Tomando como punto de referencia al gran escritor uruguayo Eduardo Galeano con su exitosa obra ‘Las venas abiertas de América Latina’, La Guajira, un departamento rico en recursos naturales, pero también en cultura, en turismo y en gente inteligente, le ha sucedido como a la América colonial que fue saqueada durante siglos por los europeos, encabezados por España, país al que le debemos en parte de nuestros males por la maldita herencia genética que dejaron aquí, todo lo que trajeron en su conquista fue la “basura humana” de esa estirpe europea y producto de eso es que Colombia es uno de los países más violentos de la tierra y corrupto, producto del cruce de tantos bandidos y “despojos humanos” que fue los que llegaron del viejo continente.
Y en esa herencia maldita, dentro de esa vorágine de muerte y destrucción, de saqueo, barbaries, codicia y desdén, los guajiros hemos dado ejemplo en décadas del saqueo de los recursos públicos que de manera abundante y sobredimensionada han manejado a su antojo algunos dirigentes de marras que ha tenido el Departamento y como los vampiros chuparon la sangre de los más débiles que es la comunidad y se convirtieron en asesinos en serie de los holocaustos que ha tenido que vivir La Guajira por culpa de estos “colonizadores” que todo se lo han llevado para aumentar sus patrimonios, con la complicidad de otros dirigentes de menor cuantía, mientras que la pobreza extrema, la mala calidad de vida, falta de calidad de agua potable, buenos acueductos, vías de comunicación, infraestructura turística, caos ambiental, protección de los recursos naturales, poco crecimiento industrial y desorganizado comercio formal campean a lo largo y ancho de La Guajira.
Y pareciera lo que sentenció Galeano en su libro, se estuviera cumpliendo a la perfección en la península: “Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros; los imperios y sus caporales nativos. Y agrego: en La Guajira, el carbón, el gas y la sal se transfigura en chatarra y los alimentos se convierten en veneno.
El bienestar de algunos de los dirigentes ha sido dominante hacia una población diezmada por el hambre, desnutrición, pobreza, analfabetismo y las ilusiones de unas promesas politiqueras y clientelistas, donde la hegemonía la han ejercido siempre sobre el lomo de la ignorancia, estupidez y lambonería de las clases más necesitadas.