Ser guajira es una de las cosas que me hace sentir más orgullosa en la vida, siento que esta tierra forja tu carácter y te enseña a ser un apasionado por un lugar al que muchos han relegado, y que tú, como buen embajador, tienes que esforzarte un poco más para poder exaltarlo ante el resto del mundo.
Por ejemplo, hoy en día es muy fácil vender a ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla porque históricamente han sido el centro del desarrollo económico e industrial del país, pero de La Guajira casi no se dice nada y cuando se dice, no son precisamente cosas buenas.
Por años, la televisión y la prensa nacional, se han centrado en mostrar a este Departamento como un lugar inhóspito y desolado, sumido en una profunda crisis de pobreza, desnutrición, desempleo e informalidad, de la cual pareciera que no se podrá salir nunca. Y si bien, estas cifras podrían ser ciertas, al recorrer y vivir la experiencia de este lugar te darías cuenta que hay muchas más historias por contar.
Y es que pareciera que este Departamento que encabeza el mapa nacional fuera un completo desierto, pero la verdad es que La Guajira no es un desierto, solo tiene un desierto en medio de los 20.848 kilómetros cuadrados que le corresponden en su geografía, donde también coexisten ecosistemas de bosque seco, montañas, humedales, bosque tropical, balnearios, manantiales, serranías, entre otras.
Esta riqueza ecosistémica de La Guajira la hace merecedora de albergar una fauna y flora excepcional, incluyendo especies endémicas y en vías de extinción, que suelen ser visitada por médicos, biólogos, científicos y fotógrafos interesados en capturar una imagen de lo mejor de nuestra tierra, porque tal vez, en otro lugar del mundo no la encuentran; poco se habla de esto.
De La Guajira también se sabe que es un lugar donde ‘el viento nunca se detiene’, por eso, sus solitarias playas son elegidas por los deportistas nacionales e internacionales para la práctica permanente de kitesurf y windsurf con condiciones de agua y viento que brindan un gran experiencia de aprendizaje; pero de esto tampoco se dice mucho.
Esta fuerza de vientos alisios sumado a la alta radiación solar de la región, convierten a La Guajira en una potencia en materia de generación de fuentes no convencionales de energía. De hecho, el 13 de diciembre de 2013 entre el Cabo de La Vela y Puerto Bolívar, se movieron las aspas del aerogenerador que permitió producir el primer kilovatio de energía eólica en Colombia.
Tampoco se habla mucho de que, hace menos de un año, la Universidad de La Guajira, en alianza con la Universidad de Antioquia, se convirtieron en las primeras instituciones de educación superior en el país en producir hidrógeno verde para generar energía limpia a través de una innovadora planta piloto ubicada en Riohacha, al interior de la Alma Máter, un gran hito en medio del llamado mundial a la descarbonización de las economías.
El Departamento norte de Colombia también genera grandes contribuciones a la seguridad alimentaria del país; recientemente Global Goal afirmó que “La Guajira aporta alrededor del 75% de la pesca de la Región Caribe” y esto se debe a la conjugación de factores como la hidrología, la interacción de los vientos, las corrientes marinas y la rotación de la Tierra, que solo se da en siete lugares del mundo, pero de esto casi no se dice nada.
Incluso, entre los municipios de Albania, Hatonuevo y Barrancas se extiende la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina, que a través de la explotación, transporte y exportación carbonífera pagó más de 2 billones de pesos al país en 2022 por concepto de impuestos y regalías, dinero con el cual se financian grandes proyectos de infraestructura a nivel nacional.
Por otro lado, hacia el sur de La Guajira se levanta la Serranía del Perijá, un sistema montañoso con árboles maderables y frutales que no solo permite el desarrollo de senderos ecológicos y avistamiento de aves, sino que otorga niveles de luminosidad y brillo solar propicios para la producción de granos de café bajo sombra con notas vinosas en su sabor, que no se encuentran en otras regiones del país líderes en el sector.
Pero tal vez, el activo más importante que tiene esta tierra es Su Gente; una mezcla especial entre indígenas, descendientes europeos, migrantes libaneses, africanos y caribeños, que vieron a La Guajira como su puerto seguro y finalmente se quedaron. Su diversidad de sonidos, olores y sabores, conjugan una riqueza musical y gastronómica; algo así como una mezcla entre boleros, aires vallenatos y ritmos africanos.
Podría quedarme muchos días escribiendo sobre las bondades de este Departamento pujante y trabajador, pero aún así no terminaría, por eso, el llamado es a que entre todos construyamos una narrativa conjunta para hablar ante el mundo de todo lo bonito que hay y que sucede en La Guajira, una tierra que aún en medio del histórico abandono estatal, se alza con fuerza y determinación para seguir aportando y contribuyendo al desarrollo económico y social de Colombia