“El que tiene es el que paga, el que paga es el que manda, el que manda es el que debe comportarse bien, pero él cree que porque tiene por el mango la sartén puede hacer lo que quiera y jugar con el poder”. Canción ‘Castigo de Dios’ de la autoría de Hernando Marín, grabada en 1979 por Emilio Oviedo y Freddy Peralta en la producción ‘Por todo el mundo’.
Hemos escuchado con toda atención y con gran esperanza las palabras de monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, Obispo de la Diócesis de Riohacha en su mensaje epistolar para la reflexión ante la primacía de la realidad de un nuevo proceso electoral que concluirá el domingo próximo con la elección de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y miembros de las Juntas Administradoras locales en Colombia.
En La Guajira se nos vino encima este día de elecciones en medio de un ambiente evidentemente pesado, controversial, colmado de múltiples razones para la desconfianza y también con una inversión de valores tan rampante que el derecho colectivo a la moralidad administrativa se encuentra inocultablemente como corcho en remolino. Cuando repitiéndose la historia sagrada, así como la multitud fanática e ignorante pedía que condenaran a Jesús de Nazaret y que le conmutaran la pena a Barrabas el delincuente. De la misma manera se descalifica hoy en Colombia a la gente de manos limpias, trayectoria transparente, experiencia y preparación para exaltar como nuevos héroes a quienes violan la ley.
Lo que estamos viviendo en este país, y La Guajira no es la excepción es un espectáculo penoso, vergonzoso y desesperanzador que pone en peligro la estabilidad misma de la democracia por sustracción de materia, hoy para ser elegidos es el dinero y no la honradez el primer requisito, es la capacidad de maniobra considerada una virtud y el estudio como un inconveniente para aspirar a ser elegidos.
A los aspirantes ya no les preguntan cuál es su partido sino cuál combo económicamente poderoso está detrás de su aspiración independientemente de la procedencia de los recursos, situación que a todos los ciudadanos nos afectan porque decía mi abuelo que “lo bueno es para el dueño y lo malo se reparte”, y sobre los súbitos enriquecimientos como factor de poder siempre decía que “quien al momento de adquirir no supo el modo, al momento de perder lo pierde todo”.
Monseñor Francisco invita a conocer a los candidatos y candidatas y sus programas sometidos al escrutinio ciudadano y no dejarse llevar por las redes sociales; pide no votar por odio ni por dinero. Tenemos la esperanza de que sus palabras por gracia de Dios sean escuchadas por la más importante de las “IAS” que es la ciudadanía que hoy, como si el diablo estuviera asumiendo el control de todos, asiste resignada y silente a su propio funeral.
Los proyectos económicos han venido sustituyendo paso a paso a los proyectos políticos y cuando es así la política deja de ser lo que decía mi padre, un arte que nos enseña a servir para convertirse en un instrumento punitivo que nos induce a delinquir.
Todos teníamos la ilusión que recientes ejercicios democráticos permitieran un cambio de mentalidad colectiva frente a las tareas de Gobierno y de representación pero, espero estar equivocado, cada día es peor porque el diablo es el que está haciendo las hostias y cada día toca las campanas con el beneplácito de sus víctimas.
Se está repitiendo la historia del hombre que desplumó a la gallina viva y después de su despiadado tormento la soltó y comenzó a dejar granos de maíz y mientras él caminaba, ella iba detrás comiendo, de la misma manera, y lo digo por experiencia personal, conozco familias que comen bien solo cuando es de mi bolsillo en todos los tiempos, y no en elecciones les llevo mercados.
En cada navidad les llevamos el aguinaldo, y si están en el hospital con sus hijos me llaman a mí y no a los políticos, todo para agradar a Dios, pero en estos días andan detrás de quienes teniéndolo todo no les ayudan en nada. Que tristeza, más duro que el olvido es el coctel peligroso de la ignorancia con la ingratitud. Hoy recuerdo que mi madre y mi padre nos decían que había que servir sin esperar contraprestaciones y cumplimos fielmente sus instrucciones sin esperar nada de nadie.
Para poder ser felices, toca acostumbrarse y entender que venimos a este mundo para acompañar a los más vulnerables en sus tribulaciones, solo pensando en las venideras generaciones, para que ellos puedan acompañar humillados a quienes los martirizan en las elecciones; toca beber las aguas amargas de las raíces amargas del árbol de la paciencia porque los frutos serán muy dulces.
Hoy escuchamos a quienes como urracas parlanchinas vociferan que habrá cambios, pero hacen lo mismo o peor que aquellos a quienes critican. Hipócritamente se visten de negro, de blanco, de marimonda, de azul o de rojo, de izquierda, de centro o de derecha pero son los mismos perros con distintos collares; los hay hipócritas, ambiciosos, desleales malos amigos, malos familiares que no tienen futuro sino un inmenso lastre que la vida les cobrará tarde o temprano porque se puede engañar y mentir a todo el mundo pero no a Dios.
No hay duda, si mi padre volviera por aquí y observa los acontecimientos que hoy se viven en la política, seguramente hubiera regresado al lugar donde Dios lo tiene coronado de gloria y disfrutando el brillo de la luz perpetua ante tanta indignidad, ante la pérdida de las consideraciones, ante tantos falsos profetas.
Como Monseñor Pachito tiene vara alta con Dios seguramente el Todopoderoso lo va a escuchar y seguramente nos llevará de la mano para acertar eligiendo buenas personas, honestas y transparentes en este certamen eleccionario, pero si no lo escucha, y como escuché decir por una emisora local, al diablo que ahora es bueno entreguémosle las llaves para que acabe con lo que queda!