¿Qué se nos agotó? Parece raro comenzar una columna con una pregunta, pero también puede ser buen presagio de que su contenido sea una gran respuesta a algo que está ocurriendo, que está faltando, que no se está dando, que no está brotando, o que una fuente se está secando o está en decadencia por varias razones.
Se me ha antojado hacer este escrito después de transcurrir el Festival de la Leyenda Vallenata y ver que ningún villanuevero hizo parte del cuadro de honor de esta versión del festival. Y he hecho este escrito no para hacer señalamientos ni buscar culpables de esa ausencia de donde deberíamos estar siempre, sino para proponer medidas y reflexiones constructivas que atañen a un pueblo, que interesan a todos sus habitantes, e invitar a los actores principales que debemos dar respuesta a esto.
En pasadas calendas generalmente se despertaban los que no iban al festival, buscando noticias, buscando información de cuáles o quienes habían sido los villanueveros que habían ganado primer puesto o habían logrado segundos o terceros puestos en los diferentes concursos, desde acordeoneros, compositores y verseadores. Y los que generalmente íbamos regresábamos con el pecho henchido de orgullo porque los hijos y representantes de Cuna de Acordeones habían dejado el nombre de nuestro pueblo, de nuestro festival, –así éste nunca los apoya para participar–, bien en alto y el talento villanuevero haciendo honor a las expresiones del ‘Cacha’ Acosta: “que en Villanueva cualquiera toca un acordeón, canta o compone una canción o compone un verso”.
Entonces mediten y digan ¿si tengo o no tengo razón de iniciar mi escrito con esa pregunta?
Miren, desde hace mucho rato nuestros niños y jóvenes no figuran como ganadores en ninguna de las diferentes modalidades de la música vallenata y lo que es peor, pareciera que no lo están haciendo bien, o no están aprendiendo bien para destacarse o descollar. Desde hace rato no estamos ganando nada en ninguna parte, de manera que es fácil colegir, están aprendiendo solo para divertirse o divertir a los amigos, y creo que eso no tiene buenas consecuencias futuras; ese estancamiento, esa aparente pérdida de creatividad y de exposición de excelsas condiciones y talento no es un buen indicador para una tierra donde el folclor es cultura y ella su cuna.
Los que antes nos dieron luz propia como Cuna de Acordeones, es cierto… hacen parte de dinastías, y de ahí brotaban de forma natural acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, cantantes, compositores y verseadores; no había que indicarles mucho, ellos se cultivaban solos. Y así salieron la gran mayoría de los que aún están rutilantes en el firmamento de la música vallenata. Y por eso aún somos referentes mundiales de las dinastías de nuestra música vernácula.
Pero en otras partes, como aquí también, se han destacado individualidades, que es lo excepcional, sin ser de las dinastías.
Así como en nuestro pueblo, en muchas de esas partes también hay escuelas de música y a los niños y jóvenes les están enseñando, están aprendiendo bien o mejor que nosotros y están ganando en muchos festivales y en muchas modalidades en las que concursan. Entonces, ya estamos mano a mano, enseñando a los niños y jóvenes, pero los de otras partes, sin dinastías como las nuestras, están ganando más que los nuestros.
¿O se nos acabó el secreto del agua de la sierra, o se nos agotó la fuente del talento y la inspiración? ¿Será que no estamos haciendo las cosas camino al éxito? ¿Será que nuestros artistas villanueveros de la música vallenata, esos que han brillado y aún brillan por todo el mundo ya no son inspiración para niños y jóvenes del pueblo? ¿Será que ya no hay esa conexión extranatural con esas estrellas artísticas y juglares, y es por lo que ya no vibran interiormente nuestros prospectos?
Hermanos villanueveros, nosotros quiénes hemos tenido siempre que ver con Cuna de Acordeones, y en realidad, el pueblo en general, necesitamos retomar el rumbo perdido de su razón de ser, o sea, impulsar y apoyar el talento; necesitamos ganar más en todos los festivales, necesitamos renovar el argumento y darle a Dios lo que es Dios y al Festival lo que es del Festival; necesitamos que nuestros niños y jóvenes sientan la emoción del triunfo, que reaprendan a ser ganadores, que sientan que para llegar lejos hay que dedicarse, disciplinarse y convertirse en ganadores innatos otra vez. Necesitamos que participen por fuera de Villanueva y que ganen por fuera de Villanueva.
Volvamos al formato humilde que nos dio gloria y concentremos nuestras energías en revisar porque no somos en estos momentos la tierra donde brotan el talento y la mística de los exponentes para que nos vuelvan a poner en la cima y en boca del mundo como Cuna de Acordeones, como el festival de música vallenata más auténtico y transparente donde gana lo bueno y se destaca el talento; encausemos lo que corresponda en generar aprendizaje de calidad; apoyemos la gestión del ente territorial para que sean verdaderas escuelas las que formen y desarrollen el talento de nuestros niños y jóvenes. O sea, busquemos recursos para hacer lo que haya que hacer y ganar más, si es que no se secó la fuente de nuestra creatividad.
Las paradojas de la vida, la escuela de aprendizaje de música vallenata más destacada del mundo es de un villanuevero, la dirige un villanuevero y nosotros por no aprovechar eso estamos sintiendo y viviendo el duro día a día de la disminución de la calidad artística e interpretativa de los nuestros.
Ganar más no es por milagro, es por apoyo y dedicación de todos los actores de la generación de música vallenata tradicional, pero de manera competitiva, con calidad en lo autóctono y en lo auténtico, y no “showsera”.