Este primero de julio de 2024 en los quince años de circulación del Diario del Norte, además de felicitarlos por su loable labor, también quiero manifestar que un columnista brillante no apaga la luz de su lámpara cuando molesta su brillo, así escriba en la soledad de su aposento. Antes, por el contrario, escribir con masa crítica y opinión respetable y pisándole callo a los demás, debe ser la tarea de un excelente columnista. No me considero el más leído de los columnistas por eso, pero créanme que lucho por serlo y estoy en ese rumbo-norte.
Porque considero que un buen columnista es aquel que, con su opinión personal, producto de su profunda maduración interior y sus propias investigaciones, trata de persuadir al lector de un punto de vista que tenga muy particular, subjetivo o errado y asume las consecuencias desde sus propias convicciones. Cambiar la opinión del lector o informarlo en el mejor de los casos y hacerle ver sus acciones u omisiones y conceptos errados puede ser importante, desde el punto de vista de la exhortación respetuosa. También generar controversias con pensamiento diferente y otros argumentos, muestra que hay visiones diferentes y distintas reglas en el juego de la vida.
Yo escribo porque me gusta y me gusta lo que escribo, jamás le regalaría a otro un producto mío, que ni yo lo quiero tener, esta es una de mis pasiones, junto a mi profesión, la planificación del desarrollo y la administración pública. No escribo por encargo sino por inspiración, mis columnas en Diario del Norte llevan siempre la fuerza de mi expresión y lo que siento y los temas me llegan en el momento y lo escribo de una sola sentada en el computador.
Soy un convencido que, desde el punto de vista de la doctrina más sana, debo contribuir con mi estructura de pensamiento, a la construcción de una sociedad guajira superior con mis columnas de opinión. Una sociedad con principios y valores, apegada al temor de Dios, que entiende que el núcleo de la sociedad es la familia y que el interés superior de todos es dejarle a las próximas generaciones y a la posteridad un Departamento con mejor calidad de vida y mejores ciudadanos.
Tengo de estar escribiendo mis columnas, la misma edad de Diario del Norte, antes escribía en el periódico La Noticia, El Pilón y El Informador, hasta que en el 2009 quedé matriculado en esta casa editorial de Gámez Editores. Religiosamente escribo mi columna semanal y cuando por obligaciones de trabajo no lo hago muchos de mis lectores y paisanos me reclaman. He conquistado por este Diario a muchos amigos y simpatizantes y hasta una bolsa de oportunidades laborales y sociales he obtenido.
Hoy observo que Diario del Norte tiene un enorme posicionamiento en la memoria y los corazones del Caribe, gracias al valor agregado de este Ejército de soldados macondianos que con su pluma sagrada vierten en sus columnas el pensamiento de verdaderas adalides de la libertad de opinión haciendo parte de esta misma familia. Soy consciente de la responsabilidad social que me asiste al escribir mis columnas y siento un profundos respetos por el lector y lo que escribo tiene que ver siempre con la visión del desarrollo que tengo y la idiosincrasia de mi pueblo y sus patrones y paradigmas de comportamiento. Me agrada que la dirección general del Diario respete nuestros criterios y fuertes convicciones y para nada trate de cambiarlos, sino que deja en el autor de la columna la responsabilidad de su contenido. Es muy estimulante y quiero destacarlo, que Cerrejón nos trata como los líderes de opinión cuando nos invita a sus eventos, para quienes nos hemos convertido en un órgano consultivo de la empresa.
Igualmente, es muy gratificante para uno en este trabajo altruista y por amor al arte, visitar enfermos y personalidades de la vida departamental que lo reciben a uno en sus casas con la caja de recortes de columnas que hemos escrito y citando frases de cajón que usamos en ellas. Allí siempre les aclaro, soy responsable de lo que escribo, no de sus interpretaciones, sobre todo, si se trata de juicios de responsabilidades o de la actividad política. Creo que, entre el Diario y los columnistas en estos quince años, es mucho lo que hemos hecho, pero falta mucho por hacer.
Hoy se observa una guajira mejor informada, con mejores vertientes de opinión y masa crítica en el concierto y la opinión departamental y nacional. Desde mi perspectiva quiero exhortar a los demás columnistas para que sigamos en nuestra labor casi que evangelista de salvar a La Guajira de todas las amenazas y riesgos que la condenan a vivir una vida sin sentido ni sueños colectivos.