En abril del año pasado la institucionalidad cultural en honor al mérito intelectual, musical, literario y académico debió conmemorar el centenario del natalicio de Luis Alejandro López Ávila ‘Papayí’, autor de la letra de los himnos de Riohacha y La Guajira, del poemario ‘Besos, pétalos y lágrimas’ (1994); dueño de una oratoria solemne y de un texto en versos sobre apodos vernáculos musicalizado por el desaparecido cultor William Pontón.
Luis Alejandro ejerció además por muchos años la docencia en distintas instituciones educativas, fue solista e intérprete del armonio en la catedral Nuestra Señora de los Remedios. Sus discípulos rememoran su carácter y la imposición de disciplina bajo el gobierno de dos instrumentos: bolombolo y piel canela; el primero, una especie de bolillo con el que asestaba golpes en los codos y el segundo, una fusta en cuerina, con los que disciplinaba hasta el más indómito de los estudiantes de la época. Tiempos en los que los maestros gozaban de autorización expresa de los padres para domesticar el carácter y depurar las “malas costumbres” de los muchachos.
La relación eclesial de Luis Alejandro López fue desde sus primeros años, cuando se hizo merecedor del aprecio del presbiterado español y de los frailes locales por sus habilidades en la oratoria y su temprana disciplina monástica, lo que posibilitó sus estudios en los internados de La Sierrita, en jurisdicción de San Juan del Cesar, y más adelante su traslado a Masamagrell, en Valencia, proceso que se trastornó por el inicio de la guerra civil española.
La hermana Josefina Zúñiga, en 1978, destaca en su texto ‘La Guajira en las letras colombianas’ (ensayo de antología literaria): “Riohacha, tiene actualmente sus máximos exponentes de la oratoria en Luis Alejandro López y Denzil Escolar quienes en diferentes ocasiones han hecho galanura de sus extraordinarias dotes retóricas, llevando la vocería unas veces de la comunidad ciudadana, otras, en representación del gobierno seccional”.
En un trabajo discográfico producido con apoyo del Fondo Mixto de Cultura de La Guajira en el año 2002 y realizado por Los Tawaras (Antonio “Toño” Salazar, Nilson Pérez y Alfredo Salazar) trío musical del municipio de Maicao, del cual hizo parte Carlos Huertas Gómez, se incluyen dos letras de boleros de autoría de Luis Alejandro López Ávila, ‘Belleza Rubia’ y ‘Amor eterno’.
Luis Gómez Pimienta, en su texto ensayo ‘Relatos de pueblo y familia’, publicado en el año 2010 perfila un aspecto muy particular del comportamiento del maestro sobre su único día de asueto, el festejo de la patrona de los músicos, el 22 de noviembre, dedicado en el santoral a Santa Cecilia: “día en el que el profesor ‘Papayí’ se emborrachaba y perdía la compostura”.
El busto que rinde memoria a su trayectoria como genio y figura mira en diagonal a una entidad bancaria en la calle 11 de Riohacha con la carrera 6, y la plazoleta es empleada con insolencia e ignorancia para depositar desechos y basura. Muy seguramente ninguno de los dirigentes y vecinos que han pasado por alto su nombre sintieron el rigor de la letra con sangre entra, ni los toques de adiestramiento y conducta de bolombolo y piel canela; cuánta falta hace a su desmemoria. O tal vez sí, y su venganza sea el olvido.