“El avión llego temprano/ bajo un cielo claro azul/ trajo a Fabito Lozano y a Belisario Betancur. Te buscan por todas partes/ eso me decía la gente/ dos tipos tan importantes/ que pueden ser presidentes/ el uno es muy liberal y el otro es godo decente”. Canción ‘El godo decente’, de la autoría de Rafael Escalona.
Cuando escucho oleo sobre temas electorales, recuerdo los magistrales discursos de Evaristo ‘Mi papá’, en sus correrías por los pueblos, íbamos a las rancherías para tomar el retrato y tramitar la cédula a nuestros hermanos wayuú en las comunidades de El Chinito, donde el líder era Comarito, Copollomana donde vivía la familia de Nevera, Cerro Alto era el jefe José, Donde Costanza y Gómez en Cajuchón, Eulises en Songó, Arcese Raúl y Buenaventura en Aritawre y el viejo Arema en Guayotomana, todos muy apreciados en casa, tomábamos bastante chicha, aquello era divertido, motivo de gozo y gran oportunidad para pasear junto a él en carros ataviados con la bandera azul de su partido, porque era así, usaban banderas para distinguirse, la azul conservadora, la roja de los liberales y una azul, blanco y roja de la Anapo, partido del General Gustavo Rojas Pinilla.
Durante la época de elecciones había un desfile de personas permanente por mi casa. “¿Varo, con quién vamos?” preguntaba su gente agradecida por sus servicios recibidos, los viejos preparaban la ropa con anticipación para cumplir ese deber ciudadano, mi abuela planchaba los pantalones de dril de mi abuelo con almidón, quedaban brillantes y más templados que carpa de circo, igual su camisas blancas mangas largas y después de planchados los colocaba al sol sobre el manar encarapitado en un taburete con sentadera de cuero y encima la manigueta del molino de moler el maíz para los bollos cabezones cada mañana, el abuelo pasaba por la casa a buscar ‘La papeleta’ y las instrucciones luciendo su sombrero de fieltro de alas medianas.
Extraño el olor a tinta indeleble, era roja, la ubicaban en frasco triangular junto a la urna de madera de los votos, el votante introducía el dedo índice, quedaba marcado, era un olor inconfundible y embriagador para mí, al sentirlo sabía que tendría muchos motivos para pasear con mi viejo de pueblo en pueblo, en Cotoprix donde Abadias Peñaranda, Rafael Iguarán, y el tío Leopoldo Deluque que después se fue para Galán, en Cerro Peralta donde Editonel Arrieta y Blas Quintero, En La Buena Fe donde Polita y Luis Quintero, en Arroyo Arena donde Viro, Pedro y Lola Moscote, en Machobayo Meño, Lorenzo Pinto y Jonás Sierra, curioso que una de las más fervientes defensoras de las causas de papa era una viejita que vivía en Las Mercedes, le decían ‘La Liberala’, pero era conservadora, la visitábamos allí, también a Benancio Rojas Lucho y Elisa Amaya y Segundo Peralta, muchos ya no están, pero como los afectos se heredan nunca dejo de recordarlos con toda gratitud por ser tan generosos con mi padre.
Los muchachos de mi generación recordamos que en Monguí solo habían tres liberales, Berta Pinto, Uldarico Gutiérrez y Miguel Campo Brito, aquello era entendido por mi viejo, llegaron a nuestro pueblo de otras poblaciones, Berta de Tomarrazón, Uldarico desde Caracolí y Miguel de La Sierra de Los Brito, esa circunstancia no impidió que fueran grandes amigos, gente que predicaba con el ejemplo, sirvieron toda su vida en el pueblo, se hicieron querer y nadie los olvida, la política nunca fracturaba ni la amistad ni las familias.
El día de elecciones era una fiesta, llegaba la gente a votar, y a los wayuú en mi casa al regreso del puesto de votación los atendían con alimentos y refrigerios, los muchachos cuando los votantes se retiraban del puesto de votación y la tinta todavía estaba fresca, nos untábamos el dedo de el de ellos para “parecer grandes”.
A propósito de los eventos políticos, organizaban ‘concentraciones’ la gente asistía para escuchar sus candidatos, una vez que el candidato presidencial Evaristo Sourdis pronunció un discurso en el salón de mi casa encarapitado sobre una banca, fue memorable, y el difunto Nato Medina, dijo que lo quería conocer, cuando papá se lo presento, preguntó “¿Varo, este es Surdí? Yo creía que era otra cosa, es un hombrecito” y decepcionado se fue para su casa, papá quería que la tierra se lo tragara, allí conocí a Roberto Gerlein.
A propósito de imprudencias, en una manifestación que hicieron para proclamar a Rodrigo Dangond candidato al Congreso, se encontraban los dirigentes representativos de la región en la tarima y el presentador era el primo Jaime Peralta, y comenzó a mencionar por altoparlante a quienes estaban sentados, dijo: “Se encuentran acá, los patricios conservadores Alcides Peralta, Tomás Acosta, Evaristo Acosta, Abadias Peñaranda” y cuando llegó a donde estaba Neco Camargo, reconocido ganadero de Machobayo dijo: “Señor Neco Camargo, favor desocupar la silla, es la que corresponde a la señora del doctor Dangond” y lo hizo bajar de la tarima.
He recordado en esta mañanita mientras escribo y tomo mi chorrito de café servido en el platico, lo que dijo mi padre la noche que recibió un homenaje junto con otras personalidades en el CAI de Monguí, contó que a Mahatma Gandhi le preguntaron cuáles son los factores que destruyen al ser humano, él respondió: “La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad”.
¡Quedan los recuerdos!