Cada semana desde hace más de un año cuando el mundo convulsionó ante el terror por la aparición de la primera pandemia del siglo XXI, esta extraordinaria mujer riohachera, residente en Italia hace casi 20 años, lanzaría un contundente llamado mediante sus columnas, a avivar los recuerdos colectivos de los riohacheros, a través de sus detalladas memorias respecto de las anécdotas, los personajes, las curiosidades, los modismos propios de la riohacheridad, y otras historias peculiares que mueven desde lo más profundo de la identidad local, las fibras más sensibles de los corazones de sus queridos coterráneos o “paisanos” como ella cariñosamente les llama.
Marga Lucena se describe sin titubeos, pues se evidencia en la fuerza de sus palabras y en su marcada entonación caribeña la cual mantiene intacta, la seguridad de saber, que han hecho Dios y la vida de ella: “Soy una mujer orgullosamente riohachera, pasional, alegre, extrovertida, mamá y esposa, intentando ser escritora”.
Sin embargo, en la vida de sus familiares y de su amplio círculo de amigos, Marga es considerada como la reina del eterno jubileo. La alegría y el desparpajo de la cual es insigne precursora, la han caracterizado desde pequeña y hacen de ella, la hermana del medio entre Diana la mayor y Tatiana la menor, la que más algarabía provoca en la vida de los suyos.
A muy temprana edad, esta portadora de alegrías, hija de la querida matrona Inés Brugés (q.e.p.d.), entendió que parte de su misión terrenal era escribir: Cuando tenía 7 años llegó a Riohacha la Caminata por la Paz. Uno de los regalos que me dio el Señor, es la buena memoria. Escribí algo para esa época y la profesora no creía que lo hubiera escrito, por lo que llamó a mi mamá y le preguntó si yo lo había hecho y mi mamá le respondió que me había visto haciendo algo, pero, no sabía que era. Me montaron en un carro y encabecé la caminata mientras repetía con entusiasmo infantil “nosotros somos los niños de Riohacha y queremos la paz”.
Hoy en la escritura, Marga ha hallado el remanso de paz que su alma dolida por la partida de su madre ha necesitado en momentos de desasosiego y desolación. “Marga sí escribe bonito verdad”, afirmaba orgullosa su progenitora cada vez que llegaba a sus manos algunos de los innumerables textos que alcanzó a leer en vida y que se habían convertido irremediablemente en la marca personal de la segunda y más estruendosa de sus tres hijas.
Su prodigiosa memoria le sirve de ancla testimonial para descubrir en su exuberante historia de vida, los orígenes de su impetuoso don: “Desde que era una niña sentí la necesidad de comunicarme, de expresar mis sentimientos y de hacerme sentir. Tengo infinidad de poemas no publicados, dedicados a mis hermanas, a mi mamá, a mi esposo, a mi hijo y a mis amigos”, expresa convencida y feliz por la plenitud que le provee, su intensa dedicación a la escritura.
La maternidad llegó a su vida para revolcarla como una turbulenta tempestad de amor de manera definitiva y contundente: Stefano es la razón de mi feliz inmigrar. Mi hijo le dio sentido a mi desarraigo. Tal vez en el desprendimiento que estoy sintiendo ahora que es un adolescente, las letras se han convertido también en un refugio ante su independencia.
Sobre su esposo, el italiano Giacomo Puppo, lo referencia en gratitud en su libro más reciente como su gran amor, o su grande amore: “Giani ha sido mi apoyo constante y la razón por la cual me fui de mi tierra. En estos años me motivó a que me dedicara a ser mamá de tiempo completo y así ha sucedido, ahora en el camino de las letras su apoyo es fundamental”.
En la valentía que caracteriza a las mujeres de su tierra, Marga ha hallado referentes de vida y la inspiración suficiente como para dar su más reciente paso en las letras. Entre ellas enuncia a hermana Teodosia Josefina Zúñiga Deluque (q.e.p.d.), quien fuera rectora del Colegio Sagrada Familia donde estudió su bachillerato, la señorita Olguita Ricciulli (q.e.p.d.), Nohelia –Pipi– Mejía, dama insigne y reina vitalicia del carnaval de Riohacha; las matronas criollas, las escritoras Vicenta Siosi, Fabrina Acosta, su amiga la exseñorita Guajira, filántropa y empresaria Rosana Redondo, y esta servidora agradecida por tan honrosa mención, quien se deleita de describir en esta semblanza a tan maravillosa mujer guajira, en una de sus más representativas facetas.
Y así surgió ‘Inmigrando’, la extraordinaria novela autobiográfica donde Carmen Matilde Romero es protagonista, y cuya emoción por la obtención de la ciudadanía italiana, marca la génesis narrativa del libro que en Amazon ocupa un lugar privilegiado, apenas debajo de ‘Gabo’ a quien Marga Lucena considera, su maestro y más grande amor literario.
“Inmigrando debía partir del lugar donde están mis raíces y mi cultura y por eso lo lanzo desde aquí, desde Riohacha, rodeada del cariño de mis paisanos”, expresa con evidente emoción por la llegada inminente de tan anhelado momento.
Su primera obra vio la luz en el año 2001 bajo el título ‘Latiendo’. Posteriormente llegarían los múltiples escritos, poemas y columnas que le hicieran sentir con más fuerza en todos estos años, el llamado ineludible a reconocer su vocación natural como escritora con marca autóctona.
Luego, durante la pandemia se comprometió con sus paisanos a culminar ‘Inmigrando’, con el que se propone conquistar el mundo llevando como bandera, los sentimientos de los millones de personas que alrededor del mundo parten a tierras lejanas en busca de sus sueños, del amor y de la conquista permanente de la vida, sin olvidar que para que sus alas se desplieguen con libertad, sus raíces deben calar profundo, con la fuerza del amor por todo aquello que nunca se deja atrás del todo, pues de esos nobles sentimientos de arraigo se forjan los más valiosos tesoros de los seres humanos: la familia, los valores, el sentido de pertenencia, la cultura, y la amistad entrañable.
Sin duda alguna, de todo ello, se compone la bandera tejida de letras con sello de identidad que enarbola con orgullo guajiro Marga Lucena Palacio Brugés en su adorada misión como escritora.
Al término de esta entrevista, concedida muy amablemente en la casa de la escritora en el día de su cumpleaños, el ambiente fue invadido por la fanfarria de una papayera que sorpresivamente irrumpió el silencio de la tarde de domingo en el barrio Coquivacoa de Riohacha, avasallando de golpe la soledad de la terraza de su querido hogar materno.
Apropiada con su irrefrenable alegría de la improvisada pista callejera de baile como en un episodio macondiano, Marga atendería feliz y agradecida a sus familiares y amigos quienes le demostraban una vez más con esta especial serenata caribeña cuánto la quieren, de la peculiar forma como ella misma lo ha reafirmado con su estilo propio desde hace varias décadas: celebrando su eterno jubileo de riohachera apasionada.