Posterior a las últimas elecciones del Congreso podemos ver cambios significativos que nos permiten ilusionarnos con posibles transformaciones, entre ellos el incremento de mujeres en las curules y la llegada de dos lideresas wayuú que representan con altura lo que somos las mujeres: resiliencia, inteligencia y perseverancia.
Por ello, escribo desde la alegría, la guajiridad y la sororidad política, porque el poder legislativo de mi país recibe a dos mujeres con el carácter propio de la gente que nace en un territorio que no se rinde y que no por casualidad es el único que entre 32 departamentos se escribe en femenino y es vientre fructífero que se reinventa a pesar de los desafíos.
El Congreso sentirá los pasos firmes y el aleteo perenne de las mantas de –Martha Peralta y Karmen Ramírez– ellas defenderán la garantía de los derechos de las comunidades y las regiones, porque sin duda viven a Colombia como un país pluricultural, diverso y descentralizado (aunque esto último parezca paradoja) Colombia es un telar de regiones infinitamente diversas y no debería ser gobernado, ni legislado desde visiones geopolíticas concentradas en sectores privilegiados que excluyen a la mayoría (históricamente mal llamadas minorías).
Ellas tienen claro que nacimos en un país que se escribe desde la majestuosidad del Caribe, la fuerza del pacífico, la biodiversidad de la Amazonía, la resiliencia de la Orinoquía y la infinita belleza de la región insular, sin duda, dichas regiones confluyen para nutrir a la región Andina.
Martha y Karmen han forjado un camino de esfuerzos, compromiso y liderazgo, no están por casualidad electas, recogieron una siembra que labraron y que se resume en la dicha de decir, que La Guajira vuelve al Senado con la primera mujer wayuú en ser electa para tal cargo y tendrá en la circunscripción internacional representando a los y las colombianas en el exterior a otra digna representante de las mujeres indígenas.
Las dos han mencionado en sus diversas intervenciones –que no nos defraudarán- y yo les creo, porque las oportunidades dadas a activistas como ellas se traducen en grandes acciones; las mujeres hemos luchado por años para lograr espacios de poder y autonomía, sin duda se están recogiendo los frutos de nuestras ancestras y de la incansable revolución feminista, académica y cultural, es el tiempo de las mujeres y no porque estén de moda sino porque hemos decidido reescribir historias patriarcales por relatos y acciones equitativas e igualitarias, es claro que los años de corrupción no se sanean en un abrir y cerrar de ojos, como tampoco tener curules en el Congreso es la única solución, soy consciente de que a los problemas policausales no se les soluciona linealmente, pero es sensato y merecemos celebrar los logros de las mujeres de nuestra tierra, que han puesto sus vidas al borde de peligros, con la firme convicción de aportar al tejido social.
Que se prepare el Congreso porque llegarán dos hijas ilustres de La Guajira, una de Monguí y otra de Maicao, dispuestas a dejar huellas y luces encendidas para las nuevas generaciones que han decidido apropiarse de la construcción de nuevas realidades sin miedos.
Martha y Karmen, en sus manos está la bonita responsabilidad de seguir abriendo camino para otras mujeres, para las poblaciones Indígenas y Afro, las diversidades, las regiones, las comunidades vulnerables, la juventud y lo más importante, el feminismo étnico que tiene la herencia que las hace dueñas de las herramientas para una gran transformación.
Ñapa: Que la discriminación se erradique y se vuelva costumbre respetar las diferencias, no se puede normalizar la violencia contra Francia, ni Jada.
Recuerden: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Art 1. Declaración universal de los derechos humanos.