tenemos a un mandatario que por varias razones autorizó el Consejo Nacional Electoral un proceso de revocatoria, y es el único en este periodo en La Guajira; eso pone a deducir que a quién le van a revocar es porque es inepto o no ha cumplido su programa de gobierno, o está desconectado de su pueblo y es generador de insatisfacciones y sepulturero de esperanzas.
Todas esas ofensas a las leyes y a la democracia son máculas para una gestión que creíamos que íbamos a sanear; que nos hizo pensar que habíamos arrancado a reparar esa deteriorada imagen de departamento sin confianza en las instituciones nacionales.