Siempre despedirse causa sentimentalmente tristeza, así sea de quien en vida se aleja o de quien por llamado de Dios se ausenta.
Recibir la infausta noticia del fallecimiento de Marcos Aurelio Iguarán Iguarán, produjo en sus amigos, quienes lo apreciábamos y admirábamos tanto, y ni qué decir en sus familiares, en especial su esposa, sus hijos, hermanos y sobrinos, un impacto emocional tan inmenso que de entrada generó negación e incertidumbre, pero en la medida que pasaban los minutos y se confirmaba por muchos medios el deceso del amigo, padre, tío, hermano, y del líder de varias esferas de la vida pública y privada, social, comunitaria, comercial, deportiva y política partidista, no nos quedó sino aceptar con dolor esta irreparable pérdida.
Su gran amigo, el ilustre compositor Rafael Manjarrez Mendoza en una oportunidad, en una canción luctuosa y sentida que hizo dijo: “perdóname Dios mío si nadie soy para censurarte”, y la verdad que, sin rebeldía ni apostasía, pero ‘de entrada’ le nace a uno la idea de reclamar al Divino Creador porque esa decisión con una persona que podría estar en un gran momento de su vida personal, familiar, social y profesional, ¡da inconformidad!
Todos estos sentimientos y emociones se producen por haber sido Marcos la persona que fue, el hombre que como buen y verdadero líder enseñó con el ejemplo, tal como lo definen los libros de liderazgo.
La práctica política-partidista en La Guajira hoy, en los apartes de su principal dimensión como son la lealtad, coherencia, respeto por las personas y su entorno familiar, respeto por las ideas de los demás así no coincidan con las nuestras, respeto por la dignidad humana, sus derechos y sus valores, no tiene su mejor presente. Esto nos permite colegir que los efectos de este mal momento son la polarización, el divisionismo en todos los ámbitos, el engaño, la trinca, el deseo de que al otro le vaya mal para sentirme bien y hasta burlarme, en fin, vivimos y tenemos un comportamiento desconocido, insolidario, agresivo, calumniador aun cuando la realidad política nuestra sea funesta, pero eso no es una patente para demeritar, vilipendiar y humillar de diferentes maneras a los contrarios y a los adeptos que no se arrodillan como esbirros o ‘no cumplen órdenes’ y hasta a los electores en la compra de sus conciencias.
Entonces, es ahí cuando yo digo con dolor de patria que Marcos Iguarán Iguarán se fue cuando más requería La Guajira de su pensamiento, su ejemplo y su comportamiento de hombre de bien, de político de bien que fue siempre, porque la mesura, la prudencia, la solidaridad y la manera tan respetuosa e inteligente como él orientaba, son hoy una prioridad y necesidad para paliar y sobrellevar, o acabar con la insana y odiosa forma de hacer política partidista y de hacer campaña electoral que estamos patrocinando en todo nuestro Departamento. Por eso su legado hoy además de ser un referente para una gestión política creativa y respetuosa, es el prototipo para imprimir equilibrio, sinceridad y sensatez a los líderes, y cordura a copartidarios y a adherentes y activistas de partidos y movimientos políticos en La Guajira.
Marcos Aurelio fue grande en la conceptualización, en la metodología y técnicas para crear sinergia, consensos y acuerdos en lo político, en lo familiar, comunitario y gremial; y fue lógico y pragmático ante los entes de poder donde gestionaba sin miramientos y sin recato por su pueblo guajiro; quiso y luchó por ver siempre grande la siembra, explotación y comercialización organizada de la sal de Manaure y fue así como por iniciativa de él se dio la creación de Sama (Sociedad Salinas Marítima de Manaure, Ltda) y fue por su lucha incesante y por ‘su pedaleo’ en el Congreso de la República cuando fue representante a la Cámara y ante distintas instancias del Gobierno nacional, como logró asegurar que naciera esta entidad fuerte y con todo el potencial para transformar la convivencia social, laboral y productiva de sus hermanos de raza y demás habitantes de Manaure y las comunidades circunvecinas. Anhelaba una actividad comercial de Maicao y La Guajira, próspera, organizada y con aspiraciones de internacionalizarla.
Todo el territorio guajiro, en especial el de sus mayores wayuú, han de recordar con especial afecto, admiración y respeto a este gran líder, símbolo inequívoco de la prudencia y honestidad. Es admirable que se recuerde, como a pocos, a un líder como Marco Aurelio Iguarán en todos los rincones del Departamento; su condición de gran persona, su orgullo por su raza, su bondad y comportamiento cortés y educado, parecido a la timidez, perdurarán en nuestros pueblos y veredas. En el sur de La Guajira, cuando en el año de 1998 fuimos juntos, con otros amigos en la lista, aspirantes y luego representantes a la Cámara, posicionó su nombre más allá de lo político, como un amigo incondicional, y así se recuerda y se recordará por siempre.
En lo personal, gracias Marcos Aurelio por tus enseñanzas, por tu cabal y leal amistad; gracias por haber querido que fuese La Guajira, a pesar de tu linaje y casta, como debe ser: un solo territorio, sin división demográfica; gracias por haber sido un servidor que, sin aspavientos, ni ‘cohetes al aire, ni bulla ni humos’, sino con prudencia, inteligencia y sensibilidad social, nos diste cátedra de cómo se debe hacer política limpia, altruista y honesta, y de cómo se debe vivir en sociedad, cobijado por la decencia, la solidaridad, el respeto y la libertad.
¡Descansa en paz discípulo fiel y encarnado de Mareigua!
¡Que Dios nos de la voluntad y actitud de entendimiento y comprensión para lograr La Guajira que soñabas y, sobre todo, la benevolencia cristiana y política que se ha perdido, y ésta debe ser el faro de orientación y luz para las nuevas generaciones!
¡Imploro a Dios para que, con sinceridad, recojamos tu legado!