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De muchos aconteceres se alimenta el alma de los guajiros en el inicio de un año bisiesto en este 2024. Desde un infante desmembrado con miembros que llevaba un perro en la boca, hasta la procesión de niños difuntos que siguen cayendo en las garras de la desnutrición y sus patologías asociadas. Igualmente, no se sintieron los carrizos ni las lluvias de cabañuelas en los primeros días del año.
Llueven las demandas en contra de los mandatarios elegidos, costumbre que viene haciendo carrera de posgrado en La Guajira. Muy poco se escucha a los líderes de opinión proponiendo salidas al desarrollo social y económico del Departamento. El panorama desolado e irredento con la arena caliente del desierto, sigue agrediendo y envileciendo al ciudadano del Departamento, quien espera que este sea su año de grandes vaticinios y buenas nuevas. La Guajira sigue en cuidados intensivos en su crisis e inestabilidad institucional.
Se requiere de un buen equipo de cirujanos que intervengan a esta dama del desierto para ponerla a cabalgar sobre los lomos del progreso y el desarrollo haciendo uso de las velocidades y las palancas de los cambios que ofrece la administración pública. Indudablemente que, la llegada al palacio de La Marina de un hombre joven que comienza a devolverle el valor a la palabra desde la administración departamental como gobernador, llena de fe y esperanza a la población en sus mandatarios.
Insisto que en La Guajira se ha hecho mucho, pero falta mucho por hacer. Necesitamos una capital con talla e imagen de Distrito y de capital y esa es la gran tarea del alcalde electo de Riohacha. Necesitamos recuperar el tejido social de La Guajira y que nuestra población no se siga muriendo de las enfermedades tropicales, de las cuales ya es pecado morirse en el mundo, y las cuales vienen minando y extinguiendo a nuestra orgullosa población milenaria wayuú. Esa es la gran tarea de la secretaria de Salud departamental y los hospitales del Departamento con el direccionamiento político y estratégico del señor gobernador.
Se deben invertir de manera racional y eficiente los recursos de la salud para salvar vidas en La Guajira. Recordemos que, el arte de gobernar es el arte de administrar vidas y hay que gobernar para la gente, y lo más importante de la creación es la gente. Entonces, es hora de pensar en la gente de La Guajira.
En focalizar los recursos públicos en los sistemas de selección de beneficiarios para programas sociales, sin que estemos proponiendo una tesis asistencialista, sino de apoyo y acompañamiento a los esfuerzos que hacen los ciudadanos por su territorio y su población como buenos contribuyentes.
Debe efectuarse en La Guajira una cumbre de mandatarios territoriales con un mapeo de las necesidades básicas insatisfechas y con los índices de pobreza multidimensional de los quince municipios, hasta hacerlo acompañar de un mapeo que formule la focalización de la inversión pública de impacto en cada municipio con su estrategia de seguimiento. No se puede seguir gobernando desde los escritorios con enfoque de regadera ni atomizando los recursos públicos mientras que los problemas estructurales de La Guajira siguen durmiendo el sueño de los justos. Llego la hora de coger el toro por los cachos para avanzar en la corrida del desarrollo y aterrizar en la autopista del progreso.
El hambre, la desnutrición, el desabastecimiento del agua, la inseguridad, la falta de cultura ciudadana, el desempleo y la falta de ingresos dignos y decentes, lo mismo que, la corrupción y la falta de reactivación del campo y la zona de régimen aduanero especial, son páginas que debemos pasar para sacar adelante La Guajira. Hoy se habla desde el nivel central del desarrollo alrededor del agua, de la transición energética, la diversificación productiva y del carbón, la conexión de los territorios por la red de carreteras y las tecnologías y seguridad alimentaria y nutricional desde los territorios. La Guajira posee once cuencas hidrográficas que descienden de la Sierra Nevada de Santa Marta, tiene 198 millones de metros cúbicos represados en el embalse ranchería y tiene 401 kilómetros de litoral Caribe, manos a la obra para dinamizar el desarrollo.
Hay voluntad política, hay recursos de inversión pública y hay el capital humano, logístico y natural para lograr la transformación. La Guajira debe proyectarse como uno de los más importantes destinos turísticos de Colombia y ya el Gobierno nacional está poniendo los primeros granos de arena en el desierto.